El retiro de Irak, otra forma de ocupación

0

Las intenciones políticas de una nueva forma de invasión norteamericana

La salida de las tropas de Irak fue ordenada a finales de agosto por el actual presidente de Estados Unidos, Barack Obama, a más de siete años del inicio del conflicto. Sin embargo, el retiro parece ser una modificación de la presencia que mantiene el país en Irak y no el fin de la ocupación.

A más de siete años de que George W. Bush, ex presidente de Estados Unidos de América (EUA), invadiera Irak como parte de su guerra contra el terrorismo, el actual presidente Barack Obama, ordenó a finales de agosto el retiro de las tropas.

Durante la campaña electoral de Obama, una de sus principales promesas fue el retiro definitivo del ejército estadounidense; el presidente norteamericano más de una vez ha calificado a este escenario como una guerra “tonta”. Cerca de dos años después del comienzo de su mandato, la operación “Libertad Iraquí” fue declarada como finalizada por el presidente y el 31 de agosto emprendió la salida de sus tropas.

De Irak partieron 120 mil soldados estadounidenses pero permanecieron 50 mil efectivos bajo el argumento de que entrenarán a las fuerzas de seguridad de aquel país. El Pentágono afirmó que éstos podrán regresar a combate si no se logra mantener el control de la seguridad. De acuerdo a lo establecido, no pueden permanecer soldados estadounidenses en Irak después del 31 de diciembre de 2011, fecha en que se concluye la ocupación norteamericana. Aún no se ha discutido públicamente sobre el proceso que se seguirá para recuperar la infraestructura y los servicios públicos que fueron dañados y que afectan principalmente a la población civil.

A pesar del discurso que ha manejado el gobierno estadounidense, lo que llamó “retiro” es en realidad una reducción de su presencia militar en Irak. La ocupación no ha finalizado pues todavía permanecen tropas listas para retomar el combate si se considera “necesario”. Además, a cambio de la reducción de efectivos del Pentágono, el Departamento de Estado de EUA incrementará a siete mil el personal de seguridad contratado por empresas privadas, quienes se encargarán de prevenir ataques y detectar explosivos mediante equipo especializado.

Más que un camino hacia la paz y la libertad, el retiro es una modificación de la presencia que EUA mantiene en la nación árabe. De acuerdo a Obama, termina la misión de combate e inicia la misión diplomática, donde serán civiles quienes trabajarán por lo que él llama la “estabilización del país”.

La invasión

En marzo de 2003, EUA invadió Irak bajo el argumento del presidente Bush de que el país representaba un peligro mundial por su apoyo al terrorismo y su capacidad bélica. Más de siete años después del inicio del conflicto, tres son las palabras que describen la invasión: injustificada, ilegal y desproporcional.

La decisión de invadir fue injustificada al ser la primera guerra “preventiva” y no como respuesta a un ataque real o a una amenaza. Se justificó la acción en la posesión no comprobada de armas de destrucción masiva por parte del gobierno de Irak, a lo que se sumó la búsqueda del dictador Saddam Hussein por su apoyo al terrorismo y la liberación del pueblo iraquí de ese régimen para alcanzar uno democrático.

La ilegalidad de la guerra responde a que fue una invasión unilateral, sin la aprobación de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), acción que fue en contra de nociones del derecho internacional que buscan el mantenimiento de la paz. La invasión enfrentó a EUA con otras naciones, fracturando relaciones y afectando la cooperación internacional, herramienta fundamental para una verdadera lucha contra el terrorismo.

La invasión fue desproporcional en el uso de la fuerza y evidentemente una guerra desigual por la baja capacidad de resistencia y ataque de Irak. Al momento de la invasión, el país no era una fuerza militar, había sido desarmada en la década de los noventa y sufría el deterioro de 13 años de control económico impuesto por EUA y Reino Unido a través de la ONU para evitar su rearme.

Como resultado, en el proceso de mantener la seguridad internacional y luchar por la libertad del pueblo iraquí, durante estos siete años murieron cerca de 600 mil civiles, de acuerdo a una investigación de la revista The Lancet. Mientras se aseguraba que el objetivo de la prolongada ocupación era llevar democracia y paz, los soldados estadounidenses violaban los Derechos Humanos con prácticas como el uso de tortura contra prisioneros y ataques a blancos civiles.

El país que queda

A pesar de que en su anuncio del retiro, Obama afirmó que EUA pagó un precio alto para poner el futuro de Irak en manos de su pueblo, la situación política, social y de seguridad son complejas y no muestran el control en manos de los iraquíes o de su gobierno. Los planes de salida que han sido mencionados no hablan sobre el proceso de reconstrucción o la manera en que se dará solución a los problemas que, agravados por el conflicto, siguen afectando a la población.

En lo político, el contexto es complicado y muestra el vacío de poder en el país, que de alguna manera ha sido ocupado por la presencia estadounidense. Hace cinco meses se celebraron elecciones en Irak y los resultados fueron muy cerrados, esto ha desembocado en que aún no hay un acuerdo para formar un gobierno estable. A pesar de que la gente salió a votar, los partidos políticos discuten los resultados y se pelean el cargo de Primer Ministro, una realidad muy alejada de la democracia que EUA pretendía establecer.

En el aspecto social el panorama no luce mejor. De acuerdo a la ONU, 23% de la población iraquí vive por debajo de la línea de la pobreza, con menos de dos dólares diarios. Como resultado del conflicto, según la ONU, hay un millón de refugiados y un millón y medio de desplazados internos. Lo que se teme es que con el retiro de las tropas, la crisis humanitaria provocada, una de las más graves que ha habido en la región, deje de ser atendida y los donantes reduzcan su ayuda afectando aún más a la población.

La seguridad es una de las cuestiones que más preocupa a sectores del gobierno y de la población. Con la guerra civil iniciada tras la invasión, se dispararon los niveles de violencia. Si bien estos descendieron los dos últimos años, el número de civiles muertos tan solo en el mes de julio por ataques de grupos insurgentes fue el más alto de los últimos dos años. Se teme que la reducción de la presencia estadounidense sea aprovechada por estos grupos y que las tropas iraquíes no puedan garantizar la seguridad de la población.

¿Es en realidad un retiro?

Al analizar el proceso planteado para la salida de las tropas, surge el cuestionamiento sobre si es en realidad un retiro que permita al pueblo iraquí retomar el control de su país o es meramente un discurso detrás del cual sólo hay una modificación en la presencia de EUA. De ser el primer caso, la modificación de la presencia no representaría una diferencia significativa en la situación de la población, ni la inauguración de un proceso hacia la paz y la libertad de Irak.

Lo anterior toma más sentido si se enfatiza el hecho de que permanecerán 50 mil soldados que pueden regresar a combates y de que se incrementan a siete mil los elementos de seguridad de empresas privadas. Asimismo, a pesar de que se afirmó que al finalizar 2011 no podrán permanecer soldados estadounidenses en el país, inicia la misión diplomática que se realizará con el trabajo de civiles y no se ha hablado de una fecha límite para su salida.

A eso se suma que parte de las tropas que han dejado el país han sido enviadas a Afganistán para enfrentar la insurgencia organizada por Al Qaeda y el régimen talibán. Esto sugiere que no se busca finalizar los conflictos, sino cambiar de frente, reduciendo la presencia en un país para aumentarla en otro. Además surge la posibilidad de que se intente conservar una base militar estadounidense en Irak para las operaciones del país en Afganistán y mantener su presencia en la región.

Por otro lado, también existen factores políticos en el retiro de las tropas, tal como existieron en el momento de la invasión. Actualmente Obama enfrenta una baja popularidad en su país, por lo que el cumplimiento de una de las promesas más importantes de su campaña, aunque sea sólo en el discurso, podría ayudarle a recuperar ventaja con la opinión pública.

El hecho de que la guerra fuera declarada como ganada cuarenta días después de haber comenzado la invasión y que la ocupación se prolongara más de siete años, muestra que existen otros intereses además de luchar contra el terrorismo y liberar al pueblo iraquí. Al parecer, para defender esos intereses, Obama intenta mantener la presencia de una manera que afecte menos la imagen de EUA frente a la opinión pública y la comunidad internacional.

Lamentablemente, la que ha sido más afectada por la invasión, y parece que lo seguirá siendo, es la población civil. La guerra provocó desprotección y pobreza para los iraquíes, destruyó su infraestructura y lejos de contribuir a su estabilización, la violencia ha sido constante durante la ocupación.

Después de siete años, el retiro no es aún el fin de la ocupación, se prolonga con una presencia distinta que no provee un plan de reconstrucción, no contribuye a que la situación de los iraquíes mejore, ni a que, como afirma Obama, el futuro del país esté por fin en manos de su gente.

Publicación en Impreso

Número de Edición: 105
Autores: María Fernanda Peña
Sección de Impreso: Página Internacional

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *