Queremos vida
Entrevista con Marichuy vocera del CIG
María de Jesús Patricio habló de cómo la comunidad nahua de Tuxpan trata de vivir los acuerdos de San Andrés y de por qué los integrantes del CNI consideran el 2018 como la última oportunidad para plantarle una barricada al capitalismo y a los malos gobiernos.
Por: Cristian Rodríguez Pinto
En la historia de México, la primera mujer jalisciense en manifestar su intención a contender por la presidencia del país realiza acciones difíciles de entender para quienes están acostumbrados a la política de arriba para abajo.
Los reporteros de locales se han quedado estupefactos ante varias situaciones: que esta nahua y médico tradicional se atreva a dejar abiertas las puertas de su casa de 14 a 16 horas para que sus familiares puedan entrar porque ella no está; o que, aprovechando su sonrisa de madre, se zafe de los medios de comunicación para no llegar tarde al enroso de San Sebastián Abajeño, imagen de la que es madrina.
Una mañana de junio del 2017, a dos cuadras del jardín de Tuxpan, María de Jesús Patricio Martínez nos recibió en su consultorio, la casa Calli Tecolhuacateca Tochan: un fresco espacio de paredes blancas y piso de cemento donde abundan frascos y bolsitas con soluciones, mismas que comparten el espacio con una biblioteca que guarda obras de Marcuse, Hegel, Kant, Nietzsche, Rousseau, Montesquieu, Lenin, Guevara, Fuentes, Vargas Llosa y Moro.
Bajo un tejado musgoso, junto a un pequeño jardín que desprende aroma a romero y yerbabuena, y con el cacaraqueo de las gallinas del corral vecino, Marichuy se sentó frente a un par de reporteros y comenzó a hablar con naturalidad.
Hace 21 años, cuando comenzó el CNI, ¿cuáles eran los problemas de la comunidad nahua de Tuxpan?
La discriminación en la región […] Los hombres, que tenían que salir a Ciudad Guzmán a algún otro lugar y tenían que rentar un traje para poder ir, si no, no los iban a recibir. A mí me tocó ser testigo. Ir al médico y verlos así con calzón y con huarache, no los atendían […] La tierra; aquí era comunidad indígena, toda la tierra era comunal. Pero luego llega un momento donde la comunidad no presenta documentos que avalen que las tierras son comunales, entonces, ¿qué hacen? Se las reconocen pero como ejido.
-Además- como trajo mucho dinero la papelera –fábrica Atenquique- ya fue cambiando la mentalidad de los habitantes de que se sentían más superiores los que trabajaban en Atenquique que los que trabajaban la tierra, como el choque.
En Tuxpan, ¿cómo construyen su autonomía?, ¿de qué forma siguen los acuerdos de San Andrés?
La intención es que el indígena se sienta identificado; eran los primeros que habitaron este país y no eran personas de segunda o de tercera sino dueños de este México y tienen que sentirse orgullosos. Lo de la tierra es más difícil […] Lo vemos más complicado porque decíamos “bueno, vamos a recuperar las tierras, pero va a haber muchos muertos”. Teníamos que buscarle cómo para que a la par se recupere pero a la vez se meten amparos o documentos más arriba para que sea visible. Se ha avanzado poco. Pero pensamos que se han ido consolidando y sobre todo la gente se ha ido concientizando que tenemos que ser dignos y que nos respeten.
¿Y los jóvenes? ¿Se sienten parte de la cultura náhuatl?
Venían a dar talleres los de la Universidad –de Guadalajara- para los jóvenes indígenas […] y decían «¿sabes qué, Marichuy? Ya no vamos a ir porque a los muchachos les pregunté y dijeron que ellos no eran indígenas”. “¿Cómo –le digo-?, ¿entonces qué son? ¿Gringos o qué?”. Nos entró la preocupación de hacer labor con los muchachos, con los jovencitos. No sé qué significa para ellos ser indígenas, dirán que como no traen un taparrabos. Como que nos olvidamos mucho de la historia, de conocer la raíz. Yo pienso que aunque ya no vistan, aunque ya no hablen, pero si nacieron así en la comunidad son indígenas, les guste o no les guste.
¿Cuál es el objetivo de su aspiración presidencial?
Nosotros –el CNI- al ir trabajando autonómicamente hemos visto que cada vez la situación está más crítica y sobre todo en este alto que se hizo al cumplir los 20 años.
Todo eso se volvió a poner y se dijo que la problemática se había agudizado. Eso fue en octubre de este año pasado -2016-. Entonces se dijo “es que tenemos que hacer algo más porque ya una simple declaración o un pronunciamiento ya no nos va a hacer mucho beneficio”, porque además la gente ya lee menos. Dijeron “es que hay que hacer algo más”, y fue cuando se analiza participar en este proceso 2018. Pero se analiza de tal forma de que no tanto vamos a poner un candidato y ya llegamos al poder. No. Se analiza que tenía que ser muy diferente.
¿Cuál era la finalidad de hacer visibles todos estos problemas? Volverlos a poner sobre la mesa de discusión a nivel nacional porque los medios iban a voltear, se iban a ver obligados de ver a los pueblos y era el momento de que los pueblos hablaran, que ellos mismos dijeran “estos son nuestros problemas, no es cierto que se están solucionando, no es cierto que los programas nos están ayudando, no es cierto que nos consultan si sí o no queremos”. Era con ese fin. Dijeron “vamos a pasarnos, hay que usar sus mismas herramientas, pero para hacernos visibles. No tanto para entrarles en su juego, no. Hay que usarlos, pero los vamos a usar a nuestra manera”. Por eso decían “vamos a echarles a perder su fiesta”, ¿por qué? Porque es una fiesta de ellos que se hace cada periodo electoral. Ellos ya saben cómo hacen tanta propaganda, tanto dinero que se gasta muchísimo. Contaminación, manipulación e imposición. Ellos saben quién va a quedar, nomás están haciendo un circo electoral.
Entonces pues no es de llegar al poder sino de organizarnos. Que el recorrido nos permita eso, organizarnos, y poder llegar a comunidades que ahorita es muy difícil llegar por lo del crimen organizado.
¿Cuál es la estrategia para atraer a las personas que no se organizan y que siguen esperando soluciones de los partidos políticos?
Se va a recorrer el país. Esa es la tirada: ir caminando en comunidades. Y ya en ese recorrer de las comunidades pues también de la ciudad. Y pues la estrategia va a surgir de abajo. Nosotros en un principio vamos a ir a escuchar, que ellos planteen los problemas que tienen. Nosotros dar a conocer lo que hemos visto, cómo hemos visualizado la situación de México y, bueno, si hay esa coincidencia con ellos, pues ir articulando esa fuerza.
¿Marichuy sigue su vida normal?
Pues la reacción de la gente como que no alcanzan a entender. Dicen “¿qué vas a la presidencia del municipio?” Les digo “No. Voy más allá”. Ya hay como toda esa idea que se han puesto desde arriba de que solamente los que andan allá y le saben son los que participan. Pero hay otras personas que han estado más constantes viendo el proceso, y son las que están muy entusiasmadas y sienten como una esperanza.
¿El CIG le tiene miedo a algo?
Sabemos cómo se las juega el gobierno. La estrategia que usa para reprimir a las comunidades y callar donde hay organización. Trata de intimidar, sobre todo con esta parte de crimen organizado. Pensamos que no nos debe de paralizar el miedo, claro que sí hay temor porque pues somos personas, sentimos. Pero dijimos “no tenemos que paralizarnos ante esto porque entonces menos vamos a poder hacer”. Y pienso que este proyecto que nos hemos propuesto impulsar desde abajo es un proyecto de vida para todos. Si el mismo gobierno empieza a reprimir, va a ser más visible su rechazo a la vida porque en realidad lo que traemos es eso: queremos seguir viviendo, queremos seguir conservando lo que da vida a todos, porque no solamente es a las comunidades, queremos vida para los que vienen atrás, niños. Queremos que haya más México para adelante.
Y si el luchar por la vida es dar la vida, bueno pues si otros van a tener vida, yo pienso que con gusto la damos, pero con tal de que se respete la vida de los demás. Si de por sí ya se está reprimiendo a la gente, si de por sí ya nos están matando a nuestra gente, y no son visibles los problemas que se tienen y por lo cual muere mucha gente, pues pensamos que en este proyecto es importante alzar la voz, es importante que escuchen los demás que no está bien en las comunidades el proyecto que están imponiendo. Y que sepan que los pueblos indígenas no están de acuerdo en que unos pocos estén saqueando esas riquezas y se estén beneficiando esos pocos.
¿Es ésta la última oportunidad para que los pueblos indígenas de México logren sus objetivos?
Yo lo veo desde aquí, desde la comunidad, cómo hay tanta introducción de invernaderos, aguacateras, contaminación de las aguas. Y en otras comunidades están más fuertes –los problemas-, donde les están matando gente porque se les están oponiendo más directamente.
Es una situación de guerra, así lo vemos, muy fuerte el despojo territorial […] Y creemos que esto puede llegar a ayudarnos a llegar a comunidades donde todavía no están participando en el CNI, a articular esas otras fuerzas principales. Esa es la tirada con los pueblos indígenas y comunidades. Y también hermanos de la sociedad civil de la ciudad que sientan también la misma situación de despojo. Como ir articulando todas estas fuerzas y que surja desde abajo un nuevo proyecto para México.