Debates en torno a la comunicación política
La semana pasada el ITESO fue escenario del Seminario Internacional de Comunicación Política, que congregó a un buen número de personas que trabajan en oficinas de comunicación social de instancias gubernamentales, periodistas, académicos y personas interesadas en el tema. El espacio propició la reflexión y el debate al respecto de los múltiples tópicos que se abordaron y con el ánimo de continuar con este proceso de pensamiento, propongo tres reflexiones alrededor de los asuntos que se trataron en este evento académico.
La semana pasada el ITESO fue escenario del Seminario Internacional de Comunicación Política, que congregó a un buen número de personas que trabajan en oficinas de comunicación social de instancias gubernamentales, periodistas, académicos y personas interesadas en el tema. El espacio propició la reflexión y el debate al respecto de los múltiples tópicos que se abordaron y con el ánimo de continuar con este proceso de pensamiento, propongo tres reflexiones alrededor de los asuntos que se trataron en este evento académico.
Lo primero que me llamó la atención es que la manera de concebir la comunicación política de parte de la clase gobernante y buena parte de sus asesores, poco tiene que ver con un proceso social donde deliberan en el espacio público los políticos, las empresas de comunicación y la sociedad civil (de acuerdo a la definición de Francisco Aceves, entrañable amigo y excelente académico de la Universidad de Guadalajara), y más bien su forma de entender la comunicación política está más cercana a algo que podría definirse como propaganda gubernamental. Entre una y otra hay una diferencia fundamental; y es que cuando se genera un proceso de deliberación pública, los actores argumentan, reciben críticas, reviran, vuelven a proponer, matizan y terminan generando una acción social consensada públicamente y que genera tras de sí un amplio respaldo social. La clave de este proceso es la deliberación social, es decir, es cuando una comunidad en su conjunto se permite pensar un asunto y actúa conforme a lo que se desarrollo en el proceso de discusión y debate.
La propaganda gubernamental tiene como propósito convencer a los gobernados que las acciones del Estado son correctas en sus objetivos, que las estrategias adoptadas son las idóneas y que los resultados son los óptimos. En este caso la posibilidad de revires y críticas de parte de otros actores son casi nulos y los comentarios en contra de las acciones y las estrategias son mal recibidos e incluso despreciados. Aquí la lógica de diálogo se cancela por la vía de los hechos y se mantiene una intención de imponer ciertas verdades. La preocupación de los que hacen propaganda gubernamental no está centrada en abrir los canales de interlocución, más bien orientan sus esfuerzos a eficientar y mejorar el mensaje de tal forma que resulte lo más creíble posible y sea aceptado por la ciudadanía sin ser cuestionado. Quizá el caso más ejemplar al respecto en México, es la fallida guerra de Felipe Calderón en contra de la delincuencia organizada. No se admiten críticas de ningún tipo, incluso ni siquiera a la propia estrategia de comunicación en este tema.
El segundo asunto que desde mi perspectiva es digno de reflexión, es que el tema del duopolio de la televisión en México fue poco tocado, a pesar de que tiene fuertes y poderosas implicaciones en este campo. Sólo para darnos cuenta de la magnitud del asunto, de acuerdo a los datos presentados por Francisco Aceves, en México mientras que el 95.1 por ciento de la población cuenta con televisión en su casa, sólo el 18.4 por ciento tiene acceso a Internet. Los medios por los que las personas se enteran de la política en nuestro país es de la siguiente forma: el 86.7 por ciento lo hace a través de la televisión, el 43 por ciento por la prensa escrita y el 8 por ciento por internet. En cuanto al control del espectro televisivo el 53.2 por ciento de las concesiones de canales de televisión son de Televisa y el 39.2 por ciento se dieron a Tv Azteca. Sólo hay un 7.7 por ciento que no pertenecen a ninguna de estas dos empresas. Aunque el debate y la discusión en torno a las nuevas tecnologías de la información y las redes sociales, resulta altamente pertinente, es indiscutible que la influencia de las cadenas de televisión en la comunicación política y la conformación de opinión pública sigue siendo extremadamente importante y mientras se mantenga este duopolio que es un poder de facto, la clase política será presa de estas cadenas que cada vez más van adquiriendo mayor influencia en la vida pública del país. En manos de la propia clase política está la solución, pero pocos, muy pocos están dispuestos a poner en juego su “carrera política” en función de un bien mayor.
El tercer tópico de reflexión que quiero abordar es el falso debate sobre la validez de la información que se genera en las redes sociales y la proveniente del ejercicio periodístico profesional. En el seminario algunos connotados periodistas criticaron la información proveniente de las redes sociales ya que los filtros para “subir” información no existen. Cada quien puede poner lo que le plazca y eso va desde unos saludos al amigo de secundaria que hace 24 años no han visto, hasta la denuncia pública de situaciones en las colonias o las localidades en donde viven. Se menciona que mucha de esta información no pasa a través de los cánones periodísticos y por lo tanto su fiabilidad es prácticamente nula. Concediendo que los argumentos esgrimidos son sólidos, creo que la información que se vierte en las redes sociales de ninguna manera trata de competir con los medios de comunicación convencionales y más bien responde a otras necesidades y otras lógicas. Los medios de comunicación tienen dos obstáculos estructurales que en las redes sociales si se resuelven. El primer obstáculo es que por más reporteros que tenga un medio, jamás podrá cubrir todos los acontecimientos de la vida social de una comunidad. No se puede. Las redes sociales por su propia naturaleza si lo pueden hacer, ya que muchas veces son los mismos protagonistas los que exponen la información sin ningún tipo de mediación. El segundo obstáculo que las redes sociales pueden sortear, a diferencia de los medios de comunicación convencionales, es que no hay ningún editor o dueño de la empresa de comunicación que dicte agenda o que censure la información. No existen una mesa de redacción que jerarquice la realidad y diga que es más relevante. Todo se expone y es el internauta quien decide que es lo más importante. La naturaleza de la información de uno y otro medio tiene sus propios cánones de validez y que simplemente son incomparables.
En la historia de los medios de comunicación apareció la prensa escrita, luego la radio, que no suprimió a la primera, luego la televisión, que tampoco destruyó y absorbió a los otros medios, tampoco pasará con internet. Cada medio de comunicación es de naturaleza distinta y responde a diferentes necesidades sociales, la coexistencia de todos ellos lo único que nos muestra es la enorme diversidad social de nuestras comunidades. La lógica no es de competencia, es de complementariedad, claro que esto implica dejar de ver a los medios como un negocio capitalista y mirarlos como formas como las sociedades dialogan y se ponen de acuerdo. Pero esto nos los demostrará el futuro, por lo pronto sigamos con el debate.
Correo del Autor: jerqmex@hotmail.com
Columna Publicada originalmente en La Jornada Jalisco