DON RAÚL VERA: LA VOZ DE UN PROFETA
Por: Juan Manuel Hurtado López
Correo: juanmanuel@elpuente.org.mx
El pasado 21 de enero Don Raúl pronunció en catedral una profética homilía, denunciando la Ley de Seguridad Interior aprobada por las Cámaras de Diputados y de Senadores. Ese día venció el plazo para impugnarla. Vale la pena que le echemos una mirada, aunque no sea exhaustiva.
Don Raúl Vera López, O.P., es obispo de Saltillo en el noreste de México y Presidente del Centro de Derechos Humanos Fray Bartolomé de Las Casas en San Cristóbal de Las Casas, Chiapas. Antes había sido obispo de Altamirano, Guerrero y después obispo Coadjutor en San Cristóbal de Las Casas por cinco años al lado de Don Samuel Ruíz García. Don Raúl es un fraile dominico, de aquella bendita orden de frailes de Fray Bartolomé de Las Casas, primer obispo de Chiapas. Él dice que mucho aprendió de Don Samuel y de la Diócesis en su camino de fidelidad al pueblo y a Dios.
Lo cierto es que desde hace años se ha caracterizado por hacer denuncias públicas, sin un milímetro de temor, contra autoridades corruptas y contra grupos que destruyen la vida en el país como los grupos de narcotraficantes o las trasnacionales como la minera de Pasta de Conchos en Coahuila. Dice Don Raúl que es una firme convicción suya en su labor episcopal, integrar la situación social en la predicación del Evangelio.
Adonde lo invitan, va; donde le piden que hable, pronuncia su palabra. Lo cierto es que Don Raúl es un obispo muy incómodo para el régimen establecido, de corrupción, desigualdad e injusticia que impera en México con apoyo del gobierno y de las trasnacionales. Don Raúl formó parte de la realización del Capítulo México del Tribunal Permanente de los Pueblos (TPP), que se llevó a cabo de 2011 a 2014. Ahí el pueblo mexicano juzgó al Estado Mexicano y lo hace responsable “de la crisis integral por la que atraviesa la sociedad mexicana y de las múltiples extorsiones, persecuciones y masacres que se han perpetrado en los últimos años”.
Y en su informe hacen una contundente condena al gobierno de México y afirman que ha tenido un comportamiento “anómalo”: que es “el uso del poder del Estado con todas sus Instituciones para favorecer a intereses particulares y para realizar los despojos y las expropiaciones, la destrucción de la planta productiva y la implementación de masacres, represiones y numerosas violaciones a los derechos humanos”.
Todas éstas son acusaciones gravísimas para un Estado y un Gobierno que todavía pretenden presentarse como “democráticos” e impulsores del desarrollo. Ante el Tribunal Permanente de los Pueblos el Estado Mexicano fracasó. Y estas acusaciones se las recuerda el obispo Don Raúl nada más y nada menos que a los Ministros de la Suprema Corte de Justicia de la Nación.
Por otra parte, Don Raúl, junto con otros intelectuales y profesionistas ha levantado el movimiento de la Nueva Constituyente que pretende refundar el Estado Mexicano con una Nueva Constitución acorde a la realidad que estamos viviendo.
Éste es nuestro obispo, éste es el profeta incómodo.
Don Raúl exhorta a los Ministros de la Suprema Corte a “mirar la profunda crisis por la que estamos pasando y lo que más urge es que necesitamos libertad para movernos a reconstruir nuestra Nación”. Con la Ley de Seguridad Interior se pierde la libertad de protesta social y se ha socavado la autoridad de los Municipios y de las demás instituciones federales.
Éste era el último bastión democrático que quedaba; ahora se pone al ejército sobre todas ellas, ahora queda todo en manos del poder castrense y se rompe aquella armonía que debe haber en una nación entre los mandos militares y el pueblo en general. Supuestamente para eso se creó un ejército en la nación, para defender al pueblo.
Don Raúl termina su homilía pidiendo a los Magistrados que hagan lo que no hicieron ni el Ejecutivo federal ni el Congreso de la Unión; pide que abran un diálogo con la sociedad y que piensen muy bien lo que van a decidir, dado el peligro real que representa y lo inconstitucional que es esta Ley.
De hecho, ha sido impugnada por grupos de diputados y senadores, por la Comisión Nacional de los Derechos Humanos, por la Comisión Interamericana de Derechos Humanos y por Alto Comisionado para los Derechos Humanos de la ONU, representante para México. Nada de esto escucharon ni el Ejecutivo federal ni las Cámaras. Cabe decir que en México ambas Cámaras no tienen ningún crédito entre la población. Se las considera como bufones del poderoso.
Por esta razón el Ejército Zapatista de Liberación Nacional rompió en 1994 con el Estado Mexicano y sus instituciones.
Ante la homilía de Don Raúl pueden suceder dos cosas: que sea voz que grita en el desierto, o que sea como la del profeta Jonás –de donde arranca su reflexión Don Raúl-quien le predicó a Nínive la conversión y fue escuchado. En las próximas semanas podremos constatar reacciones.
Termino este pequeño escrito con el lema de Don Raúl, que es un cita de Santa Catalina de Siena: “¡Basta de silencios! ¡Griten con cien mil lenguas! Porque por haber callado, el mundo está podrido”.