No basta recordar, hay que reconstruir
J. Jesús Gómez Fregoso Universidad de Guadalajara Revista Christus n. 779, julio-agosto 2010 Discutimos si...
J. Jesús Gómez Fregoso Universidad de Guadalajara Revista Christus n. 779, julio-agosto 2010 Discutimos si...
«Yo sueño con una parroquia donde la comunidad, formada por laicos y laicas, se sientan...
Hace varias semanas conocimos la tragedia en varias colonias de la ciudad de Monterrey, la...
Los sueños encierran siempre ilusiones y esperanzas. Son los resortes de nuestra vida que nos...
“Por estos preciados anhelos que el Espíritu ha ido suscitando en nuestra Iglesia diocesana, por los logros que con la fuerza de Dios se han ido haciendo realidad, a pesar de nuestras múltiples debilidades, en este aniversario elevamos un himno de gratitud al Señor, que se ha mostrado estupendo con nosotros”.
“Esfuércense en entrar por la puerta” Textos: Is 66, 18-21; Hb 12, 5-7. 11-13; Lc...
La edición de El Puente número 103, correspondiente a los meses de Julio y Agosto...
Estamos celebrando en este domingo un acontecimiento importante para la vida de la Iglesia y de nuestra Diócesis: como Iglesia, la Asunción de la Virgen María, y como Diócesis un encuentro de Candidatos a Diáconos Permanentes y sus familias. Junto con María que bendijo a Dios que “puso sus ojos en la humildad de su esclava” (Lc 1, 48), hoy reconocemos y ponemos con humildad en el altar el hecho de haber sido vistos por Dios para servir en la comunidad.
El domingo pasado Jesús terminaba la parábola del rico avaro haciendo una invitación a sus discípulos, invitación que aparece también hoy, con otras palabras, en el texto del Evangelio. Decía que hay que hacerse ricos de lo que vale ante Dios. En este domingo Jesús nos dice: “acumulen en el cielo un tesoro que no se acaba” (Lc 12, 33). La Eucaristía que celebramos es parte de ese tesoro, pues Jesús hecho pan nos fortalece para seguirlo en su camino al Padre.
Ante un problema de herencia entre dos hermanos, problema que frecuentemente se presenta en nuestro ambiente, Jesús hace una invitación a la multitud que lo sigue y a todos sus discípulos: “Eviten toda clase de avaricia” (Lc 12, 15). Esta invitación nos prepara a la celebración dominical de la Eucaristía, dado que Jesús, sin estar apegado a los bienes materiales e incluso desprendiéndose de su vida, se da para nosotros hecho pan y vino.
La oración fue parte fundamental en la vida y ministerio de Jesús. Era tan importante y tan necesaria que le dedicaba noches enteras. Ahí, en esa experiencia de confianza en su Padre, Jesús encontraba la fuerza para continuar en su servicio al Reino. Sus discípulos, después de una experiencia de estas, le hicieron una petición: “Señor, enséñanos a orar” (Lc 11, 1). Ellos querían aprender del Maestro a orar para seguirlo en su camino. Eso tenemos que hacer hoy.
Así como Jesús llegó de visita a la casa de sus amigos Marta, María y Lázaro, hoy viene a visitarnos resucitado como cada domingo para alimentarnos con su Palabra y con su Cuerpo. Es una visita semanal que vivimos como Iglesia, aunque siempre permanece entre nosotros en la Biblia, en las reuniones comunitarias, en la Eucaristía, en los pobres, en los pastores. En su visita nos dice que de entre las cosas que nos preocupan “una sola es necesaria” (Lc 10, 42).