Homilía para el 30° domingo ordinario 2021 (Domund)
El anuncio que hizo el profeta Jeremías se cumplió en Bartimeo. Jeremías anunció de parte de Dios a los migrantes, sobrevivientes de su pueblo, que los iba a congregar, a consolar y a guiar. Entre otros, mencionó a los ciegos.
Misioneros como Jesús
Textos: Jr 31, 7-9; 1 Tim 2, 1-8; Mc 10, 46-52
El anuncio que hizo el profeta Jeremías se cumplió en Bartimeo. Jeremías anunció de parte de Dios a los migrantes, sobrevivientes de su pueblo, que los iba a congregar, a consolar y a guiar. Entre otros, mencionó a los ciegos. Bartimeo estaba ciego, a la orilla del camino, fuera de la sociedad, dependiendo de la limosna de los demás para vivir, y terminó siguiendo a Jesús con sus discípulos. Esto nos ayuda a la reflexión de hoy, Domingo Mundial de las Misiones, y a disponernos para recibir sacramentalmente a Jesús en la Comunión.
Jesús iba realizando la misión para la que fue enviado por el Padre: anunciar y hacer presente el Reino de Dios, teniendo como destinatarios principales a los pobres. Como misionero no siempre predicaba con sus palabras, sino más con sus hechos. Nosotros tenemos la idea de que los misioneros predican mucho de palabra. El modo de realizar la misión con Bartimeo, nos da luz en relación a lo que tiene que ser nuestra manera de anunciar y hacer presente el Reino de Dios en nuestra comunidad: más con los hechos que con las palabras.
Al oír los gritos del ciego que le pedía a Jesús que se compadeciera de él, muchos intentaron callarlo. Lo querían poner todavía más lejos de la sociedad, además de que ya estaba desechado. Así nos hacemos muchos de nosotros, católicos, con los pobres que claman compasión, que esperan ser atendidos por la comunidad y la sociedad; cerramos nuestros oídos y nuestro corazón a su situación, buscamos el modo de silenciarlos. En cambio, Jesús se detuvo al oír que gritaba pidiéndole compasión, lo llamó, lo dejó que se le acercara, lo metió al camino, lo escuchó, le valoró su fe y le devolvió la vista. No le echó una gran predicación, simplemente lo atendió en su necesidad; pronunció solo trece palabras. Así hizo visible y presente el Reino de Dios al devolverle la salud a un enfermo, al reintegrar a una persona en la vida de la sociedad, al hacerse buena nueva para un pobre. Con su actitud y sus gestos bastó para expresar su condición de misionero.
Ese modo de realizar la misión nos falta cultivarlo mucho en nuestras familias y en la comunidad. Para ser misioneros no se ocupan grandes discursos o predicaciones sobre la Palabra de Dios, sino pequeños gestos y signos de encuentro, escucha, atención, diálogo, ayuda. Esto implica tener a los pobres en el corazón, optar por ellos, ponerlos en el centro de la comunidad, escuchar y atender sus gritos de dolor, reintegrarlos a la sociedad.
Entre nosotros hay muchas situaciones de pobreza y sufrimiento semejantes a la de Bartimeo. No las ignoremos, no intentemos acallar sus gritos; detengámonos, escuchemos, vivamos la compasión. A propósito de la Jornada Mundial de las Misiones, hoy podemos renovar nuestro compromiso de discípulos misioneros en salida a los caminos y periferias para atender a los pobres, para convertirnos en buena nueva para ellos. Teniendo en cuenta que está iniciando el caminar sinodal hacia 2023 y que estamos comenzando a elaborar el 5º Plan Diocesano de Pastoral, el primer modo de vivir la sinodalidad como Iglesia es la escucha atenta de los gritos de los pobres y de la Madre Tierra. Al recibir la Comunión, renovemos nuestro compromiso de caminar unidos a Jesús en la misión al servicio del Reino.
24 de octubre de 2021