No todo en el deporte es gloria
Brasil se convertirá en el protagonista principal del verano. Durante la celebración de la Copa Mundial de Futbol el mundo entero tendrá su mirada puesta en la nación carioca. Sin embargo este Mundial será distinto a los anteriores. Con una sociedad cansada de los abusos del gobierno y que cuestiona la forma en que éste destina sus inversiones, el escenario del Mundial se anuncia complejo.
Fuera de la cancha y los programas deportivos, los brasileños esperan mostrar al mundo su inconformidad frente a su gobierno, ya lo hicieron el año pasado durante la celebración de la Copa Confederaciones y se espera que lo vuelvan a hacer durante el Mundial. Por ello, esta edición de El Puente presenta un análisis sobre las otras realidades de Brasil, las que no aparecen en los informes de la FIFA ni en voz de los comentaristas deportivos; realidades humanas que no deben pasarse por alto, y sobre todo que no deben ser silenciadas a favor de una fiesta deportiva. La desigualdad social, los problemas económicos y la delincuencia son problemas que atañen a buena parte de las naciones latinoamericanas y Brasil no es la excepción.
Así esperamos mostrar la otra cara del mundial, la de la gente que no se beneficiará de él y que por el contrario tendrá que cambiar su rutina para poder garantizar la organización de la justa deportiva. La invitación es a disfrutar de los partidos sin ignorar lo que sucede en las calles de Brasil.
La Copa del Mundo y sus expectativas fuera de la cancha
Por: Héctor Alcaraz cc669852@iteso.mx y Guillermo Rodelo memo51_sg@hotmail.com
A poco más de un mes de que comience la Copa Mundial de la FIFA en Brasil, los amantes del futbol ya viven la fiebre de la competencia deportiva por excelencia del planeta. Las preguntas más frecuentes en relación a la justa de este verano, se centran en el ámbito puramente futbolístico.
Algunas de estas preguntas son si ¿Podrá Brasil vencer a sus traumas de 1950? ¿Será este el Mundial que termine de consagrar de manera unánime a Messi como el mejor futbolista de todas las épocas? ¿Será capaz Uruguay de revivir al fantasma de Maracaná? ¿Qué hará España, campeona defensora? ¿Llegará Cristiano Ronaldo en plenitud física? ¿Tendrá México la capacidad de clasificarse en su muy exigente grupo con Brasil, Croacia y Camerún? ¿Habrá alguna selección de las no habituales que se meta a instancias decisivas?
Incógnitas dentro del campo hay varias, algunas con morbo incluido, a partir de unos antecedentes que han quedado marcados en la historia del balompié, y otras que plantean un debate estrictamente concerniente a los resultados que se puedan dar en cada partido. Lo cierto es que el entorno futbolístico mundial ya espera con ansias el jueves 12 de junio, para comenzar a encontrar respuestas de una vez por todas.
Hay otro tipo de preguntas que también giran alrededor del contexto mundialista y que pueden definir el éxito de Brasil 2014 desde una óptica no precisamente deportiva. Son las expectativas externas a las canchas, que una competición del tamaño de la Copa del Mundo genera en materia política, económica y social.
Han sido muy difundidas las dificultades en cuanto a la capacidad de Brasil para terminar las obras de infraestructura en tiempo. Si bien los rezagos en los aeropuertos y en la infraestructura son visibles, se espera que lleguen más de 600 mil turistas al país amazónico durante junio y julio, meses en los que se llevará a cabo la justa mundialista. Esto propiciará incrementos significativos en los costos de servicios de industrias como la restaurantera, la hotelera y las tarifas de vuelos.
Estas tres instancias constituyen una décima parte del Indicador de Precios al Consumidor (IPCA), y se prevé que el incremento en sus costos sitúe al Gobierno de Brasil, encabezado por Dilma Rousseff, en una problemática inflacionaria, en un momento en que ya se ha alcanzado el 6.19 % en este ámbito.
Aunque se espera que igualmente se deriven factores positivos del Mundial, pues se sumaría medio punto porcentual al crecimiento económico de la nación sudamericana y se generarán miles de empleos, la inflación y el crecimiento que continúa siendo débil, han contribuido a la caída en la popularidad de Rousseff de cara a la búsqueda de una eventual reelección en octubre del presente año.
Según las declaraciones efectuadas en Belo Horizonte por parte de Reginaldo Nogueira, Profesor de Economía de la Escuela de Negocios IBMEC, el incremento en los costos derivado de la Copa del Mundo, podría situar el objetivo anual de Brasil con respecto a la inflación fuera de los rangos presupuestados entre 2.5% y un 6%.
Con la amenaza inflacionaria en mente, el gobierno brasileño ya ha comenzado a tomar acciones como controlar los precios en la gasolina y calmar, en la medida de lo posible, las subidas en el precio de los energéticos como la electricidad y el gas. No obstante, será muy complicado evitar que los costos despeguen durante el Mundial, de acuerdo a lo expuesto a la agencia Reuters, por dos altos funcionarios del gobierno.
Luiz Roberto Cunha, asesor del gobierno en datos de inflación y profesor de Economía, mencionó que es normal que todos los países organizadores de Copas del Mundo sufran inflación en sus precios durante el transcurso del torneo.Sin embargo, también subraya que la tendencia en este caso sería que se resintiera más el alza de costos, pues se trata de un país en el que la inflación ya es alta por naturaleza y donde se dan otra clase de factores domésticos, como los contratos anuales que se firman para que se generen subidas en los arriendos y otros precios. Además, los altos gastos del gobierno e incluso una sequía que ha estimulado el incremento en el precio de los alimentos, son otras variables que terminan de condicionar la situación.
La gran extensión territorial de Brasil es otro dato a considerar a la hora de hablar de las expectativas económicas de este Mundial. Serán 12 las sedes que reciban la máxima competición del balompié, por ello la inflación se convertirá en un denominador común en prácticamente todo el país; es decir, cualquier alza en los precios se extenderá por la nación entera.
Se estima que en Brasilia, que es una de las urbes más caras de Brasil, una noche en un hotel de cuatro estrellas durante la competición, costará alrededor de 600 dólares; y aquel que quiera gozar del máximo lujo, deberá de pagar hasta aproximadamente 10 mil dólares por noche.
Existen por otra parte, amenazas de huelga de los trabajadores de los aeropuertos y de los sistemas de transporte subterráneo, lo que ocasionaría un eventual incremento en los sueldos y con ello, una inflación en el costo de productos y servicios.
En resumen, los ojos del mundo están en Brasil. Se pensaría que esto es bueno porque el país amazónico tendrá la oportunidad de mostrar su capacidad de organización y su poder de convocatoria turística, sin embargo esta oportunidad se presenta como un arma de doble filo, en la que los ojos del mundo podrán ver no sólo las competencias deportivas, sino también el clamor de un pueblo que reclama cambios en la forma en la que se ha llevado la política económica, y sobre todo que cuestiona la organización de eventos internacionales a expensas del bienestar social de una nación.