Acteal, una herida viva
El 22 de diciembre de 1997 fueron masacrados en Acteal, Municipio de Ch’enalho’, Chiapas 45...
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La crisis económica mundial impacta de distintas maneras: el aumento de precios, carencia de alimentos,...
Textos: Gn 9, 8-15; 1 Pe 3, 18-22; Mc 1, 12-15.
Jesús aparece en el desierto. Ahí fue conducido por el Espíritu de Dios y tentado por el espíritu del mal, Satanás, como nos dice san Marcos. Esto sucedió después de su bautismo en el Jordán. Eso que le sucedió a Jesús, lo experimentó a lo largo de su ministerio y no solo esos cuarenta días; es decir, se dejó conducir por el Espíritu Santo y sufrió la tentación hasta el final de su vida en la cruz. Esto, al inicio de la Cuaresma, nos pone de frente a nuestra vida, para reflexionarla.
La crisis económica mundial afectó y continua afectando a varios países alrededor del mundo, lo...
Hoja Dominical La Semilla de la Palabra. Para el domingo 26 Febrero de 2012 Primero...
El plástico es un material sintético que puede ser reutilizado para evitar contaminar el medio...
En el contexto de los 50 años del inicio del Concilio Vaticano II, con este...
Textos: Is 43, 18-19. 21-22. 24-25; 2 Cor 1, 18-22; Mc 2, 1-12.
Estamos llenos de parálisis. Personalmente, en la comunidad, como Iglesia y en la sociedad, existen situaciones que nos tienen en condiciones semejantes a las del paralítico que le llevaron a Jesús. Ante esto, Dios tiene una palabra para nosotros y la podemos descubrir en los textos que se han proclamado. Ahí, sobre todo en el Evangelio, podemos encontrar luces que nos iluminen el camino para salir de ellas y, al igual que el paralítico, logremos rehacer nuestra vida.
Hoja Dominical La Semilla de la Palabra. Para el domingo 12 Febrero de 2012 Séptimo...
Textos: Lv 13, 1-2. 44-46; 1 Cor 10, 31-11, 1; Mc 1, 40-45.
Jesús andaba predicando por todas las sinagogas de Galilea. En una de sus correrías se le acercó un leproso suplicándole que lo curara. Dice san Marcos que Jesús se compadeció de él, y extendiendo la mano, lo tocó y le dijo “¡Sí quiero: sana!” (1, 41). Con esto, Jesús y aquel leproso entraron en comunión. Nada más que para lograrlo, se saltaron las normas de la ley judía. Pero era necesario hacerlo para que esa persona pasara de la exclusión a la inclusión.