Los laicos son el futuro de la Iglesia

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El día 20 de noviembre, nuestro Obispo, Don Rafael León Villegas, entregó a la Diócesis el 4º Plan Diocesano de Pastoral. Se trata del Plan con el que nuestra Iglesia Particular caminará durante los próximos seis años, a partir de este 2010 y hasta el 2016. El Plan está en función del cumplimiento de la misión que tenemos como Iglesia en medio de la realidad del Sur de Jalisco: anunciar el evangelio, formar discípulos misioneros y construir el Reino de Dios.

El Plan no es una tarea que le competa solo al Obispo y a los sacerdotes o, cuando mucho, a los consagrados y consagradas, sino que es responsabilidad de todos los miembros de la Diócesis y, en especial, de los laicos y laicas, dado que son la mayoría de los bautizados: el Obispo es uno y los sacerdotes 110, los consagrados y consagradas integran 30 comunidades y los laicos son alrededor de 450,000.

En este artículo trataré de que se tome conciencia de parte de los laicos y laicas sobre su participación en la ejecución del Plan, pues se espera que sea activa y creativa, como expresa el Documento de Aparecida al referirse a este aspecto: «Ellos [los laicos] han de ser parte activa y creativa en la elaboración y ejecución de proyectos pastorales a favor de la comunidad» (No. 213). Ya lo han sido muchos en la elaboración del Plan, ahora sigue su ejecución.

Los laicos

En este momento me vienen a la mente las preguntas que continuamente escucho: ¿Qué es un laico? ¿Quiénes son los laicos? ¿Por qué nos llamamos así? El término laico se deriva de una palabra griega, “laos”, que significa “pueblo”. Laicos son entonces los miembros de un pueblo, que en este caso es el Pueblo de Dios, es decir, la Iglesia. Pero también esa palabra tiene la terminación “icos”, que viene del griego “ikos” y que indica algo particular, una diferencia, dentro del mismo pueblo.

Así lo aclara el Concilio Vaticano II en su constitución sobre la Iglesia, al expresar que “por el nombre de laicos se entiende […] todos los fieles cristianos, a excepción de los miembros que han recibido un orden sagrado y los que están en estado religioso reconocido por la Iglesia” (No. 31). Los laicos son pues prácticamente la mayoría de los miembros de la Iglesia. Los diáconos, presbíteros y obispos, quienes, sin dejar de ser miembros del mismo Pueblo de Dios han sido consagrados por el sacramento del Orden sacerdotal, no son laicos, como tampoco lo son los religiosos y religiosas, comúnmente llamados frailes, monjes y monjas.

La diferencia entre laicos y no laicos está en el estilo de vida que se lleva y en los espacios propios para anunciar el Evangelio, que es la tarea común que tenemos todos los bautizados, puesto que somos profetas, sacerdotes y reyes. Los laicos pueden vivir como casados o como solteros, uno de los dos estilos de vida. Y donde les toca anunciar el Evangelio es “en todas y a cada una de las actividades y profesiones, así como en las condiciones ordinarias de la vida familiar y social con las que su existencia está como entretejida”, como lo expresa el mismo documento del Vaticano II.

“A los laicos pertenece por propia vocación buscar el reino de Dios tratando y ordenando, según Dios, los asuntos temporales” (Id.), es decir, la economía, la política, el trabajo, los medios masivos de comunicación, la educación, la cultura, la sociedad… Pero, por la consagración bautismal, los laicos también tienen la responsabilidad de trabajar por vivir en comunidad en sus barrios, colonias y ranchos, anunciar el Evangelio, servir, orar, celebrar. Son, como se dice, el corazón de la Iglesia en medio del mundo y el corazón del mundo en medio de la Iglesia.

El Plan diocesano

Para ayudarnos a vivir la misión de la Iglesia como Diócesis tenemos una herramienta: el Plan Diocesano. Y si Aparecida señala que los laicos y laicas “han de ser parte activa y creativa en la elaboración y ejecución de proyectos pastorales a favor de la comunidad” es precisamente porque ellos tienen un rol propio en la vida y la misión de la Iglesia, rol que está fundado en los sacramentos del Bautismo y la Confirmación.

En la Diócesis, desde sus inicios en el año 1972, se ha trabajado para que los laicos y laicas tomen conciencia de que son sujetos de la misión de la Iglesia, de que tienen derechos y deberes en la evangelización, y se han buscado los medios y mecanismos necesarios para que en la práctica asuman su tarea, en corresponsabilidad con los demás miembros del Pueblo de Dios: Obispo, presbíteros, diáconos, consagrados y consagradas.

En la elaboración de los cuatro planes pastorales de nuestra Diócesis, ha habido una buena participación de laicos y laicas, ejerciendo sus derechos. En este cuarto Plan, recién promulgado por nuestro Pastor, ellos tienen el campo abierto para participar en su ejecución. ¿Cómo hacerle? Primeramente conociéndolo, estudiándolo, reflexionándolo y dándolo a conocer; luego, buscando los caminos para llevarlo a la práctica en la vida concreta de sus barrios, colonias y ranchos, de sus parroquias y vicarías.

Activos y creativos

Nuestros Obispos piden que la participación de los laicos y laicas en la elaboración y puesta en práctica de los planes pastorales sea de manera activa y creativa. Para lograrlo se necesita mucho más que conocerlo a través de su lectura; es fundamental enamorarse del Plan, hacerlo parte de la propia vida y misión, hacerlo espejo donde se refleje su barrio y parroquia, convertirse en misioneros siguiendo las indicaciones, principios y propuestas que el Plan ofrece.

Como miembros del Pueblo de Dios, los laicos y laicas han de saberse y sentirse responsables de la misión de la Iglesia, misión que estará orientada durante los seis años próximos por el Plan diocesano. Eso fue lo que expresó con esperanza el fallecido Papa Juan Pablo II en la Exhortación sobre la Iglesia en América: “La renovación de la Iglesia en América no será posible sin la presencia activa de los laicos. Por eso, en gran parte, recae en ellos la responsabilidad del futuro de la Iglesia” (No. 44).

De entre los laicos, a quienes corresponde de modo más concreto por su participación en la vida de la comunidad, es a los Agentes de Pastoral, es decir, a todos aquellos que ya están dando algún servicio, a los que se les ha encomendado una responsabilidad pastoral o a quienes han sido reconocidos como ministros. Se trata de catequistas, coordinadores de grupos de reflexión, ministros de la Comunión, celebradores de la Palabra, coordinadores de grupos de adolescentes y jóvenes, catequistas de prebautismales y prematrimoniales, promotores de Organizaciones básicas, etc.

Es precisamente en estas personas sobre las que recae la responsabilidad de asumir y llevar a la práctica el 4º Plan Diocesano de Pastoral. A ellas les encomendó de manera especial el Señor Obispo esta tarea, en el momento de la entrega del Plan, durante la 7ª Asamblea Diocesana Post-sinodal, realizada en Techaluta, Jal.

Conclusión

Los laicos y laicas son protagonistas en la vida de la Iglesia diocesana. En sus manos está prácticamente la evangelización de los barrios, colonias y ranchos de las parroquias del Sur de Jalisco. De ellos depende fundamentalmente el caminar pastoral de nuestra Diócesis en su esfuerzo por vivir la misión continental. De su acción y creatividad depende que el 4º Plan Diocesano de Pastoral sea conocido, estudiado, asimilado y realizado, como lo expresó nuestro Pastor al presentarlo.

Termino recordando lo que a propósito de esto externó Don Rafael: “Es un imperativo que este Plan vuelva a todas las parroquias; por eso van a ser entregados ahora […] a las parroquias y a sus barrios, colonias y ranchos, hasta los rincones más apartados de la Diócesis, de modo que sea leído, reconocido, estudiado, asumido y debidamente llevado a la práctica durante los años de su vigencia, con el apoyo de los párrocos, vicarios y coordinadores de las diversas pastorales, de modo que vaya animando la acción pastoral en todas las comunidades”.



Publicación en Impreso

Número de Edición: 101
Sección de Impreso: Vida en nuestras parroquias
Autor: P. Lorenzo Guzmán

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