Homilía para el 4º domingo de Pascua 2022
Hoy, domingo del Buen Pastor, damos gracias a Dios por su Hijo que, para darnos la vida en abundancia, entregó su vida en la cruz. También, ante la cercanía del Día de la Madre, agradecemos el regalo de las mamás que pastorean a sus hijos mejor que nadie.
Escuchar y seguir al Buen Pastor
Textos: Hch 13, 14. 43-52; Ap 7, 9. 14-17; Jn 10, 27-30
Ayer, al salir de la Penal me encontré a un señor, miembro de Alcohólicos Anónimos, quien semana a semana acompaña a un grupo de internos que están luchando por dejar de beber. Me dijo que estaba esperando a uno de esos internos que estaba por salir, para recibirlo, llevarlo a su casa y derivarlo a un grupo de AA para que continúe su proceso de recuperación. Es el servicio de un pastor que, al igual que Jesús, ve por sus ovejas y las cuida.
Hoy, domingo del Buen Pastor, damos gracias a Dios por su Hijo que, para darnos la vida en abundancia, entregó su vida en la cruz. También, ante la cercanía del Día de la Madre, agradecemos el regalo de las mamás que pastorean a sus hijos mejor que nadie.
Jesús se presentó ante los judíos como el Buen Pastor que conoce a sus ovejas, las cuida y les da la vida eterna. Nosotros somos sus ovejas y nuestra responsabilidad es escuchar su voz y seguirlo. Un pastor conoce muy bien a sus ovejas; una mamá conoce muy bien a cada uno de sus hijos e hijas: conoce su modo de ser y reaccionar, sabe de sus problemas y preocupaciones, está al tanto de sus proyectos, sueños y esperanzas, y los acompaña. Sufre con ellos, se alegra con ellos, se preocupa por ellos, habla con ellos, los valora y los aconseja.
Eso es lo que hace Jesús por nosotros. De ahí que tenemos que saberlo escuchar siempre. “Escuchar es mucho más que oír”, como dice el Papa Francisco. Es abrir el corazón para que Dios entre en él y allí habite. Y Jesús es la Palabra de Dios, es la voz de Dios, es la presencia de Dios para su pueblo. Jesús nos comunicó todo lo que su Padre quería decirnos. Para ser sus ovejas, es necesario que tengamos siempre abierto nuestro corazón a Jesús para que habite en nosotros. En el corazón se toman las decisiones y si Jesús está allí, serán decisiones para el bien, para vivir como hermanos, para trabajar por el Reino de Dios, para construir la comunidad, para defender los derechos humanos y los derechos de la tierra.
Además de escucharlo, Jesús nos invita a seguirlo, a vivir como Él en la pobreza y la sencillez, en el anuncio del Reino, en el servicio a los demás, especialmente a los pobres, enfermos, desechados; en la entrega de la vida. Así fue la vida y el camino de Jesús hasta la cruz. La realizó de esta manera porque escuchó a Dios; es decir, le abrió el corazón a su Padre y allí habitó. Su pastoreo lo vivió como oveja de Dios, escuchándolo, siguiéndolo, obedeciéndolo; por eso dijo que el Padre y Él son uno. Jesús es el Cordero de que habla el autor del Apocalipsis: el Cordero que derramó su sangre para darnos la vida en abundancia, el Cordero-Pastor que protege a sus ovejas y las conduce a las fuentes del agua de la vida. Nuestra vida debería estar siendo como la de Jesús: una vida en el servicio, la solidaridad, la entrega diaria por los demás, una vida en comunión con Él y con el Padre.
Pidamos a Dios que sepamos escuchar y seguir con fidelidad a Jesús, su Hijo. Que sepamos vivir el servicio y la entrega, tanto en la familia como en la comunidad y la sociedad. Pidamos al Señor por nuestro Seminario en su mes, para que los jóvenes que están viviendo esta experiencia se formen responsablemente en la escucha y el seguimiento a Jesús, para que, si son llamados al ministerio ordenado, sepan entregar su vida como buenos pastores.
8 de mayo de 2022