Homilía para el domingo de la Santísima Trinidad 2022

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La Trinidad es nuestro modelo de comunión, de vida comunitaria y como parroquia nos encomendamos a Dios, para continuar en nuestra búsqueda por llegar a ser una comunidad de comunidades, por vivir la comunión entre todos los barrios y colonias.

Guiados por el Espíritu hacia la comunión

Textos: Prov 8, 22-31; Rm 5, 1-5; Jn 16, 12-15

Los textos bíblicos nos presentan a Dios en su dimensión comunitaria: el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo unidos en comunión. La Trinidad es nuestro modelo de comunión, de vida comunitaria y como parroquia nos encomendamos a Dios, para continuar en nuestra búsqueda por llegar a ser una comunidad de comunidades, por vivir la comunión entre todos los barrios y colonias, como nos ayudó a aclarar el Primer Sínodo Diocesano.

Cuando se estaba despidiendo de sus discípulos durante la Última Cena, Jesús prometió el Espíritu de la verdad. Dijo que Él nos iría guiando hasta la verdad plena. Al prometerlo dio a entender que Dios vive en acuerdo, en armonía, en su interior. Dijo que el Espíritu no hablaría por su cuenta, sino que diría lo que fuera oyendo en el diálogo con el Padre y el Hijo, que recibiría de Jesús lo que fuera comunicando a sus discípulos, que comunicaría lo que fuera tomando de Jesús y del Padre. En Dios está presente la comunión, no la división; la armonía y no el desacuerdo; la unidad y no la ruptura. La comunión consiste en estar de acuerdo, en comulgar con lo mismo, en participar de lo mismo. Así es Dios.

La misión del Espíritu consiste en conducirnos hacia la verdad plena. Esa verdad es la Comunión trinitaria. Nosotros como Iglesia estamos llamados a caminar en la comunión entre todos sus miembros. Esta comunión es en función de la misión que Jesús nos dejó: ir por todo el mundo a anunciar el Evangelio. Nuestra misión consiste en anunciar y hacer presente el Reino de Dios. En esto, todos los bautizados tenemos que estar de acuerdo, porque eso es lo común. En la Misa lo expresamos, lo renovamos y nos comprometemos a vivirlo; por eso se le llama el sacramento de la Comunión. Nos alimentamos de la misma comida: el Cuerpo y la Sangre de Jesús, por lo que entramos en comunión con Él para continuar su misma misión. El Espíritu es quien nos conduce para realizarla con fidelidad.

La comunión, como la misión, no está hecha; hay que irla construyendo día a día. Por eso, como Diócesis tenemos claro que somos Iglesia en camino. El camino es para recorrerlo hasta llegar a nuestro destino, que es el Reino. Vamos en camino hacia la verdad plena, hacia la comunión plena. Y ahí el Espíritu nos ha ido guiando. Este domingo estamos invitados como comunidad parroquial a renovarnos para seguir caminando con su fuerza.

En la parroquia hay dos grandes zonas y cada una tiene varios sectores, son muchos barrios y colonias. El ideal es que caminemos unidos, en comunión, en la realización de la misión de la Iglesia. Dios nos muestra lo que tenemos que hacer como comunidad parroquial: vivir la armonía en cada barrio y entre comunidades, entre agentes de pastoral, entre todos los bautizados; caminar unidos y articulados, guiados con el plan de pastoral; trabajar por el proyecto común de anunciar y hacer presente el Reino de Dios; luchar por ser una comunidad de comunidades o, dicho de otro modo, por vivir la comunión entre comunidades.

Pidamos al Señor que no deje de asistirnos con su Espíritu en nuestro caminar de Iglesia. Tampoco dejemos de abrirnos a su acción, pues quiere conducirnos hacia la verdad plena por medio de la comunión vivida todos los días en y entre todas las comunidades.

12 de junio de 2022

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