Economías post-COVID-19: pronósticos y el camino a la reapertura
Por: Tzinti Ramírez Reyes
Al comenzar mayo del 2020 los gobiernos se preguntan cómo diseñar estrategias escalonadas para reactivar la actividad económica que se ha visto paralizada por la pandemia del virus Sars-Cov-2. La distopia de un contagio de dimensiones mundiales por un nuevo y desconocido coronavirus, se ha hecho más que presente.
Como revisábamos en este mismo espacio la semana anterior, hace años que los diversos reportes de amenazas globales incluían en el recuento de riesgos una epidemia de dimensiones nunca antes vistas, pero siempre como una posibilidad a mediano o largo plazo.
Como optimistas natos, “esperamos” la llegada de la anti-utopía en otro año, en otra administración gubernamental, en otra generación, de cierto no la veíamos llegar para el primer trimestre del 2020. Ni la ciudadanía, ni los gobiernos, ni el Fondo Monetario Internacional (FMI) que publicó en enero de este año su reporte de Perspectivas de la Economía Mundial, vieron venir el panorama Covid-19.
Hoy, han pasado poco más de tres meses desde aquel reporte y el FMI publica el primer capítulo de un reporte bis, corregido (a la baja), de las perspectivas de desempeño de la economía global y de los pronósticos de crecimiento del Producto Interno Bruto (PIB) por país. Se plantea que veremos una contracción de -3% en la economía mundial para el 2020 suponiendo que las medidas restrictivas para la economía y el desplazamiento de las personas se disiparan durante la segunda mitad de este año.
Durante el mes de mayo, tendremos a disposición el nuevo reporte en su totalidad, pero por lo pronto llaman la atención dos grandes temas en este adelanto. Primero, que las medidas de distanciamiento físico y aislamiento social, destinadas desde luego la protección de los grupos de mayor riesgo y a la prevención del desbordamiento de los sistemas de salud, han significado una paralización de la actividad económica tan veloz y de una magnitud tan profunda, que la dimensión de esta crisis sanitario-económico-política no habían sido experimentadas antes.
Sólo en el plano económico, el pronóstico de contracción económica implica un recorte de 6.3 puntos porcentuales con respecto a lo dicho por el FMI en enero de este año. Se prevé, una contracción del crecimiento per cápita en 170 de 195 países. Sin duda, un ajuste de cifras, por demás importante en un periodo de 12 semanas.
Segundo, el FMI anuncia que ha dado un nombre propio a esta crisis que se vive a escala mundial. Esta crisis pasará a los anales de la historia con el nombre de El Gran Confinamiento o The Great Lockdown como se optó por llamarle en inglés. Este gran y repentino confinamiento, ha dejado atrás en variadas dimensiones a la Gran Depresión de 1929 y mucho más atrás a la Gran Recesión de 2008.
Nombre memorable, para este fuerte shock de cortar de tajo actividades económicas no esenciales, suspender la educación presencial de millones de estudiantes y la incertidumbre en cuanto a las probabilidades de resistencia en pie de los sistemas de salud de diversos países, tras décadas de recortes en gasto social y en salud pública.
El caso de Estados Unidos
Es útil rescatar algunos detalles del caso de Estados Unidos dada la cerca relación comercial, económica y poblacional que tenemos con nuestro vecino del norte. Estados Unidos, es al momento, el país con mayor número de contagios (1 millón 188 mil) y más fallecimientos por Covid-19 (68 mil 598) en el planeta. Además, suma a estas fechas 22 millones de empleos perdidos, 55 millones de empleos en riesgo de perderse durante la segunda mitad de 2020. Sólo la semana anterior, EU, sumó más de 5.2 millones de solicitudes de ayuda al desempleo, según señala el Departamento de Trabajo de aquel país.
Desde el inicio, las medidas de mitigación de la epidemia, incluyendo el distanciamiento físico, la solicitud a empresas de permitir el teletrabajo y el cierre de industrias no esenciales, han tenido en cuenta un delicado cálculo entre apagar las economías nacionales y locales y los posibles costos en vidas humanas de no hacerlo. La tentación de reabrir, ha estado presente desde muy temprano, en palabras de Donald Trump, «un encierro a nivel nacional no es una solución sostenible en el tiempo. Para preservar la salud de nuestros ciudadanos debemos preservar también la salud y el funcionamiento de nuestra economía.”
Por un lado, es cierto que para economías como la estadunidense o la nuestra, un encierro total, estricto y prolongado a nivel nacional además de no ser sostenible era inviable. Por otro lado, países con la dimensión poblacional y geográfica de México y EU, en contraste con varios países europeos, están viviendo ritmos marcadamente diferenciados de contagio y ocupación hospitalaria, según la región o ciudad de la que se hable.
Es precisamente por esto, que las presiones para la reapertura económica se han sentido con prontitud. En el caso de EU, el mismo Trump se ha mostrado precipitado en llamar a la “liberación” de los Estados para después él mismo anunciar una extensión de las medidas generales de distanciamiento. La urgencia de Trump de recuperar la economía y los empleos, se dan un contexto doméstico en el que la población estaría votando su reelección o salida del gobierno el 3 de noviembre del presente año.
El balance entre arriesgar un rebrote, echar a andar las economías de nuevo, y librar políticamente el 2020, es tan delicado como incierto. El FMI y otras instancias contemplan tres posibles escenarios: que el segundo semestre del 2020 la epidemia se haya disipado y se pueda acelerar la actividad económica, que haya un nuevo brote en el invierno y que por tanto la epidemia dure más de lo esperado o que haya un nuevo brote en 2021 y la vacuna no esté lista. Un cuarto escenario, sería una epidemia más prologada y nuevo brote en 2021. Todos los pronósticos de recuperación económica para el 2021, basan sus proyecciones en el primer escenario.
Aun asumiendo que la pandemia se disipe en el segundo trimestre, la recuperación económica implica mucho más que la reapertura de las industrias y comercios. La estabilización y posterior recuperación dependerá de lo robustas que sean las medidas de los gobiernos para profundizar los apoyos directos a las poblaciones vulnerables, el ritmo y los estímulos a las nuevas contrataciones, la recuperación o no de las principales fuentes de ingreso gubernamentales que van desde la venta de materias primas, las exportaciones, el turismo y las remesas, hasta la recaudación fiscal. Entre muchas otras importantes medidas.
Es mayo y es claro que son diversas las crisis que enfrentamos de manera simultánea, pero algo es definitivo, la recuperación es compleja y multifacética, debe caracterizarse por la especificidad de medidas según el grupo que se busque atender y deben, sobre todo, primar las consideraciones en torno al bienestar económico y sanitario de la población sobre los juegos político-electorales lo mismo entre republicanos y demócratas que entre morenos y oposición.
Tzinti Ramírez Reyes
Internacionalista. Directora del Departamento de Relaciones Internacionales, Economía y Ciencia Política región occidente del Tecnológico de Monterrey en Guadalajara.
Twitter: @tzinr