Francisco camina a Asia
Visita del Papa a Myanmar y Bandladesh
A los jóvenes animó a llevar la Buena Noticia a sus hermanos y hermanas que sufren, que necesitan su oración y solidaridad; y a la vez su pasión por los derechos humanos, por la justicia y porque crezcan el amor y la paz que Jesús nos da.
Por: P. J. Alfredo Monreal Sotelo.
Del 26 de noviembre al 2 de diciembre de 2017, el Papa Francisco realizó una visita apostólica a los países de Myanmar bajo el lema “Amor y paz” y Bangladesh con el lema “Armonía y paz”, naciones que se encuentran ubicadas en el sur-sudeste de Asia.
Birmania o Myanmar cuenta con 52 millones de habitantes aproximadamente. Su capital es Naipyidó y su ciudad más poblada es Rangún. La mayor parte de la población es de religión budista y desde marzo de 2016 el país es gobernado por el presidente Htin Kyaw y por la Nobel de la Paz Aung San Suu Kyi como Consejera de Estado.
Bangladesh, en bengalí significa “país de Bengala”, se encuentra ubicado en el delta de los ríos Ganges y Brahmaputra, limita con India y Myanmar. Su capital es Daca y su población es de 163 millones de habitantes. La mayoría son de religión islámica. Su presidente es Abdul Hamid.
El martes 28 de noviembre, en la ceremonia de bienvenida, el Papa Francisco señaló que su visita fue para rezar con la pequeña pero ferviente comunidad católica de esa nación, para confirmarla en la fe y alentarla a seguir contribuyendo al bien del país. Además manifestó el Papa que quería llegar a toda la población que está trabajando para construir un orden social justo, reconciliado e inclusivo.
Durante un poco más de tres días el Papa recorrió el país Myanmar, de Rangún a Naipyidó, celebró la Misa en la Kyaikkasan Gruond y al día siguiente también con los jóvenes en la catedral de Santa María a quienes les dijo: “no tengan miedo de creer en la buena noticia de la misericordia de Dios, porque esta tiene un nombre y un rostro: Jesucristo”; los animó a llevar la Buena Noticia a sus hermanos y hermanas que sufren, que necesitan su oración y solidaridad; y a la vez su pasión por los derechos humanos, por la justicia y porque crezcan el amor y la paz que Jesús nos da.
Francisco también se encontró con los Obispos de Myanmar, a quienes compartió su pensamiento en tres palabras: sanación, acompañamiento y profecía. Sanación, porque el Evangelio que predicamos es sobre todo un mensaje de sanación, reconciliación y paz; mediante la sangre de Cristo en la Cruz, Dios ha reconciliado al mundo consigo y nos ha invitado a ser mensajeros de esta gracia de curación. Acompañamiento, porque un buen pastor está constantemente presente ante su grey, conduciéndola mientras camina junto con ella. Profecía, porque la Iglesia de Myanmar testimonia cotidianamente el Evangelio gracias a sus obras educativas y caritativas, su defensa de los derechos humanos, su respaldo a los principios democráticos. Y con espíritu ecuménico se reunió con el Consejo Supremo de la Sangha de los monjes budistas. Allí invitó a superar todas las formas de incomprensión, intolerancia, prejuicio y odio.
El jueves 30 de noviembre, el Papa Francisco se trasladó a Bangladesh. Arribó a Daca y posteriormente a la Ceremonia de Bienvenida visitó el monumento de los mártires nacionales de Savar y realizó un homenaje al Padre de la Patria. El viernes 1 de diciembre celebró la Eucaristía y realizó dieciséis ordenaciones sacerdotales. Además visitó la Catedral, se encontró con los obispos de Bangladesh y tuvo un encuentro interreligioso y ecuménico, donde indicó que un signo de nuestros tiempos es el llamado a cooperar en la formación de una cultura del encuentro, del diálogo y de la cooperación al servicio de la familia humana que nos exhorta a tener apertura de corazón, para ver en los otros un camino, no un obstáculo. Significativas fueron las palabras del Papa a un grupo de refugiados Rohinyás, perseguidos por diferencias étnicas y religiosas, a quienes alentó, les pidió perdón por los males que han recibido e invitó a conceder de su parte el perdón.
En Daca, después de visitar la Casa madre Teresa de Tejgaon, emotivo y animoso fue el encuentro con los sacerdotes, religiosos, consagrados, seminaristas y novicias. Enseguida, al igual que en Myanmar realizó un encuentro con los jóvenes. El 2 de diciembre, se despidió para regresar a Roma. En la Catequesis del miércoles siguiente el Papa expresó: “En los rostros de esos jóvenes, llenos de alegría, he visto el futuro de Asia: un futuro que será no de quien construye armas, sino de quien siembra fraternidad”.