Homilía para el 6º domingo de Pascua 2022
El camino está marcado por la primera comunidad: escuchar al Espíritu Santo.
Escuchar al Espíritu Santo
Textos: Hch 15, 1-2. 22-29; Ap 21, 10-14. 22-23; Jn 14, 23-29
Nos estamos acercando al final del tiempo pascual. Ya vienen las fiestas de la Ascensión del Señor y Pentecostés. Por eso, este domingo se nos ofrece uno de los textos del evangelio de san Juan en que Jesús prometió el Espíritu Santo a sus discípulos. Les dijo que su Padre lo iba a enviar en su nombre para que les enseñara todas las cosas y les recordara lo que les había dicho. Allí mismo, durante la Última Cena, les acababa de dar el mandamiento nuevo: “Ámense unos a otros como yo los he amado”.
Esta promesa de Jesús se hizo realidad el día de Pentecostés. El Espíritu Santo descendió sobre la comunidad y, con su fuerza, salieron a la misión. Lo celebraremos dentro de quince días. Pero la promesa de Jesús se ha seguido cumpliendo día a día hasta hoy. En la primera lectura escuchamos un testimonio de la acción del Espíritu Santo en la vida de la comunidad. Los discípulos ya andaban en la misión y, como nos sucede también hoy, se encontraban con situaciones imprevistas que los desafiaban en el anuncio del Evangelio.
Una de ellas fue el problema de la circuncisión, rito con que los judíos eran integrados en la vida religiosa. Ante esta situación, unos decían que sí había que circuncidar a los que comenzaban a integrarse en la vida de la comunidad cristiana y otros sostenían que no era necesario. Era difícil llegar a un acuerdo, como sucede en nuestras asambleas y en muchas reuniones, pues hay muchos modos de ver y pensar las cosas. Dice el autor de Hechos de los Apóstoles que llegaron a un altercado y hubo discusiones violentas entre ellos. Pero, y aquí estuvo la acción del Espíritu Santo, al final llegaron a una decisión; los apóstoles y los presbíteros llegaron a un acuerdo con toda la comunidad. ¿Cómo lograron el consenso? Escuchando al Espíritu Santo. Su tarea fue discernir lo que el Espíritu les aconsejaba.
Allí estaba cumplida la promesa de Jesús: “El Espíritu Santo […] les enseñará todas las cosas y les recordará todo cuanto yo les he dicho”. Les recordó el mandamiento de amarse unos a otros y manifestarlo con sus hechos; les enseñó cosas nuevas, al abrirles la mente y el corazón para superar aquel conflicto y aclarar lo que convenía hacer para el bien de todos. La clave estuvo en la apertura de sus oídos, mentes y corazones al Espíritu Santo.
En nuestras comunidades nos encontramos con muchas situaciones que nos están desafiando para realizar bien la misión. Unas son internas a la comunidad, por las relaciones, los procesos, los trabajos en común; siempre hay conflictos pues estamos relacionándonos con personas y no hay que asustarnos, pues son situaciones ordinarias en los procesos comunitarios. Otras son externas a la comunidad, pero la afectan y ponen trabas para el anuncio fiel del Evangelio, como la violencia, la disminución del agua, la presencia de muchas personas de otros estados que andan buscando mejores condiciones de vida para sus familias, la indiferencia ante las necesidades, el individualismo, por señalar algunas.
El camino está marcado por la primera comunidad: escuchar al Espíritu Santo, que nos recuerda lo dicho por Jesús y nos enseña cosas nuevas, para encontrar como comunidad los caminos de respuesta a los desafíos y realizar con fidelidad la misión.
22 de mayo de 2022