Zapatero, ¡a tus zapatos! | Raíces del sur

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El consumo desmedido es una de las causas de los males ambientales. Entre todos los productos desechables, los zapatos se han convertido en prendas de usar y tirarse, pero no siempre fue así y permanecen prácticas y personas que los intentan rescatar.

El “Hospital del calzado” se ubica en el sur de la Avenida Serafín Vázquez de Ciudad Guzmán. Este es el nombre que le puso Raúl Gutiérrez Morán, pues hace diagnósticos y cirugías que intentan prolongar la vida útil de los zapatos.

Don Raúl explicó que el nombre se le ocurrió por la comparación que él hace entre un hospital, a donde llegan personas con diferentes enfermedades y en donde se les atiende según su necesidad. Algo parecido sucede en su taller, en donde recibe zapatos en mal estado, que necesitan de un buen tratamiento.

Este señor de 55 años, dijo que desde hace seis años se dedica a este oficio. Antes, trabajó en una talabartería a la que considera como la raíz de lo que ahora sabe hacer. Al principio sólo fabricaba zapatos y botas de trabajo, pero tenía poca venta. Mientras don Raúl nos atendía amablemente, entregaba zapatos reparados y recibía otros más para su arreglo. Todo lo verifica y registra cuidadosamente en una libreta

Los trabajos que más le solicitan son reparar tenis, zapatos, pintar bolsas, coser y poner cierres a mochilas. Quienes más acuden son las mujeres.

Para realizar este trabajo, cuenta con la ayuda de su esposa, quien pinta zapatos y bolsas en su propia casa. Para realizar su trabajo, el taller cuenta con máquinas para coser vaqueta, piel suave, cuchillos, chavetas, chairas, cuñas, martillos, agujas, hilo encerado y tachuelas.

Otro reparador y lustrador de calzado, es Pedro Martínez de 35 años, quien dijo que este oficio le da para mantener a una familia de siete integrantes. Su local es muy pequeño y se ubica en el jardín principal de Ciudad Guzmán, Jalisco, casi al aire libre. Este oficio lo aprendió de su papá y lo trabaja desde hace 22 años. Al preguntarle si tiene mucha competencia, dijo: “sólo mi papá y un hermano, pero todos tenemos mucho trabajo”.

Sus principales tareas son colocar suelas, coser zapatos y huaraches. Pintar bolsas y cambiar cierres a mochilas y bolsas de mano. Además, lustra calzado. Los materiales que necesita, los compra a buen precio en esta misma ciudad y se los surten a domicilio, rara vez los consigue en Guadalajara.

Sus principales herramientas son el banco de acabado para rebajar tapas, pie de fierro, tenazas, máquinas de coser, martillo, agujas, pegamento, punzones, mandil, etcétera.

Por coser unos zapatos, cobra diez pesos que es el servicio más barato, y por colocar suelas, cobra entre 220 a 250 pesos que es lo más caro. A la pregunta de si la invasión de calzado chino ha mermado su trabajo, dijo: “No, por el contrario, porque seguido vienen personas a que les pegue de esos zapatos o huaraches, y para que les queden mejor, también les doy una cosida”.

Ante la escasez de fuentes de trabajo, Pedro y Raúl, tuvieron una visión emprendedora y crearon su propio empleo, en el cual, también ayudan a que otras personas a reciban un ingreso en apoyo de sus gastos familiares. Pedro decidió continuar con el oficio de su padre, que ahora tiene 82 años y todavía ejerce el oficio de reparador de calzado, desde hace 62 años. Raúl, no se conformó con el bajo salario que le pagaban como empleado de una talabartería y dio el paso para crear su propio negocio.

Mientras haya zapatos deteriorados, que necesiten una buena reparación, en este o en otro lugar, todavía hay personas que realizan este noble oficio, que beneficia a quien lo lleva a cabo y también a quienes les brindan este servicio, pero que el destinatario final es el planeta que no recibe toneladas de basura por desperfectos que aún son completamente reparables.

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