Homilía para el domingo de La Transfiguración del Señor 2107

La misión continúa

Transfiguración A 17

Los textos bíblicos que escuchamos fueron elegidos por la Fiesta de la Transfiguración del Señor, que celebramos cada seis de agosto. San Mateo nos narra en su evangelio este acontecimiento y uno de los testigos, san Pedro, nos comparte su testimonio. El mismo Jesús se nos manifestará sacramentalmente en el momento de la Comunión, transformado en Pan y Vino. Se nos dará como alimento para que con su fuerza continuemos en la misión, la cual pasa por la cruz.

Homilía para el 17° domingo ordinario 2017

Encontrar el Reino

Ordinario17 A 17

En los últimos domingos hemos estado escuchando y reflexionando varias parábolas, con las que Jesús comparó el Reino de Dios: la del sembrador, la semilla buena y la cizaña, la semilla de mostaza, la levadura en la masa. Hoy nos encontramos con otras tres: la del tesoro escondido, el comerciante en perlas finas y la red. No olvidemos que el Reino de Dios es un modo de vivir: en el amor, la justicia, la solidaridad, el perdón, la armonía entre nosotros, con la naturaleza y con Dios. Con la Comunión nos alimentamos para seguir luchando por mantenernos viviendo así.

Homilía para el 16° domingo ordinario 2017

Ser semilla buena en el mundo

Ordinario16 A 17

Hace ocho días, en el evangelio escuchamos la parábola del sembrador. En ella, Jesús dice que la semilla es la Palabra de Dios y quienes la reciben son la tierra. Como tierra estamos llamados a producir frutos, dejando que la Palabra caiga, germine, crezca y dé fruto. En una de las tres parábolas de hoy, con las que Jesús presenta la dinámica del Reino, dice que la semilla somos las personas y la tierra es el mundo. Ahí somos sembrados con la esperanza de ayudar a que crezca la vida del Reino de Dios, al igual que Jesús. Preguntarnos si somos semilla buena o semilla de cizaña nos ayudará a prepararnos para recibir a Jesús en la Comunión.

Homilía para el 15° domingo ordinario 2017

Tierra que dé frutos

Ordinario15 A 17

Estamos reunidos como Iglesia para celebrar la Eucaristía dominical y, con ella, agradecer a Dios la Resurrección de Jesús, su Hijo. Los textos que acabamos de escuchar nos llegan del cielo, como la lluvia, para que dejemos que la Palabra de Dios germine, crezca y dé frutos en nosotros, de manera personal, en las familias, como barrios, como parroquia, como Diócesis y con la Creación. Con la reflexión nos prepararemos a recibir a Jesús, el Pan para comer, como dice Isaías.