Aventura misionera
La Parroquia de Ciudad de Zihuatanejo cuenta con 100,000 habitantes y se encuentra en el Estado de Guerrero. Pertenece a la Diócesis de Ciudad Lázaro Cárdenas y es atendida por tres sacerdotes. En el mes de febrero se le hizo la invitación al Seminario de Ciudad Guzmán de apoyar la pastoral de la Comunidad durante la Semana Santa, proyecto que se concretizó con la participación en de un sacerdote y 9 seminaristas de primero de Filosofía.
Zihuatanejo tiene su historia.
Zihuatanejo, ubicado en una amplia y tranquila bahía del Océano Pacífico, en la época colonial se consolidó como poblado pesquero con algunas haciendas a su alrededor a donde llegaban embarcaciones para abastecerse de maderas y minerales abundantes en la región. Por ese tiempo se cultivó el cacao, el algodón, la vainilla y el maíz y se explotó la madera de cedro, roble, nogal, granadillo y de las arboledas de sierra media.
Entre 1940 y 1950, Zihuatanejo seguía siendo pequeño poblado que contaba con unos 1,000 habitantes, dedicados principalmente a la pesca y a la agricultura. Para entonces eran atendidos por los sacerdotes de la Parroquia de Petatlán, Guerrero, lugar donde se encuentra una milagrosa imagen de Nuestro Señor Jesucristo, conocida como “Nuestro Padre Jesús” y que representa el momento de una de las caídas sufridas en su camino al calvario, visitada por una inmensidad de peregrinos de toda la región y de diferentes lugares del país. En aquel tiempo las Misas se celebraban en los corredores o en los patios de las casas de los vecinos y con el esfuerzo de un comité de voluntarios y de la comunidad se logró tener un templo dedicado a la Virgen de Guadalupe, que para 1953, con techo provisional de “Palapa”, ya se utilizaba todavía sin terminar. Tocó al Padre Jesús Jiménez ser el primer párroco y así se fueron sucediendo varios sacerdotes a través del tiempo hasta llegar al Padre Ignacio Rodríguez Garibay que es el párroco actual.
Invitación a participar en la Semana Santa.
Desde hace siete años el Seminario de Ciudad Guzmán ha tenido presencia en la Diócesis de Ciudad Lázaro Cárdenas, principalmente durante la Semana Santa: 5 años en comunidades de la Parroquia de Infiernillo, Mich., un año en comunidades de la Parroquia de Aquila, Mich., y este año en 2 Células Parroquiales de Zihuatanejo, Gro. Experiencia que se ha considerado muy favorable para el caminar formativo de los jóvenes seminaristas que han participado. A raíz de las vivencias anteriores, el Padre Nacho Rodríguez y el Padre Martín Arroyo nuevamente hicieron una invitación para que el Seminario de Ciudad Guzmán participara en la pastoral de su Parroquia durante la Semana Santa, en el área de Nuevo Amanecer y en el área de Fovissste-Infonavit que fueron las dos Células parroquiales donde se vivió la experiencia.
Organización y realización.
La perspectiva de nuestra presencia era vivir junto con la comunidad de Zihuatanejo los días santos, para enriquecer la experiencia y animar a los agentes de pastoral, con la finalidad de celebrar juntos el misterio Pascual y crecer en la fe y en el compromiso cristiano. Primero nos dimos a la tarea de ubicarnos en la finalidad planteada y preparar un material de estudio sobre los días santos que se nos pidió; a la vez considerar lo básico, como: materiales litúrgicos, de pastoral, papelería y lo personal. Con alegría por la oportunidad de realizar una aventura misionera y lo indispensable en la mano, salimos la mañana del día jueves 25 de marzo de 2010 rumbo a Zihuatanejo, a donde llegamos, con el apoyo de Padre Martín que nos encontró en Colima, después de 12 horas de camino. En el templo del Angelus que es como el centro pastoral de la Parroquia nos encontramos con el Padre Nacho, las Hermanas religiosas y agentes de pastoral para organizarnos en los primeros pasos.
El reconocimiento del área de trabajo fue muy importante y necesario, el viernes 26 de marzo recorrimos las comunidades o Células parroquiales, desde la capilla de San Pablo en la colonia los Amuzgos hasta la capilla de San José en la Célula parroquial Nuevo Amanecer y desde la capilla de la Virgen de Guadalupe en la colonia El Hujal hasta la capilla de San Antonio en la colonia Paraíso-Limón de la Célula parroquial Fovissste-Infonavit. Por la tarde nos encontramos con los agentes de pastoral para estudiar y reflexionar cada uno de los momentos de la Semana Santa: Domingo de Ramos, Jueves Santo, Viernes Santo y Sábado Santo.
Después del Domingo de Ramos, en los días siguientes, además de preparar el Triduo Pascual también hubo la posibilidad de reunirse con los coordinadores en las dos células parroquiales laicos y Hermanas religiosas, en algunas capillas se tuvieron pláticas para niños, jóvenes y adultos, se visitaron las familias para conocer la realidad de aquellos lugares, participamos en la Eucaristía que se estaba realizando en diferentes capillas y junto con los representantes de la Parroquia se asistió a la Misa Crismal en la Catedral de Ciudad Lázaro Cárdenas que en aquella Diócesis se celebra el martes santo. Los días santos estuvieron caracterizados por la participación numerosa y entusiasta de las personas, teniendo como centros principales para las celebraciones la capilla de San José y la capilla de San Juan Bautista, aquí algunas de estas celebraciones era primera vez que se realizaban. Vivimos paso a paso la Pascua de Jesús, hasta llegar al momento culmen de nuestra fe: la fiesta de la Resurrección.
Algunos frutos de la experiencia.
Los seminaristas de primero de filosofía señalan que los frutos de la experiencia de Semana Santa que perciben son: El acercamiento a una nueva cultura; afrontar los retos de trabajar en un ambiente urbano y de turismo; implementar un método de trabajo que responda a la realidad y a las necesidades del lugar; la convivencia, organización y trabajo en equipo con las Hermanas religiosas que colaboran en la pastoral parroquial; valorar la experiencia desde la dimensión de un discernimiento vocacional.
En las Células Parroquiales se notó animación y se acompañó a los coordinadores, se hizo amistad con ellos y se les dejó material de trabajo. Las familias nos abrieron las puertas de su casa y nos compartieron el hospedaje y los alimentos. Los sacerdotes valoraron la experiencia y nos invitan a seguir participando en su Parroquia en otros momentos. En esta oportunidad que la vida nos ofreció dimos y recibimos, regresamos a nuestra diócesis animados a seguir con las tareas diarias y quedaron en Zihuatanejo las puertas abiertas para nuevas experiencias.
Publicación en Impreso
Número de Edición: 101
Sección de Impreso: Luz y Fermento
Autor: P. Alfredo Monreal
Si, probablemente lo sea