Homilía para el 16º domingo ordinario 2019
Recibir a Jesús
Nos hemos reunido para el encuentro dominical con Jesús resucitado. Hoy lo recibimos, primero en el Evangelio y después en la Comunión. Los textos bíblicos que acabamos de escuchar nos ayudan a descubrir lo que tiene que ser la presencia de Dios y de Jesús en nuestra vida personal y comunitaria. Abraham acogió a Dios en su casa, Marta recibió a Jesús en su casa, María se sentó a sus pies a escucharlo y Pablo lo llevaba en su corazón.
Recibir a Jesús
Textos: Gn 18, 1-10; Col 1, 24-28; Lc 10, 38-42
Nos hemos reunido para el encuentro dominical con Jesús resucitado. Hoy lo recibimos, primero en el Evangelio y después en la Comunión. Los textos bíblicos que acabamos de escuchar nos ayudan a descubrir lo que tiene que ser la presencia de Dios y de Jesús en nuestra vida personal y comunitaria. Abraham acogió a Dios en su casa, Marta recibió a Jesús en su casa, María se sentó a sus pies a escucharlo y Pablo lo llevaba en su corazón.
Cuando alguien nos visita, sobre todo si es una persona muy cercana, nos alegramos, la tratamos bien, le ofrecemos lo mejor. Su presencia en casa nos renueva y nos reanima para la vida. A Abraham le sucedió lo mismo. Recibió la visita de Dios, se alegró, lo trató bien, le ofreció lo mejor que tenía: su corazón dispuesto a cumplir su voluntad. Lo del banquete con el becerro, los panes, el requesón y la leche pasaron a segundo plano; lo importante fue abrir su corazón a su mensaje. En esa visita Dios le prometió un hijo, a pesar de que él y Sara, su mujer, eran ancianos y ella, además, estéril. Sí le cumplió su promesa, pero en base a su confianza total en Él.
Jesús llegó a visitar a Marta y María, como escuchamos en la narración del evangelista Lucas. Las dos lo atendieron, aunque de diferente manera: Marta con la casa limpia y María escuchando sus palabras; pero ambas con su corazón abierto al Señor. Cuando Marta le dijo a Jesús que María le había dejado todo el quehacer por estar platicando con Él, sin minusvalorar el trabajo doméstico, Jesús le hizo una reflexión sobre la decisión que María había tomado.
Ella estaba a sus pies. Es la actitud del discípulo ante su maestro. María estaba atenta a las enseñanzas de Jesús, estaba aprendiendo de Él, como hacían los discípulos de los maestros de la ley; aunque lo más importante era estar con Él. Cómo nos hace falta a los bautizados vivir esta experiencia de estar con Jesús, escucharlo, aprender. Los adolescentes y jóvenes que acaban de ser confirmados, al menos la mayoría, se comprometieron a estar leyendo día a día un pedacito del Evangelio de san Marcos para captar la persona, el estilo de vida y las enseñanzas de Jesús. Esta es la mejor parte a que se refirió Jesús al responderle a Marta, es lo que nadie puede arrebatar a quien se ha convencido de Jesús.
Otra cosa importante que nos ofrece el texto del evangelio es que los maestros de la ley no tenían discípulas sino discípulos jóvenes o adultos. Las mujeres no tenían derecho a aprender a los pies de un maestro de la ley. Con Jesús, María dio este paso y abrió la experiencia para que otras mujeres también tuvieran su Maestro y se hicieran discípulas suyas. Hoy nos pasa al revés. La mayoría de las personas que participan en las cosas de la comunidad son mujeres; varones son muy pocos. Y se necesita que todas y todos tengamos esta experiencia de recibir a Jesús, de estar con Él, escucharlo, aceptar su propuesta del Reino y convertirnos en misioneros al servicio del Reino.
San Pablo nos da testimonio. Él no recibió a Jesús físicamente, no fue visitado en su casa, como pasó con Marta y con María, pero sí lo recibió en su corazón. Le ofreció toda su persona, aprendió de Él y se puso a su servicio. En el texto de la Carta a los Colosenses dice que es a Cristo a quien predicaba. Él se sabía servidor, ministro de la Iglesia para predicar su mensaje.
Hoy vamos a recibir a Jesús en la Comunión. Él quiere hospedarse con cada uno, quiere quedarse en nuestra familia y comunidad. Dispongamos nuestro corazón para recibirlo sacramentalmente, para que esta visita nos renueve y nos impulse a ser testigos suyos, a ejemplo de Pablo.
21 de julio de 2019