Cursos de Pueblo Nuevo formadores y animadores
Todavía en el marco de la celebración de los 40 años de la Diócesis de Ciudad Guzmán, vamos a acercarnos a un proceso que marcó la vida de esta Iglesia particular. Me refiero a los Cursos de Pueblo Nuevo. Su nombre se debe a la población donde se realizaron de 1979 a 1993.
Lo peculiar de estos cursos radica en su enfoque, en su planteamiento. No eran unos cursos diseñados sólo para tener conocimientos sobre algo: la Biblia, Cristo, la Iglesia, etc. Más bien fueron planteados para aclarar, fundamentar y fortalecer un proceso de Iglesia que había iniciado desde su erección en 1972. Fueron pensados para fortalecer la Pastoral de Conjunto, el modelo de Iglesia del Vaticano II y de Medellín. Eran cursos para ver cómo esta Iglesia de Ciudad Guzmán podía responder pastoralmente a los desafíos que presentaba la realidad del sur de Jalisco.
El primer curso de Pueblo Nuevo en el verano de 1979, fue sobre Espiritualidad y Pastoral de Conjunto. Recién celebrada la Conferencia Episcopal de Puebla, se trataba de recoger su mandato de una Pastoral de Conjunto y reforzar la espiritualidad. El curso de 1980 fue sobre el mismo Documento de Puebla en sus partes esenciales. Con esto se lograba una visión unitaria de lo que quería la Iglesia para América Latina, se sentaban las bases de un caminar.
Poco a poco transitamos por diversos temas que fortalecían y ampliaban el caminar: Iglesia servidora, Iglesia en la base y nuestra respuesta a la realidad que nos interpela y cuestiona; investigación de la realidad, nuestro caminar como diócesis, el Nuevo Modelo de Iglesia en nuestra Parroquia; los elementos esenciales del Nuevo Modelo de Iglesia y otros. A la par de estos cursos de Pueblo Nuevo, a partir de 1980 hicimos cursos sobre Comunidades Eclesiales de Base, asesorados por el P. José Marins y Equipo. De hecho, la búsqueda de ser una Iglesia servidora desde la Base, que se estudiaba en Pueblo Nuevo, correspondía plenamente a lo estudiado en los cursos sobre CEB’s.
Muy fuerte fue la conciencia de investigar la realidad, analizarla y dejarse interpelar a la luz de la fe. Se trataba de leer el paso de Dios por nuestra historia; se trataba de buscar la construcción del Reino de Dios. Esto explica las opciones diocesanas, proclamadas por nuestro obispo -en aquel entonces- Don Serafín Vásquez Elizalde, al final del Curso de Pueblo Nuevo en 1983: Opción por los pobres, opción por las Comunidades Eclesiales de Base, opción por los jóvenes.
La metodología de trabajo
Lo propio de los Cursos de Pueblo Nuevo fue su método. Decíamos en aquel tiempo que nuestro método de trabajo era partir de nuestra práctica pastoral, luego hacer la reflexión bíblico-teológica para después profundizar y ampliar la misma práctica pastoral.
Esto quiere decir que se recogían las opiniones en las Vicarías Pastorales para ver qué tema convenía tratar en Pueblo Nuevo. Luego se preparaba el material de estudio y se llevaba a Pueblo Nuevo. Durante varios años se hicieron tres semanas de estudio. A cada semana iba un número de representantes de los seglares y sacerdotes de cada Vicaría y de cada Parroquia; también participaban religiosos y religiosas. Una vez que se estudiaba el material, éste regresaba a las parroquias, a los barrios y a los ranchos para ser estudiado; se intentaba que tuviera una gran cobertura en toda la diócesis. Llegamos a calcular que, en los temas de estudio de varios Cursos de Pueblo Nuevo, llegaron a participar 10 mil laicos.
También se impulsaba mucho la creatividad en los materiales de estudio, en las dinámicas, en los cantos. Había desde carteles, cantos, socio-dramas, estampas plásticas, oraciones creativas llenas de símbolos.
Pueblo Nuevo era una Fiesta. Año con año añorábamos volver a los Cursos para retro-alimentarnos, para encontrarnos como Diócesis con nuestro obispo, para diseñar los siguientes pasos de nuestro caminar; para ver a tantos laicos y laicas comprometidos que, a manera de fermento, iban permeando el tejido social de nuestra Iglesia con sabor a Reino de Dios.
Los Cursos de Pueblo Nuevo eran el termómetro anímico, pastoral y teológico para revisar y sentir nuestra diócesis. A lo largo de los años la fueron marcando. Esto explica el método y el contenido de los Planes de Pastoral y del Sínodo diocesano que se realizaron en momentos posteriores.
Los Curso de Pueblo Nuevo fueron una permanente referencia en el proceso de pastoral y pueden seguir inspirándonos en las nuevas circunstancias por las que transita nuestra Diócesis. Por eso podemos decir que ya forman parte de nuestra historia como Diócesis.
Publicación en Impreso
Edición: 119
Sección: Ventana desde la Fe
Autor: P. Juan Manuel Hurtado López