Los saldos de la Asamblea
Un mirada sobre la Décima Asamblea Diocesana
Por: Pbro. Luis Antonio Villalvazo Díaz
Los documentos sinodales registran que el anhelo y compromiso de nuestra Diócesis, es ser una Iglesia fiel al Evangelio y a la realidad social que viven los pueblos del sur de Jalisco.
La Décima Asamblea, convertida en una mesa de hermanos en la fe donde se pusieron los dolores del pueblo para atenderlos al llevarlos desde las entrañas a la conciencia, mediante el diálogo comunitario para traducirlos en acciones, es la señal más reciente de nuestra Diócesis de vivir su misión articulando la fe con la vida.
Etapa de preparación
Una cosa a valorar es el proceso de preparación. Fue un trabajo hecho en equipo. Los responsables de cada comisión pusieron sus capacidades, tiempo y esfuerzos para cumplir con la tarea encomendada. El diseño, los materiales y las exposiciones reflejaron el compromiso de encender una luz de esperanza en medio de un contexto ensombrecido.
Con la intención de llegar a decidir acciones concretas ante problemáticas comunes el proceso generó la participación y reflexión comunitaria. Primero en las comunidades, luego en las asambleas parroquiales y vicariales. Y finalmente se compartió la síntesis en la Asamblea.
Aunque este fue el camino a seguir, el testimonio sobre la experiencia vivida en sus parroquias, ocho de veinte consultados afirmaron que no se hizo el trabajo. Con las limitantes que tiene este sondeo, el dato levanta la sospecha de la poca promoción de la vida de Iglesia en los barrios, colonias y ranchos. Este es un vacío que reclama respuesta urgente.
Foco rojo
La temática respondió al objetivo de la Asamblea. La reflexión comunitaria sobre el empobrecimiento, la violencia y el deterioro ambiental despertó la conciencia sobre la dimensión social de la fe. Ayudó a aclarar que la realidad es el lugar desde donde Dios nos habla y que lo social también es pastoral.
Pero también cuestionó la poca respuesta de las comunidades a las problemáticas sociales. Las acciones tienen un mínimo impacto social y sin vinculación a otras experiencias sociales. Los hechos confirman que nos hemos quedado en los diagnósticos, en la enumeración de los problemas olvidando reflexionar las causas. Hay mucha cavilación, pero poca acción.
Es un hecho que las experiencias impulsadas en algunas comunidades tienen mucho de asistencia, poco de promoción y nada de transformación. Ante las realidades comunes no hay respuestas comunes. Es evidente la falta de acompañamiento de los sacerdotes y la poca visión y falta de compromiso de los seglares para trabajar en lo social que es su campo propio.
La Asamblea fue representativa. Cada parroquia eligió a tres seglares que participaron en el proceso de preparación. Fue notoria la presencia de la mayoría de los sacerdotes y de Hermanas Religiosas que colaboran en la pastoral de algunas parroquias.
Un asunto a reflexionar es que la mayoría de los participantes rebasan los 50 años de edad. Son más mujeres que hombres. Son personas de buen corazón que llevan tiempo de servicio cargando con muchas “medallas”. Esta situación, de frente al futuro próximo, exige caer en la cuenta de la urgente tarea de promover y preparar a nuevos agentes de pastoral que asuman el compromiso de ser sujetos protagonistas en sus comunidades. Esto implica repensar en un nuevo proyecto de formación integral. Y por supuesto, invertir tiempo, dinero y esfuerzos.
Significativa fue la presencia de nuestro padre obispo Óscar. Literalmente, siempre estuvo en primera fila. Su actitud fue de pastor. Con su mirada atenta y corazón abierto, manifestó su decisión de asumir el proceso de la Diócesis.
De frente al futuro
El proyecto diocesano de pastoral aclarado en los documentos sinodales, reflexionado en las diferentes instancias y expresado en los planes de trabajo está en la mente y corazones de un número reducido de los agentes de pastoral. Los procesos y acciones pastorales conviven con otras expresiones religiosas, sin conflicto ni un diálogo abierto, quienes no conocen ni les interesa conocer e involucrarse en la propuesta pastoral diocesana.
En nuestra realidad marcada por el empobrecimiento, la violencia y deterioro ambiental, esta Asamblea ayudó a no quedarnos sumidos en el sepulcro de la impotencia e indiferencia. Pero también a escuchar y atender los gritos de Dios y clamores de nuestro pueblo, para tejer experiencias que promuevan la vida digna y luchen por el cuidado y defensa de la creación en cada comunidad.
El aterrizaje de esta Asamblea cumplió con el propósito de definir los desafíos en el campo social. La proyección quedó abierta a la iniciativa y creatividad de las comunidades.