Organización para enfrentar la pobreza
“Unión y Trabajo del Pueblo” es la red de 18 cooperativas de ahorro, crédito y consumo, ubicadas en la zona cañera de la región sur de Jalisco que decidieron integrarse. En la actualidad sólo ocho sobreviven.
Cinco personas compartieron con El Puente su experiencia y compromiso con esta forma de organización. El viernes 16 de agosto, en Zapotiltic se llevó a cabo este encuentro donde participaron José Luis Rodríguez y María Arriaga de Tamazula, Indelisa Cortés de san José de la Tinaja, Víctor Vázquez, actual presidente de la red, y Armando Pérez de Zapotiltic.
María Arriaga compartió el origen de esta forma de organización: “Las cooperativas no nacieron por generación espontánea ni por casualidad. Han sido fruto de una reflexión de fe y de la decisión de buscar una respuesta alternativa y evangélica a la situación de pobreza que se vive”.
José Luis Rodríguez, socio de la cooperativa “Esperanza del mañana”, de Naranjitos, Tamazula habló sobre el proceso inicial que siguen todas las cooperativas: “Quien decide ser socio, el requisito indispensable es participar en el taller de inducción. En este taller se conocen los principios cooperativistas que son la base para entender las cooperativas como escuelas de organización, solidaridad y democracia que animan a las personas a poner en común sus recursos, saberes y habilidades”.
Al preguntarles sobre los beneficios que acarrean las cooperativas, estos fueron sus comentarios: “Adquirir el hábito de ahorrar, contar con un guardadito para las necesidades que se presentan y tener la oportunidad de conseguir préstamos al 1% mensual y a un año de plazo, son algunos de los beneficios que aportan las cooperativas”, dijo Armando Pérez. Por su parte, Indelisa apuntó: “Ser socio de la cooperativa es un respaldo frente a las necesidades familiares y una experiencia que genera amistad y convivencia entre los socios”.
El presidente de la cooperativa “Unidos para crecer” Daniel Vázquez expuso: “La buena administración y transparencia del dinero da confianza a los socios y es la mejor promoción para que la gente se asocie a las cooperativas”. Por último, María Arriaga comentó: “Una cosa importante que se debe valorar, y que pasa desapercibido, es que las cooperativas convocan a una minoría que busca ser fermento en las comunidades”.
Luego de escuchar su palabra sobre los beneficios que ofrecen las cooperativas, se les cuestionó el por qué en los últimos trece años en vez de crecer han entrado en una etapa de debilitamiento y donde varias cooperativas han desaparecido. Los invitados fueron tomando la palabra y señalaron varias causas que organizamos en tres apartados.
La primera tiene dos caras. Una se refiere a la mala administración del dinero y al abuso de confianza de parte de los miembros del Consejo de Administración. Las complicidades los llevan a no respetar los estatutos ni los principios del cooperativismo. La otra es la actitud de la mayoría de los socios que sólo buscan su beneficio económico y no el bien comunitario ni el cumplimiento de sus obligaciones, sobre todo en el pago de los préstamos.
La segunda, es la falta de una formación continua. La mayoría de los socios se quedan con el taller de inducción. En las asambleas mensuales se tocan muchos asuntos referentes a la organización, pero no hay espacio para el aspecto educativo que es fundamental para dar un salto cualitativo en los procesos. El deseo de ser organizaciones para el cambio se ha quedado en los nombres de las cooperativas, no en la práctica. Se han quedado en un cooperativismo paternalista dependiente de los asesores y coordinadores.
La tercera es la poca visión sobre su papel como escuelas de organización solidaria, su falta de compromiso con sus comunidades y de apertura con otras experiencias que están luchando, desde diferentes trincheras, por un cambio en el modelo de desarrollo basado en la solidaridad. Sus procesos están centrados en dar respuestas paliativas a la situación de pobreza, no en las causas estructurales que la originan.
La situación de estas cooperativas, descrita por los entrevistados tiene varias lecturas. Pero una cosa clara, ante el incremento de la pobreza en México es que los programas asistencialistas promovidos por el gobierno no son la solución. Que el camino es promover la vida digna favoreciendo la organización y participación del pueblo, a través de organizaciones solidarias. Y que las cooperativas son una respuesta alternativa ante la pobreza que se deben promover en nuestras comunidades, tal como lo señala la primera prioridad de nuestro Cuarto Plan Diocesano de Pastoral.
Publicación en Impreso
Edición: 131
Sección: Página Viva
Autor: Luis Antonio Villalvazo