Entre sentimientos encontrados
Celebración de la Navidad en la cárcel
La celebramos entre los pobres y desechados, lejos de la autoridad política y religiosa, alentados por el Niño migrante que mira con misericordia a los pastores, paganos y pecadores
Por: José Carlos Feliciano Arellano, estudiante del CUSur
En el Centro Integral de Justicia Regional Sur Sureste (CEINJURESS), durante el Adviento nos preparamos como Iglesia para celebrar la venida del Señor. Año con año, por medio de la liturgia y la dinámica pastoral, se ofrece a la comunidad de internos una propuesta de itinerario que anima la vida y la misión.
Al inicio de este tiempo se coloca el nacimiento en la terraza de Sentenciados. Lo que para algunos es motivo de alegría, para otros es tiempo de desolación. La espera se hace con la fatiga de “otro año más que paso Navidad en este lugar”.
En un espacio en el que la espera y la esperanza están a flor de piel, la preparación a la Navidad se convierte en un tiempo para pedir a Dios la libertad, deseo que los internos expresan de diferentes maneras: “Espero que lleguen los beneficios”, “Que dicten una sentencia a favor”, “Que resuelvan los del Municipio, que son los que tienen detenido mi proceso”.
De Navidad piden paz y tranquilidad, que sus familias estén bien y que vengan a verlos al menos por estas fechas. Esperan que el año que entra traiga cosas buenas a sus vidas. Que la Navidad sea alegre y cálida, que haya un espacio para ellos en su hogar.
La celebración de la llegada del Niño se vive entre sentimientos encontrados. El ambiente penitenciario es un contraste de realidades, sueños, esperas y esperanzas, con personas que reconocen que pagan una deuda propia o adjunta, en un lugar que la sociedad ha creado para aquellos que, según se dice, “lo merecen”.
En la “Iglesia penalera” celebramos la Navidad como comunidad convocada por el Niño Jesús: el Dios que se hizo uno de nosotros en un establo, a la orilla del pueblo. La celebramos entre los pobres y desechados, lejos de la autoridad política y religiosa, alentados por el Niño migrante que mira con misericordia a los pastores, paganos y pecadores.