Homilía para el 5º domingo ordinario 2021

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Este domingo nos encontramos con el testimonio de Jesús, secundado por san Pablo, en el anuncio del Evangelio. Al final del texto del evangelio, Jesús dijo a sus discípulos que había venido para predicar el Evangelio. Pablo, pocos años después dejó por escrito en su primera carta a los corintios que era una obligación suya predicar el Evangelio: “¡Ay de mí, si no anuncio el Evangelio!”.

Evangelizar con el servicio

Textos: Jb 7,1-4.6-7; 1Cor 9,16-19.22-23; Mc 1,29-39

Este domingo nos encontramos con el testimonio de Jesús, secundado por san Pablo, en el anuncio del Evangelio. Al final del texto del evangelio, Jesús dijo a sus discípulos que había venido para predicar el Evangelio. Pablo, pocos años después dejó por escrito en su primera carta a los corintios que era una obligación suya predicar el Evangelio: “¡Ay de mí, si no anuncio el Evangelio!”. Revisarnos en nuestro proyecto y práctica de vida como bautizados, nos ayudará a prepararnos para recibir sacramentalmente a Jesús en la Comunión.

Jesús, según nos narra san Marcos, andaba curando enfermos: primero, la suegra de Simón; luego, todos los enfermos y endemoniados que le llevaron. Y si dijo a sus discípulos que había que ir a otros lugares para predicar también allá el Evangelio, quería decirles que, al servir a los enfermos para curarlos, estaba predicando el Evangelio. Ya había dicho que el Reino de Dios estaba por llegar, como escuchamos hace dos domingos. Pues sucede que, con Jesús llegaba ese Reino de vida e iba dirigido a los pobres y sufrientes.

Entonces, Jesús estaba cumpliendo su misión en medio de situaciones de dolor, sufrimiento y angustia, para curar, consolar, confortar, devolver la salud, reintegrar a las personas. Las enfermedades y todo tipo de sufrimientos son oportunidades para anunciar el Evangelio, para hacer presente el reinado de Dios. Situaciones como la que estaba experimentando Job de infortunio, noches de dolor, noches sin dormir, incertidumbre; situaciones como la enfermedad, cualquiera que sea —estos años la de Covid-19—, la muerte de algún familiar, son espacios propicios para que nosotros anunciemos el Evangelio.

El primer modo de evangelizar es el testimonio de vida. Sea de manera personal, sea como comunidad, tenemos el compromiso de proclamar el Evangelio, de anunciar y hacer presente el Reino de Dios. Esto no lo tenemos que perder en nuestra vida como miembros de la Iglesia. Y, si tenemos en cuenta el ejemplo que nos dejó Jesús, la mejor manera de evangelizar es ponernos al servicio de las personas que sufren por enfermedades, empobrecimiento, discriminación, injusticias, abusos, aunque no digamos que estamos evangelizando. Lo que sí no tenemos que perder en nuestra conciencia es la obligación que tenemos de hacerlo, como lo tenía claro Pablo. Y, para esto, tenemos que hacernos esclavos de todos y hacernos débiles con los débiles, para ganarlos a todos por y para el Evangelio.

Para disponernos a recibir a Jesús en la Comunión, pongámonos de frente a la Palabra de Dios. Sabemos —y lo decimos— que, por estar bautizados, tenemos el compromiso de colaborar en el anuncio del Evangelio, de anunciar y hacer presente el Reino de Dios. Jesús nos ha enseñado que atender a los enfermos es evangelizar. Entre nosotros hay muchas personas enfermas y ancianas, y varias se han contagiado de Covid-19. ¿Qué estamos haciendo para atenderlas, personalmente y, de manera organizada, como comunidad?

La Comunión, sea sacramental o espiritual, nos mantiene unidos a Jesús en la misión al servicio del Reino. Recibirlo como alimento, nos compromete e impulsa a evangelizar sirviendo a los que sufren, especialmente a los enfermos. ¡Ay de nosotros si no lo hacemos!

7 de febrero de 2021

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