El petróleo mexicano está comprometido

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Por años, Estados Unidos y México han tratado de llegar a un acuerdo sobre los derechos de explotación y regulación de los yacimientos petroleros transfronterizos encontrados en el subsuelo del Golfo de México.

Finalmente el 20 de febrero de 2012, después de múltiples negociaciones ambos países llegaron a un acuerdo. Según el presidente Felipe Calderón este arreglo beneficiará a México en múltiples aspectos, pues nos permitirá tener mayor acceso a hidrocarburos.

“El acuerdo que hoy suscribimos asegura que cada país pueda explotar el petróleo y el gas natural que le corresponde de los yacimientos que se encuentran en el área tranfronteriza en el Golfo de México, yacimientos que además se entrecruzan entre ambos países y que ha generado durante décadas una entendible suspicacia. Cualquier yacimiento que se considere como transfroterizo, se explote coordinadamente entre los dos países y que obviamente los recursos que se obtengan de esa explotación se repartan en base precisamente a un acuerdo que refleje lo que le corresponde a cada quién”: dijo el presidente Felipe Calderón durante una rueda de prensa transmitida a través de CEPROPIE Televisión de la Presidencia.

El Departamento del Interior de los Estados Unidos de América estima que el área del Golfo de México contiene hasta 172 millones de barriles de crudo y aproximadamente 300 billones de pies cúbicos de gas natural.

Desde una perspectiva ecológica el nuevo acuerdo es una amenaza al Golfo de México. Las perforaciones en el subsuelo de los océanos son un tema controversial, pues aunque se trabaja continuamente en mejorar la tecnología para excavar, aún no se cuenta con la precisión necesaria para prevenir una catástrofe ambiental como la del 2010 ocasionada por British Petroleum.

En esa ocasión, la presión del gas metano del fondo marino, junto con la inexperiencia para controlar la perforaciones profundas resultó en una explosión que originó una fuga que tomó tres meses controlar. Se liberaron aproximadamente 4.9 millones de barriles de petróleo crudo al océano. Los daños a los frágiles ecosistemas marinos son irreversibles.

México no cuenta con la experiencia, la tecnología o la infraestructura para realizar ese tipo de excavaciones y países como Canadá, España, Inglaterra, Francia y Estados Unidos temen el desastre natural que un error pudiera ocasionar, sobre todo después del derrame de 1979 en el pozo exploratorio Ixtoc I, propiedad de PEMEX en el Golfo de México. Dicho derrame es considerado el segundo peor desastre en el Golfo de México, sólo detrás del de British Petroleum y uno de los peores en la historia del país.

Científicos y ambientalistas alrededor del mundo argumentan que se debería dejar de gastar recursos económicos en investigaciones y tecnología para la búsqueda y obtención de hidrocarburos, e invertir esa energía y capital en desarrollar nuevas tecnologías para sustituir un recurso no renovable que aparte de ser uno de los principales contaminantes de nuestro planeta, se ha encargado de ocasionar guerras, destrucción de ecosistemas, corrupción y disputas en diferentes ámbitos.

El impacto del acuerdo no queda únicamente en el posible daño ambiental, sino que también pone en duda la propiedad pública de PEMEX, pues contradice la Constitución Mexicana de 1917 donde se prohíbe la participación de empresas privadas o extranjeras en la perforación de yacimientos de crudo o gas natural.

La capacidad de excavación en aguas profundas de PEMEX es muy limitada, por lo que sería irresponsable tratar de llegar a esos yacimientos sin la adecuada preparación, al mismo tiempo que es improductivo contar con yacimientos de hidrocarburos si no se puede acceder a ellos, sería inevitable tener que solicitar “ayuda” a petroleras extranjeras y privadas.

Durante los debates sobre la reforma energética que se llevaron a cabo durante 2008, se cerró las puertas a la privatización. El debate giró en torno a la disminución de la producción de crudo en nuestro país y a la necesidad de inversión extranjera para la explotación de yacimientos en aguas profundas. Finalmente se rechazó la privatización y PEMEX es una compañía estatal.

La diferencia entre 2008 y el acuerdo de este año, es que el debate se acabó y el acuerdo se firmó sin el consentimiento ciudadano. A menos de un año de acabar la presidencia de Felipe Calderón la independencia de PEMEX se pone en juego, sobre todo porque la dependencia a los hidrocarburos es infinita y el acceso a ellos limitada.

La razón por la que la reforma energética del 2008 dejó a PEMEX como una empresa estatal es porque los mexicanos la consideran como un bien nacional y se considera un tema sensible, aún así la reforma energética del 2008 abrió una ventana para la inversión extranjera.

Pero hay un punto importante que es fundamental abordar, en uno de los cables publicados por Wikileaks se publicó que la principal causa de la división y la inversión extranjera es “ayudar” a nuestro vecino Estados Unidos a depender menos del petróleo venezolano, país con el que se encuentra en pugnas debido a las reformas estatales que ha aplicado el presidente venezolano Hugo Chávez.

La revista Proceso en su publicación del 21 de febrero del 2012 dijo: “Estados Unidos no firma tratados internacionales para esos efectos sino órdenes ejecutivas” en las que impone su voluntad y a falta de gobernantes fuertes, la voluntad mexicana es quebrantada por el país de las barras y las estrellas.

La mala gestión política y administrativa de Pemex no permite que mejore la situación, ya que la falta de infraestructura y de inversión impiden el mejoramiento de la gestión ambiental de la paraestatal

Publicación en Impreso

Edición: 117
Sección: Reflejo Internacional
Autor: Dirce Guerra Quezada

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