Homilía para el 18º domingo ordinario 2013

No ser avarientos

Textos: Ecl 1, 2; 2, 21-23; Col 13, 1-5. 9-11; Lc 12, 13-21.

Ordinario 18 C 001

En este domingo la Palabra de Dios nos ayuda a pensar en una de las mayores tentaciones en la vida humana: la avaricia. Es la tentación por acumular, por atesorar, por tener más y más… y más. El tener da poder y el poder hace a la persona sentirse grande, pasar por encima de los demás, abajarlos. Jesús nos previene sobre esta actitud. Lo hace a propósito de la queja que una persona le dio de que su hermano no quería compartir la herencia con él.

Homilía para el 17º domingo ordinario 2013

Orar para ir a la misión

Textos: Gn 18, 20-32; Col 2, 12-14; Lc 11, 1-13.

Ordinario 17 C 001

San Lucas nos presenta a Jesús haciendo oración. Esta fue una de las características de Jesús en el desempeño de su misión. En los Evangelios frecuentemente aparece orando al Padre. Lo hacía de tal manera que sus discípulos no se aguantaron y le pidieron que los enseñara a orar. Jesús inmediatamente les dijo lo que tenían que decir a Dios y cómo debía ser su manera de orar, para identificarse con Él. Esto nos invita a reflexionar sobre nuestra experiencia de oración.

Homilía para el 16º domingo ordinario 2013

Dedicar tiempo para escuchar a Jesús

Textos: Gn 18, 1-10; Col 1, 24-28; Lc 10, 38-42.

Ordinario 16 C 001

Estamos reunidos para celebrar la Eucaristía en el Día del Señor. Jesús viene a visitarnos, como a María y Marta, hermanas de Lázaro, sus amigos. En los textos bíblicos que se han proclamado Dios nos invita a escuchar su Palabra. Abraham escuchó a Dios, le dedicó tiempo cuando lo visitó en esas tres personas; Pablo lo escuchaba en su vida y luego anunciaba a los demás el Evangelio. María, cuando Jesús estuvo en su casa, también le dedicó su tiempo para escucharlo.

Homilía para el 15º domingo ordinario 2013

Encuentro religioso

Textos: Dt 30, 10-14; Col 1, 15-20; Lc 10, 25-37.

Ordinario 15 C 001

Este domingo el Señor nos recuerda en su Palabra escrita, especialmente en el Evangelio, una de las dimensiones centrales de nuestra condición cristiana: la vivencia del mandamiento del amor. Para ser católicos no basta con tener los sacramentos, es indispensable amar a quienes sufren a la orilla de la sociedad. Esto lo descubrimos en una de las parábolas más bonitas del Evangelio, la del buen samaritano, en la que Jesús nos narra un verdadero encuentro religioso.