El puente aéreo China-México y la diplomacia Covid
Por: Tzinti Ramírez Reyes
Foto: Aeroméxico
Al 6 de julio de 2020 son 23 los vuelos con insumos médicos provenientes de China que arriban a nuestro país como parte una estrategia de cooperación binacional para aprovisionar los hospitales y unidades de salud de atención Covid-19, originalmente se planearon 20.
Fue el 7 de abril cuando el avión “Misionero de paz” de la empresa Aeroméxico realizó el primer viaje de Shanghai a Ciudad de México portando lentes protectores, mascarillas y caretas para el personal de salud mexicano. Al cumplirse con el décimo vuelo a mediados de mayo y habiendo cruzado el Océano Pacífico veinte veces, ya se habían entregado en el principal puerto aéreo de nuestro país 120 toneladas de equipo médico, incluyendo equipos de protección personal, ventiladores y monitores para las camas de terapia intensiva.
El cierre de fronteras aéreas, marítimas y terrestres que se aceleró durante los meses de marzo y abril implicó un alto casi en seco para la transportación transfronteriza de civiles a escala global sin precedentes. Según un boletín del Consejo Internacional de Aeropuertos (ACI) emitido en el mes de abril, la reducción del tráfico aéreo a escala internacional alcanzará a 2 mil 790 millones de pasajeros durante este año. En este contexto atípico de drástica reducción de vuelos por la pandemia de la enfermedad Covid-19 es que los representantes de la diplomacia mexicana lograron un acuerdo con el gobierno de Xi Jinping para establecer un puente aéreo de línea directa entre la Ciudad de México y las ciudades chinas de Shanghai y Shenzen.
El puente aéreo China-México comenzó a operar en el mes de abril y se mantiene vigente hasta la fecha como un esfuerzo de cooperación bilateral que ha sido instrumental para dar oxígeno a la estrategia del Gobierno Federal para gestionar durante los últimos tres meses su capacidad de atención hospitalaria para Covid-19 sin que se vean – hasta el momento – los desbordamientos de la capacidad instalada que se han estado viviendo en otros países.
Recordemos que México, según lo ha mencionado en diversas oportunidades Martha Delgado Subsecretaria para Asuntos Multilaterales y Derechos Humanos de la Secretaría de Relaciones Exteriores (SRE), es el único país que ha mantenido este flujo constante de aprovisionamiento de insumos médicos con el gigante asiático, en un contexto en el que la escasez y la especulación han estado a la orden del día.
La hoy llamada Diplomacia de la Mascarilla china ha significado para nuestro país una vía para acortar las brechas entre la producción nacional de insumos médicos y el aumento exponencial de la demanda de estos productos. A manera de ejemplo, veamos que nuestro país cuenta con una producción total anual de 2 millones de mascarillas mientras que la necesidad que se ha planteado para enfrentar una pandemia larga implica aprovisionar a los centros hospitalarios con 10 millones de mascarillas. Acortar las brechas entre los materiales e insumos existentes en nuestro país ha requerido, entonces, de una destreza quirúrgica de la SRE con sus contrapartes chinos y estadounidenses, principalmente.
La labor de la SRE ha sido instrumental y acertada. El juego del equilibrismo de la diplomacia mexicana en estos meses se ha encontrado, por un lado con un Presidente Trump en año electoral fuertemente disminuido en sus índices de aprobación y beligerante con el gobierno chino y la Organización Mundial de la Salud (OMS) y por el otro, con una República Popular China buscando redimirse como un gigante responsable y solidario en el tablero pandémico global brindando garantías de proveeduría y desplegando su fuerza en las cadenas de suministro de materiales.
México ha logrado en esta coyuntura obtener apoyos de los dos grandes a pesar del largo enfrentamiento político y comercial que ha marcado la relación Trump-Xi Jinping. Sin embargo, en la diplomacia de las mascarillas ningún movimiento está libre de cálculos ulteriores. Con México en la presidencia pro tempore de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC) desde enero de este año y de cara a 2021 como miembro del Consejo de Seguridad ONU, el renovado empuje chino hacia la cooperación bilateral no es casualidad.
En el panorama futuro de una recuperación económica post-Covid, China podría buscar, como ha insistido antes en voz de su anterior embajador y su embajador actual, Zhu Qingqiao, profundizar sus actividades de inversión en nuestro país y lograr un paso decisivo hacia la firma de un multi-mencionado Tratado de Libre Comercio con nuestro país. Tema que probará ser espinoso entre México y EU en el arranque de la era del TMEC.
Cualesquiera que sean los motivos ulteriores de China o de EU, ni el respiro que los vuelos del puente aéreo han dado a México ni las donaciones y ventas de ventiladores del gobierno de Donald Trump a nuestro país, serán gestos políticos fáciles de olvidar para la 4T. Evidencia de ello es que la primera visita que anuncia al exterior el Presidente López Obrador será con nuestro vecino del norte en próximos días, al tiempo que la segunda visita oficial según se ha barajado públicamente será precisamente a China. No olvidemos que, en época de geopolítica y Covid, amistad y cooperación se evocan desde su potencial pragmático para fortalecer la estrategia de gestión interna de la epidemia.
Tzinti Ramírez Reyes
Internacionalista. Directora del Departamento de Relaciones Internacionales, Economía y Ciencia Política región occidente del Tecnológico de Monterrey en Guadalajara.
Twitter: @tzinr