Homilía para el 24º domingo ordinario 2019

Perdonar porque Dios nos perdona
Muchas veces hemos escuchado, o dicho, cuando alguien pide perdón: “Yo nada tengo qué perdonar, el que perdona es Dios”. Por lo que aparece en estos textos bíblicos que se han proclamado, podemos comprobar que ciertamente Dios perdona, pero que esa es la razón para vivir también el perdón entre nosotros. Una manera de expresar que renovamos esta tarea es comulgando sacramentalmente. Jesús, que hoy se hace Pan y Vino, nos mostró que su Padre Dios es misericordioso.

Homilía para el 23er domingo ordinario 2019

Renunciar a todo
Acabamos de escuchar las exigencias que Jesús planteó para quienes quisieran y quieran ser sus discípulos. La cosa no es sencilla como pareciera o, como ordinariamente pensamos, que basta con tener los sacramentos. La condición para ser discípulo o discípula es renunciar a todo para optar por Él. Y renunciar a todo significa renunciar a todo, incluso a lo que pareciera que más necesitamos o a aquello que no nos debería faltar: la familia, la propia persona y los bienes personales. En esta Eucaristía semanal, al comulgar renovamos ese compromiso planteado por Jesús.

Homilía para el 22º domingo ordinario 2019

Discípulos sencillos y al servicio de los pobres
Nos hemos reunido para celebrar el banquete de la Eucaristía, una comida de iguales, una fiesta de hermanos. Los textos de la Palabra de Dios, que nos ayudan a prepararnos para recibir a Jesús en la Comunión, nos ofrecen el modo de ubicarnos en la vida ordinaria como discípulos y discípulas y nos dicen quiénes deben ser los importantes para nosotros. Jesús no quiere discípulos orgullosos, creídos, soberbios, gandallas, prepotentes, sino sencillos, humildes, servidores, prudentes.

Homilía para el 20º domingo ordinario 2019

Abrirnos al Espíritu de Jesús
Los profetas son siempre molestos y a todos les va mal porque son rechazados. Lo acabamos de escuchar en los textos bíblicos recién proclamados. Esto nos tiene que animar a fortalecer nuestra condición de profetas y nuestra opción por Jesús. La recepción de Jesús en la Comunión nos dará la fuerza para mantenernos en esta doble dimensión de nuestra condición de bautizados.