Los jóvenes en la preocupación de la Iglesia
Del 27 de febrero al 1 de marzo se realizó en la comunidad de Hidalgo Joshil, Municipio de Yajalón, Chiapas, el Encuentro anual de diáconos de la diócesis de San Cristóbal de Las Casas.
A este Encuentro concurrieron los diáconos y los candidatos al diaconado indígena permanente, junto con sus esposas, catequistas, los agentes de pastoral y los dos obispos. También acudieron los “Principales” que son personas de autoridad moral que acompañan a los diáconos en su ministerio. En esta ocasión llegaron jóvenes representantes de las siete zonas pastorales de la diócesis. En total, cerca de 900 personas.
El tema que reflexionamos durante cuatro días fue: “Los jóvenes en nuestras culturas”. La razón para elegir este tema es el profundo cambio cultural que sufren los y las jóvenes, y que afecta a su vida personal, su relación con la familia, con la Iglesia y con el entorno social. La problemática de los jóvenes abarca desde pandillas, drogadicción, “NINIS”, jóvenes atrapados en la red del narcotráfico o en el alcohol, violencia intrafamiliar, alejamiento de la Iglesia. Por esto, el objetivo que se fijaron los diáconos para este Encuentro, fue: “Nosotros, como servidores y servidoras desde la Palabra de Dios, queremos compartir con los jóvenes nuestras experiencias y las experiencias de nuestros mayores, para enamorar los corazones de nuestros retoños, fortalecerlos en nuestros valores culturales, y recuperar la raíz de nuestros antepasados, el respeto a la Madre Tierra y a la humanidad”.
El abordaje del tema lo hicimos desde diversos puntos de vista: escuchamos a los jóvenes sobre cómo se sienten; las comunidades dieron su opinión acerca de los jóvenes. Escuchamos el aporte bíblico, teológico, del Magisterio, cultural. Y finalmente se propuso un análisis más de tipo psicológico y sociológico para abordar la experiencia de los jóvenes en este proceso de transformación cultural.
Para ayudar en la reflexión de esta problemática fuimos invitados seis asesores: los obispos Felipe Arizmendi y Enrique Díaz, la Hermana Cuca, Jorge Santiago, el P. Alejandro Guerrero S.J. y un servidor.
Ahí estaban los pueblos tseltal, tsotsil, ch’ol, tojolabal, zoque y mestizo. En torno al Altar Maya sembramos nuestra candela (vela), aspiramos el aroma del copal, hicimos oración, guiados por el principal. Se escuchaban 900 voces como una armonía de cascadas. Al final, hicimos la danza ritual, cuatro piezas ejecutadas por los músicos tradicionales. El sonido del caracol venía a completar la armonía de las voces.
Ya hacia el final del Encuentro buscamos algunas pistas para el trabajo con los jóvenes. De las diferentes reflexiones vertidas durante el Encuentro, rescatamos seis pistas que propusimos a toda la asamblea.
Primero, tomar conciencia de la nueva situación que vivimos. Después, conocer el corazón de los y las jóvenes, sus sueños, el mundo nuevo que quieren construir. En tercer orden. Acompañar a los jóvenes con actitudes de escucha, cercanía y cariño. Además ofrecer a los jóvenes espacios de encuentro, tender puentes hacia ellos y ellas; en lo artístico: canto, música, teatro, títeres; en el deporte. En quinto lugar es necesario que los padres de familia recuperen su papel de formadores de los niños, adolescentes y jóvenes. Y por último acordamos trabajar con los servidores y servidoras adultos de la comunidad, para que tengan conciencia de la nueva situación por la que atraviesan los jóvenes.
El aporte de una Iglesia
La experiencia del Diaconado indígena permanente en la Diócesis de San Cristóbal de Las Casas marca un hito de primerísima importancia en la puesta en marcha del Concilio Vaticano II. En la Constitución dogmática No. 29 y en Ad Gentes No. 16 se determina que se restaure el Diaconado permanente en la Iglesia, tal como aconteció en la Iglesia primitiva.
En América Latina, gracias al impulso dado por Mons. Samuel Ruíz García como Presidente de la comisión episcopal de la pastoral indígena, el proceso de inculturación del Evangelio avanzó bastante. Esto se puede advertir en la diócesis de San Cristóbal. El diaconado se presenta como un ministerio inculturado. Los aspirantes al diaconado son elegidos por su comunidad, aprobados por su zona pastoral, tienen un proceso de formación junto con sus esposas, los acompañan sus principales, ejercen su ministerio en forma totalmente gratuita, tienen una honda espiritualidad que se nutre de dos vertientes: su cultura maya y el mensaje cristiano. De esta forma se entiende que tengan varios ritos inculturados, que administren los sacramentos en su lengua, con sus signos y símbolos.
En conclusión, el Encuentro diocesano de diáconos y el proceso de inculturación de este ministerio, muestran a una Iglesia que toma el caminar del evangelio en sus manos y tiene muchos frutos. La experiencia de San Cristóbal de Las Casas mucho puede iluminar el caminar de otros procesos pastorales.
Publicación en Impreso
Edición: 117
Sección: Ventana desde la Fe
Autor: P. Juan Manuel Hurtado