Homilía para el 4º domingo de Adviento 2022

0

A una semana de celebrar la Navidad, acontecimiento para el que nos estamos preparando durante el Adviento, se nos ofrece la figura de la Virgen María de Nazaret.

Jesús está con nosotros

Textos: Is 7, 10-14; Rm 1, 1-7; Mt 1, 18-24

A una semana de celebrar la Navidad, acontecimiento para el que nos estamos preparando durante el Adviento, se nos ofrece la figura de la Virgen María de Nazaret. En ella se cumplió la promesa que Dios hizo a Ajaz –y, en él, a su pueblo– de que una virgen concebiría y daría a luz un hijo, el cual llevaría el nombre de Emmanuel. La Virgen es María, su Hijo es Jesús. En esta acción salvadora de Dios, José fue llamado a colaborar como esposo de María y papá del Emmanuel.

Ellos tuvieron que abrirse al proyecto de Dios, entre crisis, incertidumbres y esperanzas. Su respuesta nos refleja la capacidad que tuvieron de escucharlo y de realizar su voluntad. María le expresó al Señor su condición de esclava suya y que estaba totalmente a su servicio, diciéndole que se cumpliera en ella su palabra. José no dijo palabra alguna; permaneció en silencio, pero hizo lo que le mandó el ángel del Señor. Ambos tuvieron que hacer un discernimiento para aceptar la propuesta de Dios y comprometerse con Él a realizarla, para que se cumpliera su voluntad.

José no la tenía fácil, porque la situación en que se encontraba María era de “infidelidad”, pues el Hijo que esperaba no era suyo, y basado en la ley podría hacerle un escándalo público y llevarla a morir apedreada. Sin embargo, él había decidido retirarse de ella en silencio, con tal de salvarle la vida y cuidar la vida del Niño. A través del ángel, Dios le pidió que repensara su decisión y se llevara a María a su casa como esposa, recibiera al Niño como su hijo y lo educara. José abrió su corazón a Dios, lo dejó que entrara en él y decidió cambiar de decisión. Hizo lo que el ángel le mandó; es decir, cumplió al pie de la letra la petición de Dios. Tenemos que aprender de san José a estar abiertos a la voz de Dios, que nos habla de muchas maneras y a través de muchas personas, para discernir su voz y, aunque nos cueste, ponernos a su servicio y realizar la misión que nos pide.

El nombre del Niño fue fundamental en su misión. Para los israelitas, en el nombre iba la misión. Jesús significa “Dios salva”. El nombre no se lo puso san José sino Dios mismo; se lo comunicó por medio del ángel, quien le dijo que Él salvaría a su pueblo de sus pecados. Esta fue la misión de Jesús y la llevo a su culmen con su muerte en la cruz. Por su sangre derramada fueron perdonados nuestros pecados, como reconocen varios escritos del Nuevo Testamento.

Otro nombre con que fue señalada la misión de Jesús es el que dijo Dios a Ajaz por boca de Isaías: Emmanuel. Al comunicárselo, también le dijo el significado: Dios-con-nosotros. Este texto se lo aplicó el evangelista Mateo al hecho de la anunciación a José. En ese momento, el Hijo de Dios, el Mesías, el Salvador, ya estaba entre nosotros y como uno de nosotros. Ya se había encarnado y estaba en gestación en el vientre de María, la Virgen. Ella lo recibió en su seno en el momento en que le dijo al ángel: “Yo soy la esclava del Señor, que se cumpla en mí tu palabra”. El próximo domingo estaremos celebrando su nacimiento y hay que seguirnos preparando.

El modo de seguir nuestra preparación para esperar su venida es retomando nuestra misión, la que recibimos en el Bautismo: ir por todo el mundo a anunciar el Evangelio. Es la misma misión de Jesús; para eso fuimos ungidos y consagrados como profetas, sacerdotes y reyes. San Pablo tenía la conciencia de haber sido enviado al apostolado y eso andaba realizando; él estaba llevando el Evangelio a los paganos. Antes de enviar a sus discípulos a la misión, Jesús, en su condición de Emmanuel, les dijo que estaría con ellos todos los días hasta el fin del mundo. Él sigue siendo Dios-con-nosotros y nos acompaña con su Espíritu en la misión. Él viene hoy a nosotros en el Pan y el Vino como alimento. Al recibirlo lo llevaremos con nosotros para comunicarlo a los demás.

18 de diciembre de 2022

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *