Unión libre y nuevas formas de familia
Por: Alonso Sánchez
En la actualidad se viven cambios sustanciales en la concepción de lo que es una familia y los círculos sociales del Sur de Jalisco no son ajenos a este fenómeno. El hecho de que esta parte de Jalisco sea reconocida como una de fuerte tradición católica hace pensar que aquí la familia nace del matrimonio entre dos personas, hombre y mujer, y que sólo a partir de ahí comienza una vida en unión. Sin embargo existen modelos de convivencia familiar que no necesariamente pasan por el altar.
“La familia es un grupo social en el que lo importante son los vínculos de parentesco, los cuales en el caso de las familias homoparentales son por afinidad pero todas las formas son familia, incluso las del mismo sexo” comentó Rosario Esteinou, investigadora del Centro de Investigaciones y Estudios Superiores de Antropológia Social (CIESAS) cuando Leonardo Bastida Aguilar le preguntó para el periódico La Jornada “¿Debemos centrar la concepción de familia en torno al matrimonio?”. (Batista, Leonardo Aguilar. La Jornada. 2013).
Gerardo Bernabe es un joven de 33 años que vive desde hace cinco años con su pareja, Georgina Rodríguez, de 28 años de edad, de manera libre, sólo con la conciencia de vivir lo mejor posible ante una sociedad que es cada vez más abierta a los cambios, pero que aún es muy conservadora cuando se trata de los códigos sociales.
“Al principio sí vimos la opción de casarnos, por cumplir un compromiso con los papás. Pensamos en que estaría bien, por la cuestión de cumplir con una formalidad, con un protocolo social. Pero después vimos que no era necesario. No necesitábamos formalizar nada mientras tuviéramos en mutuo acuerdo de vivir juntos como lo hacemos”.
La mañana de la entrevista, en casa de esta pareja, Gerardo tendía su ropa y al mismo tiempo estaba al pendiente de Matías, el pequeño hijo de apenas año y medio, con quien tienen “la meta de que sea un buen ciudadano. Que Matías se adapte a nosotros y no nosotros a él”, dice. Y en esto coincide Rosario Esteinou al mencionar que la familia “ha dejado de ser autoritaria, para pasar a modelos con una mayor inclusión y los padres educan a sus hijos con valores democráticos”. (La Jornada, 2013).
Aunque la unión de Gerardo y Gina no está amparada bajo ninguna ley, en el Código Civil existe el término de unión libre como “concubinato”, el cual está definido como “la pareja heterosexual soltera, sin impedimento legal para casarse y que a lo largo de dos años haya cohabitado en un mismo domicilio, adquiere derechos y obligaciones que la ley marca a fin de regular la convivencia”. Sin embargo, para los dos no existe ningún impedimento a la hora de querer separarse, en caso de que las cosas “ya no vayan bien”.
Para Gina y Gerardo importa más cómo se vive con la pareja que los trámites sociales, pues convienen en que las relaciones van incluso más allá del matrimonio. Gina mencionó: “Yo no veo que el matrimonio sea la razón por la que las convivencias familiares sean malas, más bien es de cada persona. Debes dejar ser para que te dejen ser”. Ambos están de acuerdo en que muchas veces la formación religiosa dogmática hace a las personas inflexibles y por tal motivo hacen que una relación esté restringida y esto lleve a los conflictos.
La empresa familiar es el lugar idóneo para formarse como ciudadanos ante un mundo cada vez más resquebrajado en el tejido social. Las situaciones actuales de la sociedad han traído como consecuencia que la familia tradicional sea una opción más de un abanico en donde se incluyen la unión libre y las relaciones entre personas del mismo sexo, amparadas en la recién creada Ley de Libre Convivencia en el estado de Jalisco, la cual busca dar derechos legales a personas que intenten formar un hogar sin importar que sean del mismo sexo o simplemente decidan formar un hogar en donde sus integrantes convengan un mutuo acuerdo de convivencia. Esto siempre y cuando las relaciones sean amigables y abonen a crear sociedades más sanas.