Caminar con la conciencia de ser Iglesia Particular
El próximo 30 de junio nuestra Diócesis de Ciudad Guzmán cumple 40 años de haber sido creada por el Papa Paulo VI. En este período hemos tenido tres obispos: Don Leobardo Viera Contreras, Don Serafín Vásquez Elizalde y el actual obispo, Don Braulio Rafael León Villegas. Aunque parece corto su caminar se pueden recoger acontecimientos que son hitos en esta breve historia. Quizá el elemento más característico que marca e identifica a nuestra Diócesis es su conciencia de ser una Iglesia Particular.
Nuestra Diócesis nació al calor del Concilio Vaticano II (1962-1965) y de la Conferencia Episcopal de Medellín (1968). Retomó aquellos aires de renovación eclesial y buscó aplicarlos en el trabajo incipiente de la Pastoral de Conjunto. Con la Conferencia de Puebla (1979) contó con nuevos elementos de planificación y reforzó los avances de Pastoral de Conjunto. A esto ayudaron mucho los Cursos de Pueblo Nuevo, llevados a cabo de 1979 a 1993. Puede decirse que fueron creados para ser una Iglesia que caminara articulada, con unas mismas opciones, prioridades y metodología pastoral. A lo largo de los años este método se perfeccionó.
Desde el inicio se interesó en preguntarse cómo podía ser una Iglesia con rostro propio, una porción del Pueblo de Dios en el sur de Jalisco. Para esto buscó herramientas de investigación, análisis y una metodología de planificación. Así se acercó poco a poco a la realidad que se vivía en el sur de Jalisco.
Con el paso de los años descubrió la pobreza, el abandono de muchas de sus familias y también la voz urgente del Magisterio pontificio, del Vaticano II, del Magisterio latinoamericano y los impulsos de la reflexión teológica latinoamericana. Con esto llegó a proclamar la opción por los pobres, por las comunidades eclesiales de base y por los jóvenes.
El momento más denso de reflexión teológica llegó con la celebración del Primer Sínodo Diocesano iniciado el 22 de mayo de l994 y concluido el 21 de noviembre de 1996. Esto se refleja claramente en el lema del Sínodo: “Ser una Iglesia en camino, servidora del Reino” y en su objetivo General: “Queremos rescatar, valorar, proyectar y normar la experiencia de Iglesia Particular que va realizando nuestra Diócesis de Ciudad Guzmán, para encontrar caminos de evangelización a favor de nuestros pueblos del Sur de Jalisco”. La realización del Sínodo fue una aplicación del método de trabajo de la Diócesis. Se partía desde la base de los barrios, colonias y ranchos, continuaban en las parroquias y vicarías, y finalmente venía el momento diocesano en el que se recogía toda la rica reflexión. Fueron cinco etapas y cada etapa elaboró su documento sinodal.
El Sínodo Diocesano ha guiado la elaboración del tercer y cuarto planes de Pastoral. Ha sido como el alma y la luz del trabajo pastoral en la Diócesis. Ahí está el modelo de Iglesia que queremos construir, la mística que nos anima, la metodología que queremos aplicar. Podemos decir que ahí está el sueño de Iglesia que vislumbramos y que nos anima a seguir caminando. Una Iglesia entendida como Pueblo de Dios y sacramento de salvación; una Iglesia misionera, servidora del Reino, ministerial y profética. Es una Iglesia que tiene opciones metodológicas y quiere llevar a cabo su misión con una Pastoral de Conjunto, Planificada y Liberadora.
También abrió sus puertas a la promoción humana y a la inculturación del Evangelio. En cuanto a lo primero, la promoción de la medicina natural, huertos familiares, cooperativas, compras en común, Derechos Humanos, capacitación política. En cuanto a lo segundo, la atención al rico campo de la religiosidad popular. El canto “Iglesia sencilla” expresa bien esa búsqueda.
Además, se impulsaron la catequesis en proceso, por etapas y de manera integral, el Proyecto de Capacitación Laical (PROCALA) y muchos cursos y seminarios con asesores de México y de América Latina.
Han marcado huella en el rostro de esta Iglesia el inicio del Seminario Mayor en 1983; la opción por los pobres que pronunció Don Serafín en Pueblo Nuevo en 1983; el Encuentro Nacional de CEBs, que se celebró en nuestra Diócesis en 1992, y que dio una motivación especial para intentar proseguir el esfuerzo de ser una Iglesia que arranca desde la base en los barrios y ranchos y los Cursos de Pueblo Nuevo que aportaron continuidad en la búsqueda de una línea teológica y pastoral para la Diócesis.
Nuestra Diócesis ha sido una Iglesia Particular abierta a recibir las contribuciones de otras Iglesias hermanas, sobre todo de América Latina. Ahí están los aportes del Equipo de Marins, Mons. Fernándes, Mons. Proaño, el P. Comblin, el P. José Luis Caravias y tantos otros. Por eso creo y confirmo que la conciencia de ser una Iglesia Particular con rostro propio es el elemento más importante a subrayar en estos sus cuarenta años de vida de nuestra Diócesis.
Publicación en Impreso
Edición: 118
Sección: Dichos y Hechos
Autor: P. Juan Manuel Hurtado