Homilía para el Domingo de Ramos 2022
Ayer, al escuchar y reflexionar estos textos bíblicos con los presos, caímos en la cuenta de que Jesús vivió en carne propia la misma situación de apresamiento, juicio, tortura… que experimentan casi todos ellos y ellas.
Escuchar a Dios en el sufrimiento del inocente
Textos: Is 50, 4-7; Flp 2, 6-11; Lc 22, 14-23, 56
Ayer, al escuchar y reflexionar estos textos bíblicos con los presos, caímos en la cuenta de que Jesús vivió en carne propia la misma situación de apresamiento, juicio, tortura… que experimentan casi todos ellos y ellas. Jesús se identificó con los sufrientes, maltratados y condenados injustamente. Lo hizo a tal grado que, aunque estaba condenado a muerte por los sumos sacerdotes y habían diseñado muy bien el modo de matarlo, por obediencia al Padre aceptó, como dice Pablo, hasta la muerte –y no cualquiera–, sino una muerte de cruz.
¿Cuántas personas son apresadas y torturadas, como Jesús? No solo los presos, sino también quienes son levantados, desaparecidos y asesinados por miembros del crimen organizado o por otras personas. En Jesús se cumplió lo anunciado por Isaías y lo manifestado por el salmista: lo golpearon en la espalda, le jalaron la barba, se burlaron de Él, lo insultaron y escupieron, le taladraron sus manos y sus pies, le rompieron la carne hasta que se vieron sus huesos. En la narración de la Pasión, san Lucas nos da testimonio de lo que sufrió Jesús: escuchó a sus discípulos que se peleaban por ser el más importante, captó que Pedro y los demás serían zarandeados por Satanás, se angustió ante la muerte, fue entregado con un beso por Judas, fue arrestado y llevado a juicio con las autoridades religiosas y romanas, ante quienes fue acusado falsamente; escuchó que Pedro lo negó; los soldados se burlaron de Él y lo golpearon con la cara tapada, Pilato y Herodes se burlaron de Él, fue cargado con la cruz, sufrió con las mujeres que lloraban por Él, fue insultado por uno de los malhechores. ¿Qué diferencia hay entre esto y lo que viven muchas personas en nuestros días?
En esta situación experimentada injustamente, Jesús escuchó a su Padre, haciendo propias las palabras de Isaías y del salmista. El siervo sufriente, que anticipó el sufrimiento de Jesús, sabía que el Señor lo ayudaba; confiaba en que el Señor, que lo amaba, lo salvaría y lo libraría, por lo que no quedaría avergonzado. Jesús le dijo en el Huerto que, aunque no quería pasar por esa prueba amarga de la muerte, se cumpliera su voluntad; en la cruz, ya para morir, le dijo que se encomendaba a sus manos. Por eso, Dios lo exaltó al resucitarlo.
Jesús nos enseña que tenemos que escuchar a Dios en el sufrimiento de los inocentes, los violentados, los vulnerados, los desechados… Esto es lo que se pretende realizar para la elaboración del 5º Plan Diocesano de Pastoral. Dispongámonos a recibir sacramentalmente a Jesús en la Comunión, para mantenernos unidos a Él en la escucha al Padre.
10 de abril de 2022