Nuestra misión es recrear la vida y la misión
La lectura del artículo del P. Lorenzo Guzmán titulado “Los seglares, el futuro de la Iglesia” me hizo recordar lo que el P. Jesuita Humberto José Sánchez, hace dos años, nos comentó en la asamblea parroquial cuyo tema central fue acercarnos al documento de Aparecida para conocer su estructura y sus ejes temáticos.
Revisando mis apuntes, encontré sus palabras textuales con que inició su participación: “Los laicos, son el futuro de nuestra Iglesia. El momento histórico que vivimos es una hora de gracia que debemos convertir en un nuevo pentecostés”. Luego fue hilvanando su plática comentando, entre otros, los siguientes puntos. La vida que Jesús vino a traernos es el tema central en el mensaje evangélico y el núcleo del texto de Aparecida. La vida es un regalo que debe compartirse y convertirse en misión. Por eso, el llamado que nos hace a los bautizados a convertirnos en auténticos discípulos misioneros no es un simple deseo ni una acción voluntarista, sino el compromiso de emprender una nueva propuesta evangelizadora que tenga como meta recrear la vida y la misión dentro de la sociedad que vivimos, y como sujeto la comunidad de todos los bautizados.
Y, refiriéndose directamente a los seglares, afirmó: “El futuro de nuestra Iglesia está en ustedes. El reto es vivir nuestro bautismo y confirmar nuestra fe a través de un servicio a la comunidad. Muchos se quejan de que no los dejan participar, pero el hecho es que la mayoría no tienen conciencia de su misión, y otros muchos, sabiendo su misión, no quieren participar. Es cierto que algunos “curas”, dan espacios a los seglares pero no porque queramos, sino porque ya no podemos con la chamba pastoral. El Vaticano II abrió las puertas al laicado, pero poco a poco las ha ido cerrando. Porque en el fondo prevalece la idea de que los clérigos son la primera categoría y los seglares son bautizados de “segunda” clase. Falta profundizar en la ministerialidad para imprimir un rostro laical en todas las acciones de evangelización.
En el terreno de las aplicaciones prácticas, exhortó a valorizar el aspecto humano para factor indispensable para construir la comunidad y reconstruir el tejido social. No olvidemos que una tarea esencial es, contra toda esperanza y desengaño, aprender a vivir en comunidad porque somos humanos y porque nos necesitamos unos de otros. Es necesario desterrar la experiencia de vivir como las canicas: juntas pero siempre golpeándonos. “Sólo unidos y caminando juntos, podemos hacer algo por la justicia y en contra de la pobreza”, terminó diciendo.
Publicación en Impreso
Número de Edición: 101
Sección de Impreso: Vida en nuestras parroquias
Autor: P. Luis Antonio Villalvazo