Sueño y Pesadilla del Poder en Zapotlán el Grande
En este mural Antonio Ramírez hace una reflexión acerca de una sociedad en constante lucha frente al poder dominador del capitalismo y sus aliados. Hace un homenaje a los hombres y mujeres que no dejan de soñar para alcanzar su libertad.
Fueron cinco años los que tuvieron que pasar, desde su elaboración hasta que la sociedad pudiera apreciar lo que Antonio Ramírez Chávez (Ciudad de México 1944) tituló “Sueño y Pesadilla del Poder” en un mural al fresco. Esta introspección de la vida política y social en el México actual muestra lo que el humano es capaz de hacer para obtener el control sobre los demás.
Antonio Ramírez, como mejor se le conoce, plasma al Poder, así con mayúscula, cómo esa institución hace uso de distintos métodos: los medios de comunicación, armas, el engaño, todo a expensas del capitalismo, para obtener lo que más desea, el poder sobre todos, todas y sobre todo.
Inspirado en el movimiento zapatista, el artista en su discurso de inauguración el 16 de marzo de 2005 mencionó que “es una fuerte responsabilidad (el mural) para con la gente a quien está dedicada esta obra, la gente común, los hombres y mujeres del pueblo a quienes el movimiento zapatista (nuestro inspirador) ha invitado, con su ejemplo, a soñar, es decir, a luchar”, y según sus palabras no ha sido una responsabilidad cualquiera.
Antonio Ramírez Chávez, junto a José Salazar, Camilo Ramírez (hijo de Antonio Ramírez), Antonio Loredo y Jacobo Ramírez (hijo de Antonio Ramírez), trabajaron durante 200 días de la segunda mitad del año dos mil en la elaboración del mural al fresco “Sueño y Pesadilla del Poder”. Su principal inspiración, como se ha dicho, fue el movimiento zapatista levantado en armas en 1994.
Este mural se encuentra en Ciudad Guzmán donde según la historia no quisieron los murales de José Clemente Orozco, el muralista de la revolución. Tan así que en la población existe solo una réplica de “El hombre de fuego”, pintado por el artista gabrielense Vicente Rocha en el techo del kiosco principal. Y con el trabajo de Ramírez se logró dejar huella de uno de los movimientos insurgentes más representativos de la última década del siglo veinte, y que sigue vigente a nuestros días.
Al entrar a Casa del Arte “Dr. Vicente Preciado Zacarías”, donde se encuentra el mural, si se eleva la vista se podrán visualizar serpientes en disputa por alcanzar una paloma abstracta. Según la guía iconográfica del mural, realizado en cinco espacios distintos, este primer tablero representa las “aspiraciones mezquinas, rastreras de grupos poderosos al servicio del capital”. Sin embargo es necesario poner mucha atención para lograr entender dicho mural, pero sobre todo conocer el trabajo de Antonio Ramírez.
Al dar un vistazo rápido a toda la pintura se podría pensar que Ramírez Chávez fue inspirado por José Clemente Orozco, sin embargo en una entrevista para Grupo Reforma el muralista mencionó sentirse más cerca de la obra de Diego Rivera con este trabajo, pues sus tonos se inclinan más al mate. Aunque no se deja de lado que las obras de Orozco, en su mayoría las que se encuentran en sitios públicos, también han sido inspiración para Ramírez. Pues son sin duda una constante crítica hacía el poder.
Sin duda Casa del Arte de la Universidad de Guadalajara es un espacio completamente dedicado al arte y la cultura, y fue eso lo que motivó más a Antonio Ramírez, ya que para él las expresiones artísticas son actividades que al Poder no le agradan, pues son éstas las que permiten a la humanidad tener la mente abierta y ser más críticos ante lo que sucede a su alrededor.
Después de pasar la entrada principal de Casa del Arte al virar hacia la izquierda se logra ver, lo que podría ser el tesoro más valioso de este recinto, “Sueño y Pesadilla del Poder” en su máximo esplendor. 135 metros cuadrados es el tamaño completo de esta obra de Antonio Ramírez, repartido en cinco espacios, Ramírez integra elementos donde los sentidos visuales, críticos y emocionales de quien lo aprecia deben de estar muy despiertos. Un Jaguar reflejándose en la cara-espejo de un hombre que en una de sus manos empuña una daga. Toño Ramírez lo describe como “el Poder en su figura más elemental: es el cazador, que para dar confianza a su futura presa, se aproxima a ella mostrándose como su semejante, ocultando su verdadero rostro e intenciones”.
Así el mural muestra la constante lucha entre los más débiles frente al Poder que busca mantenerlos dominados a partir de aliados como los “televimostruos”, figuras de humanos con cabeza en forma de televisores, interpretando así a los medios de comunicación al servicio del capital en busca de adeptos.
La alusión hacía el movimiento zapatista de 1994 Ramírez lo representa con un arquero encapuchado, que incluso podría ser el Guerrero Sombra, lanzando flechas para herir al poder, además del típico erotismo que caracteriza al movimiento zapatista, dicho momento comienza al cruzar “un espejo fragmentado (que) nos enlaza con la escena donde muestra el comienzo de su pesadilla: el dolor punzante que le infringen las flechas de los rebeldes zapatistas y la acción humanizadora de nuestro erotismo”.
Existen en este trabajo dos figuras que aparecen al inicio y al final del mural. Ik´al y Votan, la dualidad entre la luz y la oscuridad, los dioses mayas que dan vida a la historia de aquel mundo y que de alguna manera dieron la filosofía al movimiento zapatista. En un momento se muestran reflexivos sobre una piedra ante la necesidad de moverse, ya al final las deidades bailan y festejan la congregación de la asamblea popular, pues es en ese espacio donde surge el movimiento de las poblaciones ante la necesidad de liberarse de los opresores.
Una mujer tomada de la mano de quien podría ser su hijo, representan la esperanza. Desde afueran observan la acción asamblearia del pueblo desnudo abrazando un pedazo de océano, lugar donde según la cosmovisión indígena nace la vida, nace el mundo. Así los observantes tienen el ejemplo vivo de los pueblos para organizarse y solucionar sus problemas sin caer bajo el dominio del Poder.
Antonio Ramírez, influenciado por la cosmovisión indígena representa, en lo que podría ser el final de este recorrido visual, a grandes figuras humanas, mujeres y hombres, construyendo la utopía debajo de grandes nubes que representan el sueño de los dioses. Esos mismos dioses que muestran el camino a seguir de los pueblos rumbo a su liberación. Pues son pueblos en constante sueño hacia la vida digna.
Antonio Ramírez, junto a sus colaboradores, inauguró un 16 de marzo del 2005 el mural “Sueño y Pesadilla del Poder”, cinco años después de haberlo terminado, ya que era necesario que el Instituto Nacional de Antropología e Historia autorizara la construcción de un techo para proteger la obra del autor, y así se hizo. Por lo que hoy en día aún se puede observar dicho mural en el recinto cultural del Centro Universitario del Sur de la Universidad de Guadalajara en Ciudad Guzmán.
Para este artículo se trató de contactar a Antonio Ramírez Chávez para realizar entrevista y actualizar la información respecto al movimiento zapatista y su mural, sin embargo su hijo Jacobo Ramírez comentó que el muralista no se encontraba disponible.