La presencia protectora de San José en la historia de Zapotlán

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P. Alfredo Monreal Sotelo
Formador del Seminario.

Zapotlán el Grande, desde su fundación el 15 de agosto de 1533, fue encomendado al patrocinio de la Santísima Virgen María en su advocación de la Asunción. Pero en 1747, ante calamidades sufridas, como fueron las sequías, pestes, granizadas, plagas. De manera especial, para los terremotos, el pueblo proclamó al Señor San José como su santo Patrono y Protector.

Dos años después, debido a la destrucción y sufrimientos provocados por el temblor del día 22 de octubre de 1749, los habitantes asumieron el compromiso, bajo juramento solemne, de celebrar una fiesta en su honor y agradecimiento el 22 de octubre de cada año. De esto, firmaron como testigos el párroco fray Juan Antonio Caro y Juan Bautista de Solís, guardián.

En el caminar histórico de nuestra ciudad y región, continuamente se ha sentido la intercesión, protección y ayuda bondadosa de San José, comenzando en el terremoto del 22 de octubre de 1749, que dio origen a la fiesta juramentada anual en su honor, y el trágico terremoto del 25 de marzo de 1806, que nos heredó el texto del juramento que leemos en la renovación de nuestro compromiso, cada 22 de octubre por la noche, y que es una de las fuentes históricas que orientan la realización de la fiesta.

Después se experimentó su ayuda en ocasión de una fuerte tempestad cargada de rayos, que provocó varios fallecidos y que dio origen a la Función de los Rayos, el 19 de abril de 1875; lo mismo sucedió en la inundación del 29 de septiembre de 1890. Por la necesidad de un buen temporal, desde el siglo XIX, cada 19 de mayo se solicita a San José que no falte la lluvia para nuestros campos.

El 20 de enero de 1913, debido a la lluvia de arena, provocada por una fuerte erupción del volcán de Colima, se imploró su ayuda para que cesara este fenómeno natural, y san José libró a su pueblo de tan inminente peligro. De aquí nació la Función de la Lluvia de Arena. Asimismo, se sintió la mano protectora de san José, el 15 de abril de 1941, en el fuerte terremoto sufrido en toda la región del Sur de Jalisco y Colima.

El 26 de junio de 1946 y el 19 de agosto de 1968, en la resequedad por la falta de lluvia, se sintió la intercesión protectora del Santo patrono, que escuchó el clamor de sus hijos y concedió la bendición de la lluvia; por eso se realiza la Función del Milagro.

En nuestros tiempos, al padecer el destructor terremoto del 19 de septiembre de 1985, se manifiesta una vez más la presencia protectora de San José que alienta a sus hijos caídos, los anima a levantarse y a realizar un camino de reconstrucción, marcado por la organización y la solidaridad. Esto dio origen a la celebración del Día de la Solidaridad.

Hoy, ante el sufrimiento provocado por el flagelo de la Pandemia del Covid-19, nuevamente debemos rogar a nuestro Santo Patrono San José, como pueblo y Diócesis de Ciudad Guzmán, así como lo hicieron nuestros antepasados en varios momentos difíciles del caminar, que interceda ante Dios nuestro Padre, Señor de la vida, para que nos proteja y nos libre de esta calamidad natural y de las calamidades sociales que en estos días nos afectan y a la vez se nos permita recuperar la dinámica ordinaria de la vida.

Reconocemos, que San José, así como cuidó al Niño Jesús y a su Santísima Esposa, la Virgen María de los peligros, siempre nos ha cuidado y hoy nos invita a vivir el compromiso de cuidarnos y de cuidar a los demás.

P. Alfredo Monreal Sotelo

Formador del Seminario y colaborador de El Puente

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