Homilía para el 13er domingo ordinario 2019

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Libres para seguir a Jesús
De acuerdo a lo que acabamos de escuchar en el texto del Evangelio, no es fácil seguir a Jesús. Generalmente decimos que somos sus discípulos, que somos responsables de la misión, que somos sus amigos y seguidores. Pero una cosa es decir y otra vivir lo que decimos. Cuando los papás presentan a sus hijos e hijas para el Bautismo, se comprometen a educarlos en la fe; cuando los adolescentes o jóvenes se confirman, se comprometen a seguir con entusiasmo y fidelidad a Jesús; cuando los novios se casan, se comprometen a caminar juntos en el seguimiento a Jesús; cuando a los pastores nos ordenan presbíteros, nos comprometemos a ser presencia sacramental del Buen Pastor en las comunidades. ¿Y qué sucede de todo eso en la práctica? Muy poco o nada.

Libres para seguir a Jesús

Textos: 1 Re 19, 16. 19-21; Gal 5, 1. 13-18; Lc 9, 51-62

De acuerdo a lo que acabamos de escuchar en el texto del Evangelio, no es fácil seguir a Jesús. Generalmente decimos que somos sus discípulos, que somos responsables de la misión, que somos sus amigos y seguidores. Pero una cosa es decir y otra vivir lo que decimos. Cuando los papás presentan a sus hijos e hijas para el Bautismo, se comprometen a educarlos en la fe; cuando los adolescentes o jóvenes se confirman, se comprometen a seguir con entusiasmo y fidelidad a Jesús; cuando los novios se casan, se comprometen a caminar juntos en el seguimiento a Jesús; cuando a los pastores nos ordenan presbíteros, nos comprometemos a ser presencia sacramental del Buen Pastor en las comunidades. ¿Y qué sucede de todo eso en la práctica? Muy poco o nada.

Al participar en la Eucaristía dominical, renovamos nuestro compromiso de seguir a Jesús, de acuerdo a las condiciones que Él señaló. El domingo pasado escuchamos que a quien quiera ser su discípulo o discípula le pide renunciar a su propia persona, tomar la cruz de cada día y seguirlo. En el texto de hoy, pide desprenderse de todo: seguridades, casa, familia, responsabilidades religiosas, para seguirlo y colaborar en la construcción del Reino de Dios. Lo hace en el diálogo con tres personas; dos de ellas se ofrecen a seguirlo y la otra es invitada por el mismo Jesús.

La primera persona le dijo que quería seguirlo por dondequiera. Jesús le aclaró que con Él no había seguridad de nada, ni siquiera de un techo para pasar la noche, a diferencia de los animalitos que sí tienen una cueva o un nido. La segunda persona fue invitada directamente por Jesús. Al escuchar la invitación –la misma que hizo a sus demás discípulos: “Sígueme”–, pidió sepultar primero a su papá, cuando éste muriera. Jesús le aclaró que, aunque esta fuera una obra piadosa y un deber de hijo, es más importante el anuncio del Reino de Dios y vale la pena dedicarse a esta tarea; ya llegaría el día de sepultar a sus gentes. La tercera persona también se ofreció a seguirlo, pero pidió ir primero a despedirse de su familia, como lo había hecho Eliseo antes de irse a la misión con Elías. Jesús le aclaró que quien mira al pasado no sirve para la misión al servicio del Reino.

El seguimiento a Jesús es algo libre, tanto en la decisión que se da como en el estilo de vida que se tiene; cuando sucede esto porque se está viviendo la vocación a la libertad de que habla Pablo. Por eso, Jesús pidió a estas tres personas libertad ante todo lo que ata y da seguridad en la vida: casa, vestido, sustento, dinero, bienes materiales. Tengamos en cuenta que la palabra libertad significa: sin ataduras. Pidió ser libres de frente a las ataduras de los lazos familiares para dedicarse al trabajo por el Reino de Dios. Pablo invita a conservar y cuidar la libertad para vivir de acuerdo a las exigencias del Espíritu de Dios, en el amor al prójimo y en el servicio a los demás. Es exactamente lo que se asume al presentar a los hijos para el Bautismo, al recibir la Confirmación, la vida matrimonial y la ordenación sacerdotal. Tomemos conciencia de que andamos muy lejos de ser personas libres de frente al compromiso de seguir a Jesús en el anuncio y realización del Reino.

Hoy que cumplimos 47 años como Diócesis, además de dar gracias a Dios por el aniversario, renovemos el compromiso de educarnos y educar a niños, niñas y adolescentes, para seguir a Jesús y para hacerlo ejerciendo responsablemente nuestra libertad, pues en esto consiste la vida cristiana. Tengamos en cuenta que el seguimiento no es solo personal, sino también comunitario, y se tiene que cultivar en cada familia y en cada barrio de nuestra comunidad parroquial. Todas y todos tenemos esta responsabilidad por el hecho de ser bautizados. Recibir sacramentalmente a Jesús en la Comunión, nos une a Él, pero nos compromete a seguirlo en el trabajo al servicio del Reino.

30 de junio de 2019

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