El obispo Óscar Campos se encontró con los aspirantes a Diáconos permanentes

Por: P. J. Lorenzo Guzmán J., Párroco de Huescalapa

En 2003 comenzó la experiencia de aspirantes a diáconos permanentes en la Diócesis de Ciudad Guzmán. El 25 de noviembre de aquel año fue la convocación del primer grupo, unos 30 laicos agentes de pastoral, la mayoría de ellos señores que ya estaban ejerciendo la diaconía –el servicio– en su comunidad desde hacía varios años.

15 años de formación y discernimiento como aspirantes al diaconado permanente (Foto J. Lorenzo Guzmán J.) (1)

Lo que ha sucedido desde entonces hasta hoy fue lo que, a grandes pasos y de una manera sistemática, escuchó el obispo diocesano Óscar Armando Campos Contreras de parte de la Asamblea de aspirantes al diaconado, el 28 de abril en el Seminario Mayor.

El objetivo del encuentro fue: “Informar y compartir nuestro caminar como aspirantes al diaconado permanente, para que nuestro nuevo obispo Óscar anime y acompañe este ministerio en nuestra Diócesis”.

El diácono no está al servicio del sacerdote sino del mundo, señaló Campos, y aclaró que el ministerio diaconal es sobre todo el de la caridad. Lo mismo comentó el P. Salvador Urteaga al ubicar el encuentro, recordando que el Vaticano II pidió que se restableciera el diaconado, no en orden al sacerdocio sino en orden al ministerio.

Después de presentarse los 38 aspirantes a diáconos, provenientes de las seis vicarías, el pastor diocesano les dijo: “Ustedes son un signo de esta Iglesia que está en permanente búsqueda por responder a los retos del mundo de hoy”. Los invitó a dar respuesta a los signos de los tiempos y a descubrir los signos del Reino de Dios, para lo cual hay que estar siempre atentos.

De la experiencia, se le presentaron tres aspectos: la formación y capacitación, tanto de la primera generación como de la segunda, integrada el 20 de septiembre de 2009; la vivencia del ministerio de Calixto Torres, en la comunidad de El Limón, de la parroquia de San Juan de la Montaña; y la atención a migrantes en Bioparques de Occidente, empresa ubicada entre Totolimispa y La Croix, comunidades de la parroquia de San Gabriel, Jalisco.

La Asamblea también le compartió la valoración de su experiencia como aspirantes al diaconado permanente, la cual se fue preparando con las reflexiones hechas por ellos mismos desde las vicarías.

Le hablaron de la importancia de la Iglesia en la base, el modelo de Iglesia que se va implementando, el perfil de aspirantes a diáconos que se va aclarando, la presencia de ellos en las vicarías, la importancia de la capacitación, el modo como van acompañando las necesidades de su comunidad, su articulación en el proceso vicarial, las dificultades que se van encontrando y las soluciones que están implementando ante esas dificultades.
Al irlos escuchando con mucha atención, Campos Contreras fue haciendo preguntas para aclararse el proceso, pues apenas lo va conociendo, y para compartirles su sentir e inquietudes.

Entre otras cosas comentó: el perfil del diácono es en primer lugar el del cristiano, del discípulo misionero que se encuentra con Cristo; la capacitación deberá tener siempre las dimensiones humana, espiritual, pastoral y académica, bajo esquemas comunes pero adaptados a las diferentes situaciones; la articulación debe asumir dos aspectos: la comunión y la organicidad.

“Esperamos el apoyo, la fortaleza, el trabajo conjunto”, “que nos tenga mucha paciencia”, “que nos siga asesorando, a los sacerdotes y a nosotros, para que sigamos caminando juntos en el servicio”. En este contexto Ramón Rubio le preguntó: “Se habla de una Iglesia unida, articulada; hay sacerdotes que no aceptan diáconos, ¿qué se puede hacer? Nosotros estamos dentro de la Iglesia y realizamos nuestro servicio”.

El obispo dijo que tenemos que preguntarnos qué hay detrás del rechazo y señaló la necesidad de trabajar con la comunidad y con los sacerdotes sobre el ser y el quehacer del diácono, no del que está al servicio del sacerdote sino al servicio del mundo. Recordó, además, que esto es un trabajo sinodal y si en el Sínodo se dijo esto, hay que instrumentar para que esto sea posible. “No se trata de tener claridad intelectual sino en el corazón y hay que buscar los caminos; vamos abriendo el surco”.

Para concluir el encuentro, el P. Salvador Urzúa recordó los desafíos que se han aclarado para esta instancia: personalizar y asumir el Cuarto Plan Diocesano de Pastoral y el actuar de la Novena Asamblea Diocesana Postsinodal, seguir aclarando el perfil del aspirante a diácono permanente, asumir los resultados de la Décima Asamblea Postsinodal, realizar la asamblea con las esposas de los aspirantes a diáconos para aclarar su rol en la diaconía de su esposo.

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