Crear comunidad para vencer la incertidumbre ante la pobreza

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La idea o concepto del pobre es una idea “eurocentrada” y colonizadora, al menos eso es lo que piensa la socióloga y pensadora aimara Silvia Rivera Cusicanqui, quien junto con otros pensadores indígenas y mestizos fundó en 1983 el Taller de Historia Oral Andina, grupo autogestionario que trabaja temas de oralidad, identidad y movimientos sociales indígenas y populares en Bolivia.

Silvia-Rivera-especialista en el ciudadano.cl

Hace unos días, Rivera Cusicanqui estuvo en la Universidad de Guadalajara para participar en un encuentro con otros académicos; a través de sus palabras, que buscan una forma de descolonizar el pensamiento, se puede abrir una puerta a otra manera de mirar y de mirarnos, y de entender que formando comunidad podemos irnos liberando de un sistema que se fundamenta en la desigualdad y la opresión.

“La idea de los pobres es una idea eurocentrada. La idea de los pobres campesinos o campesinos pobres nos lleva a otra idea miserabilista y asistencial que nos dice que hay que llevarles desarrollo. Y con eso se niegan los saberes propios de esas personas, como el conocimiento herbolario o los saberes curativos”, señaló.

Al hablar de comunidad para auto designarse –dice la socióloga aimara– la gente puede evitar ser lanzada “a esa soledad del mercado donde el satisfactor consumista es el único elemento socializador, que además es despojado del significado de la vida social”.

Es decir, si no reconocemos la riqueza de conocimientos que hay en cada comunidad, y si insistimos en que esas comunidades son pobres, vamos a prolongar indefinidamente estándares de vida que resultarían devastadores: “si pensamos en que el estándar de vida de los estadounidenses debe ser el de todo el mundo, no alcanzarían 5 planetas tierra para alimentar semejante voracidad despilfarradora”.

“Para mí la riqueza está en el conocimiento, en la capacidad de darle sentido a la vida y generar un bienestar comunitario y relacionarse con un mundo sagrado. La tierra es sagrada y eso nos da mucho más sentido de vida que la noción de satisfacción vía consumo, que es la noción de satisfacción del no pobre, porque no pobre es el que consume. Pero yo pienso que al depredar está empobreciendo su relación de significación cultural y religiosa, incluso, de la vida”, afirmó la pensadora boliviana.

Es por eso que en esta edición de El Puente, decidimos presentar los testimonios de algunas personas que según los cánones del capitalismo son pobres, mirados desde esta otra perspectiva a la que nos invita Rivera Cusicanqui son ricos en conocimientos que les permiten crear lazos afectivos de comunidad.

“Con vergüenza no se come”

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Frente a la falta de empleo y la lucha por obtener alimentos, ropa, medicinas y otras necesidades propias del ser humano, hay testimonios de lucha constante y cotidiana para conseguir, por lo menos, el pan de cada día. La familia De la Cruz Esteban es un ejemplo de coraje y tenacidad ante la pobreza y falta de oportunidades de trabajo en México.

Esta familia vive en el fraccionamiento Cruz Roja de Ciudad Guzmán; Don Geño como se le conoce, tiene 65 años y su esposa Petra goza de 64 años. Son padres de 11 hijos: cinco hombres, tres mujeres y otros tres que fallecieron. En esta vivienda habitan don Geño, doña Petra, siete hijos, cinco nietos y una nuera.

Desde que se casó, Don Geño ha trabajado como jornalero de una granja, albañil, vendedor ambulante de nopales y legumbres, pero actualmente recolecta y vende cartón, plástico y metales. Doña Petra trabajó como sirvienta, vendedora de nopales, legumbres, ropa y zapatos usados. Ahora también trabaja en la recolección y venta de cartón, plástico y metales.

Al trabajo de recolección de basura reciclable ya se unieron dos hijos y una nuera, quienes al principio padecían vergüenza. Para animarlos, doña Petra les dijo: “no tengan vergüenza, porque con vergüenza no se come”.

Los ingresos que obtienen son invertidos en alimentación y para pagar el recibo de luz. Cuando pueden, compran ropa nueva y otra la adquieren de la ropa usada que venden en el bazar. Y con mucho sacrificio pagan el impuesto predial y el servicio de agua potable.

No cuentan con servicios públicos de salud y ante situaciones de enfermedad utilizan plantas medicinales y lo que falta lo ponen en manos de Dios.

La familia De la Cruz Esteban es un ejemplo de que los programas de Gobierno no han logrado abatir los índices de pobreza que laceran a los mexicanos. Pero también es cierto que hay personas que no se quedan con los brazos cruzados o en espera de que el trabajo les caiga del cielo. Con decisión y constancia logran sobrevivir.

La pobreza no es una enfermedad

Magdalena de la Cruz González. Foto P. Luis Antonio Villalvazo

Magdalena nació en el barrio de la “Cruz Blanca” de Ciudad Guzmán hace 57 años, en el seno de una familia pobre. Ella es la tercera de siete hermanos. Su padre fue cargador en el tianguis toda su vida. Su madre un ama de casa que para ayudar al sostenimiento familiar hacía y vendía tostadas en la puerta de su vivienda.

Magdalena se casó a los 17 años con Francisco Solano quien fue jornalero en el campo, pero luego por la escasez de trabajo se dedicó a la albañería. Su vida matrimonial ha sido un calvario cuesta arriba. El compromiso de alimentar, vestir y sacar adelante a sus once hijos sin el apoyo de su marido y hacerse cargo de su padre y de sus siete hermanos a la muerte de su madre, le ha costado sangre: “La situación me ha llevado a no bajar los brazos, al contrario, siempre le pedido a mi Dios coraje para cargar con mi cruz”.

Magdalena es reconocida por gente de su barrio por ser una mujer trabajadora. Así lo confirma Ana Elba Morán: “Es una hormiguita, desde que se levanta no para”. Todo el tiempo ha buscado el pan para sus hijos. Por las mañanas trabaja en casas haciendo los quehaceres domésticos. Por las tardes lava y plancha ropa en diferentes hogares. Los sábados y domingos hace y vende tamales y atole por las calles en un triciclo.

“Aunque en ocasiones me cuesta vender los 100 tamales y 10 litros de atole, lo sigo haciendo porque la comida que vendo es comida que llevo a mi casa”, dijo sonriendo como muestra de su satisfacción por lo que hace. Además cose faldas, blusas, mandiles y pantalones para mujer. Hace cordeles de plástico que se utilizan en las fiestas. También es rezandera en el levantamiento de cruces al final del novenario de los difuntos, que es una costumbre en los pueblos del sur de Jalisco. Y por si fuera poco, también es catequista de niños de la etapa de preparación al sacramento de la Primera Comunión.

Magdalena es una mujer creyente que siempre ha puesto su confianza en la fuerza de Dios: “Soy feliz y vivo en paz; estoy agradecida por todo lo que Dios me concede a través de mi trabajo, del cariño de mis hijos y del apoyo de las personas donde he trabajado. De manera especial le agradezco a Dios dos cosas. La primera, el que mi hijo Marcelino haya respondido al llamado de ser sacerdote; bueno, espero que siga por este camino, todavía no puede cantar victoria. La segunda, el que señor San José me haya elegido para ser mayordoma de su fiesta en el año 2004. Fue un sueño hecho realidad. Aunque fue una experiencia angustiosa, me ayudó a sentir la necesidad de encontrarme con Dios. Por eso, al año siguiente me animé a vivir la experiencia de Cursillos”.
Es el testimonio de una mujer que nació pobre, que es pobre y que su situación de pobreza no la ha relegado a vivir de limosnas, sino a luchar por llevar el pan de cada día a su familia. “La pobreza no es una enfermedad que debamos padecer, sino una realidad que tenemos que enfrentar con trabajo”, terminó.

La lucha del Chino

Alexis Iván tiene once años y desde que nació vive con una de sus abuelas, sus amigos y conocidos le dicen “El Chino”.

En julio pasado terminó su educación primaria y no pudo continuar sus estudios de secundaria porque su abuelita no hizo su preinscripción en febrero próximo pasado. El Chino cree que su abuelita no lo preinscribió por la difícil situación de pobreza que viven y calculó que no iba a poder apoyarlo con los gastos que se avecinaban.

Ya desde la Primaria, El Chino hacía pequeños trabajos de los cuales obtenía algo de dinero para ayudar a los gastos de su abuelita. Otro tiempo anduvo de vago, como él mismo dijo, pero descubrió que eso no le dejaba nada bueno: “Andaba con puras malas amistades” reconoció.
Actualmente trabaja por las mañanas en Ciudad Guzmán, como ordeñador de vacas en un establo. Este trabajo lo realiza todos los días de la semana. En las tardes, de lunes a sábado, también trabaja como ayudante de un taller mecánico.

Todo lo que gana se lo entrega a su abuelita y de ahí le devuelven algo para comprar alguna golosina o refresco.

El futuro educativo de El Chino no está claro porque todo depende de la decisión que tome su abuelita para que él siga estudiando y a que la situación económica familiar mejore, lo cual él mismo ve difícil. Mientras tanto, El Chino es feliz en los dos trabajos en que se desempeña ahora.

Estar fuera del sistema

Dicen los zapatistas que en los casi 20 años que llevan construyendo su autonomía en todos los sentidos han tenido que aprender a vivir con menos; y si nos remitimos a los datos duros, hoy en México hay más de 53 millones de personas que, de alguna forma, están aprendiendo a hacer lo mismo.

A finales de julio pasado el Consejo Nacional de Evaluación (Coneval) señaló que 45.5% de la población del país, es decir, 53.3 millones de personas, vive en pobreza. La cifra representa 500 mil personas más que en 2010.

La noticia apareció en todos los diarios del país y el tema permaneció en los medios de comunicación durante algunas semanas. Explicaciones fueron y vinieron, los políticos se empeñaron en decir que pese a las cifras, la pobreza se había reducido en el país y jugaban con los números para tratar de modificar la percepción negativa del hecho.

Por ejemplo, Gonzalo Hernández Licona, secretario ejecutivo del Coneval, lo explicaba así: “Es que ahora somos 117 millones de mexicanos y no 114 millones como en 2010, por eso, aunque hay más pobres, el porcentaje es menor, pues pasó del 46.1% en 2010 al 45.5% en 2012”.

El reporte del Coneval colocó a Jalisco como uno de los 10 estados en que la pobreza aumentó en todos sentidos, el orden fue: Coahuila, el Distrito Federal, Jalisco, Guerrero, Estado de México, Nayarit, Nuevo León, Puebla, Quintana Roo y Yucatán.

Los datos señalan que en 2010 había 2 millones 766 mil 700 personas en situación de pobreza, 37% de la población del estado, mientras que en 2012 la cifra llegó a 3 millones 51 mil (39.8% de la población), lo que implica que en dos años el número de personas en situación de pobreza aumentó en 284 mil 300.

Pero además, en ese mismo periodo el número de personas en pobreza extrema se incrementó de 392 mil 400 (5.3% de la población) a 446 mil (5.8% de la población); es decir, 53 mil 600 personas más cayeron en pobreza extrema.

En opinión de Silvia Rivera Cusicanqui, la incertidumbre de no tener lo suficiente para vivir se mitiga en la medida en que se crean redes solidarias de personas que están fuera de la lógica del consumo capitalista; visto de ese modo, podríamos pensar que en México casi la mitad de la población ha sido expulsada de esa lógica consumista.

Así, pensar en esas personas no como pobres, sino ricas en conocimientos propios y capaces de crear esas redes solidarias, nos permitiría tener una perspectiva distinta de lo que este país puede llegar a ser. En ese punto es en donde historias como las de El Chino, Magndalena o la familia De la Cruz Esteban cobran otra dimensión: son personas que, sabiéndolo o no, están tejiendo comunidad.

Recuadro

Según CONEVAL, “se considera que se encuentran en pobreza extrema las personas que tienen tres o más carencias sociales y perciben un ingreso inferior a la línea de bienestar mínimo, es decir, tienen un ingreso total que es menor al costo de la canasta alimentaria básica”; en tanto que la población que vive en pobreza es “la que tiene al menos una carencia social y percibe un ingreso inferior a la línea de bienestar, cuyo valor equivale al costo de las canastas alimentaria y no alimentaria juntas”.

Infográfico

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Infografico pobreza 131

Publicación en Impreso

Edición: 131
Sección: Dichos y Hechos
Autor: Raúl Torres, Luis Antonio Villalvazo, José Luis Ruiz

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