Un relevo con la exigencia de ser profeta
P. Juan Manuel Hurtado López
Párroco de Santa Catarina, Pantelho’, Chiapas
Con música zoque tradicional, marimbas y mariachis entonando cantos en lengua Tzozil, Tzeltal, Chol y Español, el pasado 3 de enero cientos de fieles de las siete zonas pastorales de la diócesis de san Cristóbal, dieron la bienvenida a su nuevo obispo monseñor Rodrigo Aguilar Martínez.
Desde Fray Bartolomé de Las Casas, su primer obispo en 1538, pasando por obispos como Fray Juan de Zapata, Francisco Orozco y Jiménez y recientemente Samuel Ruíz García, han sido obispos que han vivido su vocación como profetas.
El profetismo bíblico es histórico porque se da en un tiempo y en un espacio concreto del pueblo de Israel. Su historia, su cultura, su lengua, su situación económica y política, sus tradiciones religiosas… los profetas expresan con su testimonio la fuerza y la voluntad de Dios. Su voz llega a lo más profundo del corazón y transforma radicalmente a las personas.
El profetismo en Israel habla de fidelidad a la Alianza establecida entre Dios y su pueblo. De la promesa de una tierra prometida, de la memoria de los grandes prodigios liberadores de parte de Dios. De una nueva y definitiva Alianza y finalmente del Reino de Dios como la forma que va a tomar su proyecto de salvación.
Cada vez que se ve la historia con los ojos de Dios, se descubre los signos claros del proyecto salvador, y en contraste, se señala y denuncia lo contrario a este proyecto, así como los vacíos e inconsistencias a la Alianza pactada, la profecía toma vida y sentido.
Hoy en la diócesis de san Cristóbal de Las Casas la profecía sigue viva. Hay organizaciones que han asumido este legado profético de anuncio y denuncia en determinadas situaciones.
El Centro de Derechos Humanos Fray Bartolomé de Las Casas hace frecuentes denuncias sobre la violación de los derechos humanos. La Organización Sociedad Civil Las Abejas se ha pronunciado con fuerza para denunciar la masacre de la que fueron víctimas 45 miembros de su organización mientras hacían ayuno y oración para buscar la paz en la región. El Pueblo Creyente, instancia diocesana de laicos organizados, anualmente hace una magna peregrinación –unas 15 mil personas- en la ciudad de San Cristóbal de Las Casas el día 25 de enero para exigir justicia y paz, día en que el pueblo celebra también la pascua de Samuel Ruíz García y que coincide con el día en que tomó posesión de la diócesis en 1960.
En tiempos atrás, como mencionábamos, obispos como Bartolomé de Las Casas, Zapata, Orozco y Jiménez -y recientemente- el mismo jTatic Samuel, también fueron perseguidos por sus constantes denuncias ante el abuso de los poderosos y ricos de turno. En las diferentes regiones de la diócesis no han faltado grupos y personas que han asumido el profetismo bíblico para defender a su pueblo y ponerse de lado del Evangelio. Naturalmente que esto ha costado prisión, hostigamiento, difamación y hasta asesinatos, como en Acteal.
Lo incómodo para los poderosos no es que haya pobres –y hay muchos-. No, a éstos les dan ayudas asistenciales para maquillar la tremenda injusticia, desigualdad y corrupción, pues lo que buscan no es ofrecerles caminos para que vivan con dignidad, sino aparecer como un Estado benefactor.
Lo que inquieta al gobierno y a los poderosos es que los pobres sean sujetos. Esto no lo toleran. Así ocurrió con el levantamiento zapatista en 1994 y durante los 40 años que esta diócesis fue guiada por Samuel Ruíz y que continúa en buena medida hasta hoy. También ocurre con pronunciamientos que hacemos los agentes de pastoral y otras organizaciones sociales que buscan la igualdad, defienden la madre tierra y se solidarizan con los indígenas.
El legado del profetismo sembrado por Fray Bartolomé de Las Casas continúa latiendo en el corazón de estos pueblos del sureste mexicano. En medio de la realidad de abandono, desigualdad social y de una fuerte conflictividad, vivir y animar el profetismo es una exigencia para los agentes de pastoral, pero de manera especial, para su nuevo pastor Rodrigo Aguilar, que a sus 66 años de edad y 21 años como obispo, recibe la estafeta del compromiso de continuar animando el profetismo en su nueva diócesis.
Que nuestro compromiso con esta diócesis de san Cristóbal, que el pasado 21 de febrero cumplió 20 años, anime a los sacerdotes y agentes de pastoral de nuestra diócesis, a seguir fortaleciendo puentes de hermandad y nos anime a vivir nuestra misión de anunciar y hacer presente el Reino de Dios con espíritu profético.