Los obispos de Brasil confirman la identidad y misión de las CEB
En este tiempo de gracia que Dios ha concedido a la Iglesia de América Latina y de El Caribe, uno de los puntos que ha llamado la atención a amplios sectores de la Iglesia, ha sido el de las Comunidades Eclesiales de Base (CEB). Muchos apostaban a la descalificación de las mismas y a la condenación de la tradición eclesial teológica de las Conferencias Episcopales Latinoamericanas anteriores. Pero la realidad fue distinta. Aparecida confirmó el caminar de la Iglesia y su experiencia comunitaria, así las CEB han sido confirmadas en su identidad y misión en el “Documento final de Aparecida”. Por esto se ha iniciado en todo el continente una etapa de «Relanzamiento de las CEB».
Varias Conferencias nacionales de los Obispos se han interesado en el tema de las CEB y han dedicado tiempo al diálogo sobre su identidad y sobre su oportunidad para la Iglesia actual. Entre ellas las conferencias de los Obispos de Argentina, México y Brasil. Estos últimos no únicamente han dialogado sobre el tema en el pleno de la Conferencia de Obispos, sino también han publicado un documento. En este escrito, quiero comentar sus puntos más importantes.
El 12 de mayo de este año, se publicó el documento de los Obispos brasileños, con el título «Mensaje al Pueblo de Dios de las Comunidades Eclesiales de Base». En él, además de reafirmar lo dicho en documentos anteriores de la misma Conferencia, hay nuevas reflexiones sobre estas comunidades eclesiales en la base del pueblo de Dios.
¿Cómo vivir en comunidad en una sociedad globalizada y urbana?
El primer punto que llama la atención son tres grandes desafíos que se le presentan a las CEB. En una sociedad globalizada y urbana, ¿cómo vivir en comunidad? Nacidas las CEB en un contexto todavía en gran parte rural, ¿serán capaces de adaptarse a los centros urbanos, que tienen un ritmo de vida diferente y son caracterizados por una realidad plural? Ciertamente las CEB nacen y florecen con más vivacidad en los ambientes de las periferias de las ciudades y en el campo, pero tienen el gran desafío de surgir y dar frutos en los ambientes urbanos. Ahí encuentran más dificultades.
¿Cómo trasmitir la fe a las nuevas generaciones?
“¿Cómo trasmitir a las nuevas generaciones las experiencias y los valores de las generaciones anteriores, inclusive la fe y el modo de vivirla?” Las generaciones jóvenes, más identificadas con la modernidad y la post modernidad, pasan no únicamente por crisis en la fe, sino también cultural. Aceptan más las actitudes de individualismo, de falta de solidaridad y búsqueda del bien común, que dificultan la vivencia de comunidad entre ellos. Se les facilita el diálogo digital a través de la computadora, pero no así el diálogo interpersonal. Los atraen más los acontecimientos masivos, que las vivencias personalizantes.
¿Cómo afrontar los retos de la globalización?
La globalización es el más grande de los desafíos que se les presenta, no únicamente a las CEB sino también a la Iglesia; porque tiene consecuencias graves para la vida diaria de las personas. La globalización tal como se presenta, no va en la línea del desarrollo humano que proponen la Doctrina social de la Iglesia. «El mercado corroe la estructura de sociabilidad básica que se expresa en las relaciones de tipo comunitario. En la medida que la globalización avanza, expulsa las relaciones de cooperación y solidaridad e introduce relaciones de competencia en las que el más fuerte es quien más avanza», afirman los Obispos brasileños. Por esto, es preciso valorizar las experiencias de sociabilidad básica: las relaciones fundadas en el movimiento de dar-recibir-retribuir. «Son las relaciones de reciprocidad las que, promoviendo la solidaridad que es la fuerza de los pobres y pequeños, permite que se diga que personas simples, haciendo casas pequeñas, en lugares poco importantes, consiguen cambios extraordinarios». Estos son, entre muchos otros, los desafíos de las CEB, que invitan a la búsqueda de una nueva imagen de éstas.
Tocando una nueva dimensión en el compromiso social de estas organizaciones, los Obispos exhortan a las CEB a mantenerse firmes en la dimensión social de la fe y en la búsqueda de la liberación integral de los pobres. Y recomiendan especialmente el campo del cuidado de la casa común: la ecología y el campo de la economía solidaria para devolverle a la economía el sentido que tiene: ser «la actividad destinada a garantizar la base material de la vida personal, familiar, social y espiritual. Contribuyen así a que el trabajo humano, más allá de ser el lugar de edificación de la dignidad humana y la promoción de la justicia social, sea también responsable de la promoción y del desarrollo sustentable.» Afirman que la Iglesia, por tanto, también las CEB, no tienen el monopolio del Reino de Dios y que habiendo organizaciones que buscan la liberación integral, aunque no tengan la motivación desde la fe, las CEB, participen en la búsqueda del bien común en esas instituciones sociales.
Los Obispos finalizan con este mensaje: «Al concluir estas reflexiones, queremos agradecer a Dios por el don que las CEB son para la vida de la Iglesia, por la unión existente entre nuestros hermanos y sus pastores, y por la esperanza de que este nuevo modo de ser Iglesia vaya convirtiéndose siempre más en fermento de renovación en nuestra sociedad” (CNBB 25,94) y de nuestra Iglesia.
Este documento anima a vivir la identidad eclesial de las CEB y a vencer los desánimos por las dificultades del camino. Los pastores que acompañan el proceso de las CEB deben estar articulados entre ellos, para que así puedan vivir la colegialidad, que se da no únicamente entre los obispos, sino también entre los que las asesoran y las presiden.
Publicación en Impreso
Número de Edición: 104
Autores: P. José Sánchez Sánchez
Sección de Impreso: Luz y Fermento