La disrupción global de la educación

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Por: Tzinti Ramírez Reyes

Desde marzo de 2020 cuando la Organización Mundial de la Salud (OMS) declaró una pandemia por el sars-Cov-2, se han visto alteradas las interacciones sociales en el mundo del trabajo, el espacio público y los lugares de entretenimiento. Hemos centrado la atención en los impactos económicos que las medidas de distanciamiento social están teniendo y al hablar de los impactos sociales en ocasiones olvidamos que una de las primeras actividades en suspenderse conforme el virus ha ido avanzando es, precisamente, la actividad educativa.

La suspensión de las actividades educativas presenciales, además de ser tremendamente disruptiva para la vida de 1,500 millones de estudiantes alrededor del globo, también ha sido un eje central para las estrategias que buscan mitigar la velocidad de los contagios. Suspender la actividad escolar ha contribuido decisivamente a atender las causas estructurales que provocan que las personas tengan que salir de casa. La disrupción de emergencia del mundo educativo ha significado alteraciones en el modo de aprender para casi el 90% de la población estudiantil mundial.

Si bien las actividades educativas en diversos países y comunidades del mundo se han visto interrumpidas en diferentes periodos de la historia a causa de desastres naturales, guerras civiles, conflictos trasnacionales o disturbios sociales, nunca antes se habían cerrado las aulas de manera masiva a escala global casi de manera simultánea. Ante el grado de disrupción que ha enfrentado el mundo educativo a consecuencia de esta pandemia, surgió recientemente un término para darle nombre a la serie de adaptaciones que docentes, estudiantes e instituciones educativas han debido realizar para buscar, en la medida de lo posible, dar continuidad a las actividades de enseñanza-aprendizaje: Enseñanza Remota de Emergencia (ERDE) o en inglés Emergency Remote Teaching (ERT).

La Enseñanza Remota de Emergencia se distingue del aprendizaje en línea o del aprendizaje a distancia, en que estos últimos conceptos son propios de un abordaje pedagógico que implica diseñar y planeación con antelación la mejor manera de presentar contenidos educativos para presentarse como una opción a los potenciales estudiantes. En cambio, la ERDE es justamente eso, una reacción de emergencia que responde a un cambio súbito adaptando de manera urgente los modelos de enseñanza-aprendizaje ante una situación de crisis.

De ahí que las acciones de la ERDE se centren en buscar maneras de no interrumpir la actividad educativa aún en condiciones de gran escala de disrupción social y económica como las que estamos viviendo. La ERDE busca proveer la posibilidad de continuidad educativa de manera temporal haciendo adaptaciones en un corto tiempo y buscando valerse de soluciones emergentes e incluso creativas para satisfacer las nuevas necesidades que surgen tanto por parte de estudiantes y sus familias como de los cuerpos docentes, todo ante una situación de imperiosa necesidad.

A la vuelta de casi tres meses, las lecciones que va dejando la pandemia para el contexto educativo son importantes. Hemos aprendido, por ejemplo, que el éxito de la respuesta está fuertemente condicionado por las profundas desigualdades, la pobreza, las prácticas de exclusión social y desde luego, las brechas digitales y de género que atraviesan a las poblaciones.

La realidad global es tan dispar incluso en acceso a servicios y alfabetización digital que en países como Estados Unidos el 95% de la población cuenta con conectividad al internet, mientras que en continentes o subcontinentes enteros como África o América Latina sólo entre el 40 y el 55% para la totalidad de su población cuenta con acceso a internet. Además, de existir dichas diferencias, también las hay en el acceso a computadoras portátiles, teléfonos inteligentes, acceso a la televisión o la radio. Es por esto que la ERDE es mucho más que educación en línea

Ahora sabemos que, a ingresos más altos de las familias, los estudiantes han podido acceder a la educación remota de emergencia a través de computadoras portátiles, plataformas educativas y de comunicación virtual o teléfonos inteligentes, mientras que conforme se amplía la brecha de ingreso y acceso a servicios, las poblaciones dependen más del acceso a actividades educativas transmitidas por televisión o radio.

Por ejemplo, en nuestro país con 30.6 millones de estudiantes que asisten a niveles educativos obligatorios, el 23 de marzo, la Secretaría de Educación lanzó la iniciativa «Aprende en Casa por TV» para que estudiantes de educación básica pública pudieran ver programas educativos que se transmiten de lunes a viernes en en TV UNAM y Once TV, llegando a 11 millones de niños y jóvenes. En otra iniciativa, el Consejo Nacional para el Desarrollo Educativo (CONAFE) entregó 300,000 paquetes de materiales escolares impresos con el objetivo de llegar a estudiantes que viven en comunidades sin acceso a televisión o internet.

Los esfuerzos realizados para la continuidad académica en México y el mundo constituyen una gran cantidad de iniciativas que reflejan la profunda polarización de las condiciones de vida y de ingresos en diferentes países. Mientras que de manera general las instituciones privadas no han visto una interrupción importante en sus actividades de enseñanza, grandes capas de la población estudiantil global han visto sus actividades interrumpidas u obstaculizadas de manera significativa. La lección es clara, las brechas sociales son también educativas en época de Covid-19.

Para saber más

Para saber más sobre el tema se incluye continuación un enlace del Asian Journal for Distance Education donde hace un par de días se publica un estudio de las acciones educativas de emergencia en 31 países del mundo, representando el 62.7%de la población mundial, donde la autora tuvo la oportunidad de contribuir con un reporte país sobre México. Enlace

Tzinti Ramírez Reyes

Internacionalista. Directora del Departamento de Relaciones Internacionales, Economía y Ciencia Política región occidente del Tecnológico de Monterrey en Guadalajara.
Twitter: @tzinr

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