La guerra que no llegó
Por: Liliana García Rosales
En el Medio Oriente se encuentra un país que ha aportado mucho a la cultura universal: desde sus historias reflejadas en las Mil y una Noches, hasta su contribución al proceso globalizador a través de su comercio en los mercados de Damasco y Alepo. Sin embargo, Siria recientemente se ha visto afectado por revueltas y conflictos.
En agosto el presidente de Estados Unidos, Barack Obama informó tener pruebas de ataques a civiles con armas químicas. En específico el uso de gas sarín por parte del régimen de Bashar al-Assad como parte de su ofensiva contra la insurgencia, que ha permanecido en confrontación violenta desde hace más de dos años. Obama señaló que ante tal evidencia, su país intervendría militarmente, y comenzó una serie de gestiones para conseguir soporte internacional.
La Organización de las Naciones Unidas (ONU) envió inspectores a Damasco -capital de Siria- y el pasado lunes 16 de septiembre, se dio a conocer el informe sobre la investigación del supuesto uso de gas sarín. Los inspectores aseguran que un 85% de las muestras de sangre que se tomaron para la investigación dieron positivo ante el uso del agente nervioso. La ONU presidió en el informe que se utilizaron cohetes de artillería cargados con armas químicas en donde las principales víctimas del gas fueron los grupos rebeldes. Sin embargo, en los ataques, civiles y niños también se vieron afectados. Jay Carney, el portavoz de los medios de comunicación de la Casa Blanca informó a los medios que «este informe llega justo cuando Estados Unidos está logrando un amplio avance para lograr la destrucción de armas químicas en Siria gracias a la amenaza del uso de la fuerza» (EL PAÍS, 16/09/2013).
Sin embargo el presidente de Rusia, Vladimir Putin manifestó su rechazo hacia estos planes. Afirmó que era necesario tener pruebas respaldadas por la ONU para poder proceder en cuanto a las peticiones de Obama y analizar la situación. Además, planteó una postura firme respecto de que los conflictos militares y la violencia no conducen a una resolución viable, sino por el contrario, complicarían más la situación en Medio Oriente. Países como Libia, Afganistán, Irak, Egipto, y Líbano han sufrido este tipo de conflictos y aún no pueden solucionar ninguno de sus problemas, por lo tanto la paz es un camino muy lejano.
El sorprendente cambio
El 5 y 6 de septiembre en Rusia, en la reunión del G20, se habló sobre la propuesta de Obama y su intervención militar en Siria. Pese a la inconformidad de la mayoría de los países, Estados Unidos obtuvo el apoyo de diez países: Canadá, Japón, Australia, Turquía, y Reino Unido que firmaron una declaración conjunta, en la que reprobaban el uso de armas químicas y manifestaban su apoyo a la intervención militar de Estados Unidos. Todo parecía que lo más seguro era una guerra en donde muchos países estarían involucrados. Pero Ban Ki-moon, secretario general de la ONU junto con Vladimir Putin lograron convencer y llegar a un acuerdo con el presidente Bashar al-Assad sobre la destrucción de las armas químicas que posee su país.
Los retos de Bashar al-Assad y de Obama.
El mandatario sirio, Bashar al-Assad señaló que el desmantelamiento de las armas costará mil millones de dólares, y aprovechó para mandarle un mensaje a Obama, exhortándolo a «escuchar el sentido común de su pueblo.» (RTVE.ES, 19/09/2013). Al-Assad aceptó la destrucción de los arsenales químicos que Siria tiene asegurando que dentro de un año quedarán totalmente destruidos. (Fox News, 18/09/2013). El plazo dispuesto por al-Assad es superior al que está dispuesto en el acuerdo de Ginebra entre Estados Unidos y Rusia, ya que se estableció que fuera antes del final de la primera mitad de 2014. A pesar de ello, al-Assad dice estar comprometido con todos los requisitos de este acuerdo. Informó que aunque es evidente el uso de armas químicas en el ataque del 21 de agosto en Guta Oriental, un suburbio de Damasco, y esto es un crimen de guerra en contra de la humanidad, su régimen no fue quién utilizó los agentes químicos. Además, señaló que su país no está en una guerra civil, sino que son ataques de fundamentalistas, la mayoría miembros de Al-Qaeda. Al-Assad afirmó que cuando comenzó el conflicto en su país, en marzo de 2011, sus oponentes eran rebeldes sirios, pero desde finales de 2012, ha aumentado la participación de Al-Qaeda.
Bashar al-Assad ha alertado a Obama sobre la necesidad de escuchar detenidamente al pueblo americano, ya que las encuestas sobre la intervención militar de Estados Unidos en Siria, revelaron que la mayoría de los ciudadanos no están de acuerdo a que su país enfrente otra guerra.
Obama señaló que «en Siria creemos que el punto de partida debe ser que la comunidad internacional asegure la prohibición de las armas químicas», en su discurso en el 68 periodo de sesiones de la Asamblea General de la ONU (La Gaceta, 24/09/2013). Estados Unidos defiende una resolución en donde demande al Capítulo siete de la Carta de la ONU para que se puedan hacer sanciones o inclusive al uso de la fuerza en caso de que el Gobierno de Bashar no cumpla con el acuerdo sobre la entrega de las armas químicas. Se pelea porque la ONU logre sancionar fuertemente a Siria en caso de no cumplir con el acuerdo, pero y ¿qué sucede con las violaciones a los Derechos Humanos de las personas dañadas por el conflicto? A Siria tampoco se le sanciona por esta cuestión. No hay duda que el pueblo sirio necesita de mucha ayuda, pero se necesita priorizar las necesidades de los sirios.
La vía diplomática es un buen camino hacia la resolución pacífica de conflictos a través de la mediación y negociación, pero sobre todo de compromiso porque sin él una solución es casi imposible. Cada vez es más común que los países demuestren colaborar con otros para que de esa manera como sucedió en Siria -con la colaboración de Rusia, de Estados Unidos, y del Gobierno de Bashar- poder llegar a un acuerdo en donde las armas no ocupan un lugar.
Al-Assad mantiene firme su postura en donde asegura que Siria no utilizó sus armas químicas con el único propósito de evitar una guerra con Estados Unidos, como sostiene Obama. «Esto no se trata de la amenaza. Siria nunca obedece a ninguna amenaza. Respondimos a la iniciativa rusa por nuestras necesidades y por nuestra convicción», aseguró el presidente.
El conflicto aún no queda resuelto del todo, sin embargo el pueblo sirio no sólo presenta problemas en cuanto a esta situación, la opresión que vive desde hace años se mantiene activa. El primer ministro turco, Recep Tayyip Erdogan señaló en 2012 que “mientras la comunidad internacional sigue con las manos atadas, decenas de sirios mueren cada día”. Mostrando en desacuerdo que la ONU no adopte una resolución contra el Gobierno de Bashar. (Israelenlínea.com, 04/04/2012).Entonces el verdadero conflicto en Siria es la opresión que mantiene al-Assad, aun cuando no haya utilizado armas químicas, sigue siendo un opresor con su pueblo, y la intervención militar, y las armas químicas no deben distraer la atención de ello.
Gas Sarín:
El Sarín fue creado como pesticida en Alemania en 1939. Es un líquido, incoloro e insípido en su forma pura. Puede transformarse en vapor así terminar con la vida de muchas personas debido a que es un agente químico más tóxico y de más rápido efecto que se han encontrado.
El uso del sarín como agente químico fue utilizado por primera vez con Hitler en su guerra de los nazis contra los judíos. De igual manera Japón y Estados Unidos lo han utilizado.
Según la Convención sobre la prohibición de la producción, uso de armas químicas y su destrucción que fue celebrada en París en 1993 se le considera a las armas químicas a cualquier sustancia química tóxica, sin importar su origen, que sea empleada para ataques bélicos. Municiones o aparatos específicamente diseñados para causar la muerte u otros daños a través de las propiedades tóxicas de éstos.
La ONU prohíbe el uso de armas químicas mediante la Convención de Armas sobre la prohibición de la producción, uso de armas químicas y su destrucción, y en la I Conferencia Internacional de Paz que se presenció en La Haya en 1899.