Homilía para el Domingo de Ramos 2018

Acompañar al portador del Reino

Domingo Ramos

PROCESIÓN: Hemos traído nuestras palmas para la bendición. Con este rito y la procesión que haremos enseguida, iniciamos el camino de acompañamiento a Jesús, que entró a Jerusalén para la fiesta de la Pascua. Esta entrada, que fue festiva y triunfal por las vivas y las aclamaciones al que venía en nombre del Señor, como acabamos de escuchar en la narración de san Marcos, culminó después en Pasión, Muerte y Resurrección.

Homilía para el 5º domingo de Cuaresma 2018

Morir para dar vida

Cuaresma5 B 18

Al igual que el domingo pasado, Jesús anuncia su muerte en la cruz y la vida que nos trae. No dijo tal cual que iba a ser crucificado, pero lo reveló de varias maneras, cuando Felipe y Andrés le comunicaron que unos griegos querían verlo. Prácticamente les leyó la cartilla, no sólo a los griegos sino también a sus discípulos, de lo que significaba encontrarse con Él y ser sus discípulos. Hay que seguirlo totalmente. Esto mismo es para nosotros hoy, que generalmente lo buscamos y lo vemos en crucifijos bonitos pero le huimos a recorrer con Él el camino de la cruz.

Homilía para el 4º domingo de Cuaresma 2018

Creer en el Crucificado

Cuaresma4 B 18

Jesús se reveló a Nicodemo como el Crucificado en quien hay que creer para tener vida eterna. Lo que escuchamos en el evangelio es parte del diálogo entre Jesús y Nicodemo, una noche que resultó ser iluminadora para este fariseo que se convirtió en discípulo de Jesús, la Luz del mundo. Nosotros también nos encontramos con Él hoy domingo de Cuaresma. Nos ha hablado en el texto narrado por san Juan y lo recibiremos sacramentalmente en la Comunión.

Homilía para el 2º domingo de Cuaresma 2018

El regalo del Hijo único

Cuaresma2 B 18

Los textos de la Palabra de Dios de este domingo nos hablan del regalo que el padre hace de su hijo único. Abraham, obedeciendo la petición de Dios, estuvo dispuesto a ofrecérselo en sacrificio en el monte; Dios presentó y entregó a su Hijo único por nosotros y nuestra salvación. En el Evangelio, ese Hijo –Jesús– aparece transfigurado en un monte alto, hecho del que fueron testigos Pedro, Santiago y Juan. Es el mismo Jesús que recibiremos en la Comunión sacramental.