Jova evidenció las más profundas debilidades de la Costa Sur

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Jova se anunció como un huracán potencialmente peligroso y no se evacuó una sola comunidad. Aunque debilitado, provocó la muerte de once personas, daños materiales por casi mil 300 millones de pesos, más de 50 mil damnificados. Además puso en evidencia debilidades de la Costa de Jalisco como la desproporcionada posesión de recursos, la avaricia de los comerciantes y la indeferencia de las autoridades estatales, quienes atendieron “La Fiesta de América” mientras que 13 municipios sufrían las consecuencias de huracarán Jova.


Niños limpian el lodo de sus casas. Colonia Guadalupe. Autlán.

Jova comenzó a cobrar fama entre la población al mismo tiempo que fuerza en el Océano Pacífico. El lunes 10 de octubre noticieros nacionales, estatales y locales advertían a miles de familias en la Costa Sur de Jalisco que un huracán llamado Jova se acercaba lento, con fuertes rachas de viento y mucha agua, en un peldaño antes de la cima de la peligrosidad.

Las autoridades municipales se declararon listas y nombraron refugios temporales. Recordaron sus trabajos en materia de limpieza de arroyos y nombraron Comités de Emergencia. Pidieron a la población que se preparara con comida. El lunes la costa sur durmió con un meteoro en su puerta.

El martes aumentaron los avisos de las autoridades y la población comenzó a ver cercana la noticia cuando el cielo se nubló y el aire llegaba helado y con un aroma diferente a las lluvias que bajan de los cerros cercanos, estaba impregnado de un ligero olor salino. Preguntaban si era necesario evacuar y por respuesta recibieron otra noticia: “Jova se degradó a categoría dos. El riesgo ahora es que sigue con mucha agua y como viaja muy lento, tendremos largos periodos de mucha lluvia” expresaron autoridades de Protección Civil.

Sólo algunas familias tomaron previsiones. Otros se fueron a dormir el martes 11 de octubre arrullados por la lluvia cuando despertaron, tenían un huracán encima.

Jova llegó a La Huerta e impactó a toda la Costa Sur


Foto UEPC Jalisco

A las tres de la mañana del miércoles 12 de octubre el agua producía dos sonidos en la casa de Erick Solórzano. Uno de los sonidos era familiar y se trataba de la misma lluvia que había caído las últimas 18 horas. El otro por el contrario puso a Erick en alerta: era el bufido de una avalancha de agua que abandonó el cauce del arroyo El Coajinque para tomar la calle e impactarse de lleno contra su casa. Entonces supo que tenía que huir.

El huracán Jova produjo lluvias durante cerca de 30 horas. Precipitaciones que representan prácticamente la mitad del agua que cae anualmente en el valle de Autlán y El Grullo -490 mm por Jova. 854 mm el promedio anual-. Esa agua provocó inundaciones, destrucción de carreteras y con ello cuatro municipios incomunicados, reblandecimiento de edificios, corte a los servicios de energía eléctrica, y lo más grave fue la muerte de once personas, ocho de ellas, en Jalisco.

Jova fue anunciado como un huracán del tipo cuatro, en una escala de cinco, que tocaría tierra en la Costa Sur de Jalisco. La peligrosidad era latente porque eso significaba vientos de 250 kilómetros por hora. Poco antes de arribar se degradó y tocó tierra en el municipio de La Huerta en la segunda categoría de peligrosidad.

Las primeras horas del miércoles fueron caóticas. La madrugada estuvo atestada de comunicación entre las personas a través del teléfono, en internet y los celulares que reportaban: horas y horas de lluvia en la costa. Restaurantes frente a la bahía de Barra de Navidad que se desmoronaban debido al alto oleaje. Arroyos que aumentaban de nivel en Autlán. Derrumbes en carreteras estatales y federales.
De pronto el silencio absoluto desde la costa fue más preocupante que las malas noticias. Y también el bufido del agua en las calles de Autlán.

En Autlán las áreas más afectadas fueron las colonias y calles inmediatas a los arroyos El Coajinque y El Cangrejo, ubicados al suroeste y noreste de la ciudad respectivamente. La casa de Erick Solórzano está sobre el Boulevard El Coajinque, justo frente al arroyo: “Eran las tres de la mañana y empezó a subir el nivel y comenzamos a salirnos todos. Desalojamos porque no sabíamos qué tanto podía subir el nivel así que sacamos a los niños y nos fuimos. Las cosas ahí se quedaron, calculo que habrá muchas pérdidas”, dijo Erik.

A cien metros de ese sitio estaba un puente que atoró toneladas de basura, lo que provocó que el agua se encharcara y buscara la salida por el Boulevard El Coajinque, la corriente dañó aproximadamente treinta casas. En el otro margen hizo lo mismo por la calle Paseos del Coajinque, ahí arrastró toneladas de lodo hasta alrededor de cien casas de la colonia Guadalupe, habitada en su mayoría por familias de obreros del Ingenio de Autlán, quienes tuvieron que salir de madrugada al ver que el agua y el lodo les llegaban a las rodillas.

Fue en la colonia Guadalupe donde una víctima de la inundación narró: “A las cinco de la mañana pasaron Policías a avisarnos, que nos fuéramos, que dejáramos las casas, porque si no, después ya no iban a poder sacarnos y nos fuimos. Cuando regresamos y vimos nuestros hogares, sentimos que el lodo había caído a nuestras vidas y no a las paredes”.

En el otro extremo de la ciudad ocurrió algo similar con el arroyo El Cangrejo. En el puente que cruza la avenida Independencia Nacional, la principal de Autlán, toneladas de basura se atoraron en el puente y se produjo inundación en las inmediaciones del Centro Universitario de la UdeG, además de los dos hospitales públicos de la ciudad. El resto de las calles se reportaban inundadas.

Hasta medio día del miércoles 12 de octubre hubo noticias de la zona costa. El puente La Zopilota, que se comenzó a construir en la primera semana del temporal de lluvias de este año, estaba roto y eso dejaba incomunicadas a poblaciones de Casimiro Castillo y por completo, al municipio de Villa Purificación. El Rebalsito, población más cercana a Tenacatita también se reportaba incomunicada. El destrozo de la carretera federal 80 en la llamada curva La Calera dejó incomunicados a Cuautitlán, Casimiro Castillo, La Huerta y Cihuatlán, además que ahí ductos de Telmex se rompieron y esos cuatro municipios se quedaron sin teléfono y sin internet.

Jova dejó de castigar la costa sur de Jalisco hasta la tarde del miércoles cuando paró de llover. Pronto la oscuridad de esa noche llegó y no fue posible ver en plenitud todos los daños.

Las personas comenzaron a salir de su casa la mañana del jueves. Observaron cómo el cauce de los arroyos y las calles trajeron lodo y basura y dañaron construcciones, vehículos y sobre todo, mataron a once personas. Sin embargo los gritos de auxilio más fuertes, llegaron de los municipios costeros.

Jova evidenció las ambiciones económicas

Las catástrofes naturales tienen sus efectos más duros en donde existe pobreza. Más de 50 mil damnificados es el cálculo que realizó Protección Civil. Además, el meteoro puso en evidencia prácticas irregulares en autorizaciones de construcción para los negocios inmobiliarios. Trabajos deficientes de prevención. La vulnerabilidad de los trabajadores ante empresas, y para acabarla de amolar, los abusos del comercio y la rapiña.

Durante la primera evaluación que realizó el Comité de Emergencias en Autlán, la conclusión fue que es necesario evitar que fraccionamientos se construyan en el margen de los arroyos. Fue en colonias en estas situaciones que se vivieron los daños más graves.

Doña Silvia sacó a asolear una caja de fotografías enlodadas 36 horas después que tuvo que salir huyendo para que la creciente de la calle no la arrastrara al arroyo que está justo frente a su casa: “Escuchamos el agua y salimos. No nos llevamos nada. La calle ya era un arroyo. Cuando volvimos, encontramos todo echado a perder. Lo único que alcanzamos a salvar fueron los recuerdos”. Sus familiares sacaban en cubetas llenas de lodo trastes, ropa, calzado y lo ponían en la calle, a un lado de donde descansaban sillas, colchones y el refrigerador echado a perder.

La carretera federal número 80 que une a Guadalajara con Barra de Navidad, entre Autlán y Casimiro Castillo, hay una zona boscosa y en ella una curva llamada La Calera. Ahí, un arroyo bajó violentamente desde el cerro y destruyó cerca de diez metros de la cinta asfáltica y se formó un barranco.

Esta situación aisló a cinco municipios y tuvo serias consecuencias. Alumnos del Centro Universitario de la Costa Sur (CUCSur), originarios de municipios de la Costa, pasaron dos semanas sin visitar a sus familias: “Voy a comer a casa de unos amigos porque me quedé sin dinero. Voy a mi casa cada semana y ahí me dan dinero. Pero no he podido ir por lo de la carretera y ya no traigo nada. Me vengo caminando a la escuela”, narró Martín, originario de Villa Purificación.

Decenas de maestros de primarias federales tuvieron conflictos con los Inspectores de sus zonas escolares costeras. Con el aviso de la llegada de Jova y la inasistencia de los alumnos optaron por ir a sus casas en Autlán. Cuando el lunes quisieron regresar a trabajar, Policías federales les impidieron el paso. Autoridades educativas pedían que los maestros pagaran con su sueldo a quienes acudieran a suplirlos. Al final, la DRSE Autlán intervino y otorgó permisos en tanto el camino se volviera a abrir.

Negocios particulares fueron menos indulgentes. Una empresa agroindustrial amenazó a sus empleados de Autlán que si no se presentaban a laborar serían despedidos. Ante el argumento que no había posibilidad de cruzar hacia Casimiro Castillo, les dijeron que hicieran el viaje vía Ciudad Guzmán, Colima, Manzanillo, La Huerta y Casimiro Castillo. Catorce horas de carretera. Los más aventurados pudieron cruzar La Calera trepados en camiones volteos y luego pagaron 150 pesos para que un motociclista los llevara diez kilómetros más adelante.

Jova evidenció que ante las posibilidades de lucrar, los empresarios aún pequeños, no tuvieron empacho en subir sus precios de forma indiscriminada. En el mercado de Autlán, y aún cuando no hubo escasez de alimentos ni se rompió el paso hacia Guadalajara, los alimentos tuvieron un aumento generalizado de entre dos y diez pesos por kilo de productos básicos.

Los efectos más dramáticos se vivieron en la costa. Vecinos de comunidades como Cihuatlán, Melaque, Casimiro Castillo hacían listas de los precios que se incrementaron hasta en un 450%: “litro de agua embotellado cuesta 50 pesos. Una botella chica cuesta 20 pesos” explicó Rosario, de Melaque. En La Huerta se reportaron casos donde el kilo de tortillas lo vendieron a 35 pesos y un kilo de carne a 200 pesos. Papel higiénico, toallas sanitarias y pañales hasta veinte pesos por pieza. En la costa se encontró que latas de atún valían 50 pesos. Y el kilogramo de frijol a 60 pesos. Incluso se reportó que la gasolina se vendía a 20 pesos el litro. Cuando fue apremiante entrar en procesos de limpieza las escobas alcanzaron precios por los 100 pesos en algunos negocios que ofrecían cubetas a 60 pesos. Una semana después de que comenzaron a subir los precios, la Comisión Estatal de Derechos Humanos emitió medidas cautelares para evitar afectaciones a la población.

También una semana después, vecinos de Cihuatlán y La Huerta lamentaban que el flujo de la ayuda a damnificados era lento, y culpaban al discurso del Gobierno del Estado que describía la situación controlada. Luis Sánchez acudió con un grupo de jóvenes que realizaban acopio de despensas para los damnificados de la Costa. Entregó bolsas de ropa y víveres. Un día después, vio en Facebook fotografías de esos mismos jóvenes mientras repartían esas despensas en Autlán, con la playera de un grupo político que apoya a Aristóteles Sandoval.

No existen redes ciudadanas para hacer fluir esos apoyos.

Autoridades estatales dejaron la atención del desastre para después

Durante la inauguración de los Juegos Panamericanos, el Gobernador de Jalisco Emilio González Márquez se pronunció porque la competencia de la ODEPA fuera un aliciente para “fortalecer los lazos de solidaridad entre los pueblos de América, desde Alaska hasta la Patagonia”, cuando pronunció ese discurso, había pasado un día y medio desde que Jova había tocado tierra en La Huerta; González Márquez no le había dedicado una palabra a los pueblos de la Costa Sur ni se había presentado en el lugar del desastre. Lo hizo hasta cinco días después. En la base de Protección Civil de Cihuatlán, en donde anunció que pediría un crédito millonario para hacerle frente al desastre.

Especialistas han opinado que la respuesta del Gobierno fue tardía y que no se aplicaron correctamente los procedimientos. Juan Ignacio Arroyo Verástegui es Director Nacional Operativo en Cruz Ámbar México, fundador de la Dirección de Protección Civil en Autlán e integrante del Comité de Emergencia por el huracán Jova, recordó que en el 2002 el huracán Kenna estaba frente a la costa norte de Jalisco con una intensidad de cuatro en la escala Safir Simpson, y que en aquella ocasión, se aplicó el protocolo al evacuar todo el Puerto de San Blás, en Nayarit.

Jova se asomó a Jalisco con la misma intensidad, y cuando bajó la velocidad de sus vientos aún conservó una alta cantidad de agua: “La Costa Sur debió haber sido evacuada porque venía con categoría cuatro y si llega a pegar con esa fuerza hubiera sido una catástrofe en la región. Los académicos responsables debieron tomar decisiones en base a criterios técnicos y a su experiencia. La Protección Civil ya no se puede improvisar”, afirmó Juan Ignacio Arroyo.

A lo largo del temporal, los distintos Gobiernos Municipales de la región Costa Sur declararon que estaban preparados para cualquier contingencia y que habían invertido recursos en limpieza de los arroyos. La basura en estas vías de agua, terminó por crear los daños más fuertes. Una vez pasada la emergencia los gobiernos municipales se vieron solos. El Gobierno del Estado estaba ocupado en la inauguración de los Juegos Panamericanos. Un día después del ciclón el Gobierno de Jalisco solicitó que a 13 municipios de la Costa Sur se les declarara zona de emergencia. Lo que abriría recursos sólo para apoyos en comida y enseres domésticos.

Colima logró la declaratoria de desastres, lo que le permite acceso a los recursos del Fondo Nacional de Desastre menos de una semana después del paso de Jova. El gobierno de Jalisco, por los procedimientos de este programa, debía demostrar que los municipios eran incapaces de afrontar la situación con sus propios recursos y solicitar los recursos federales.

Los habitantes de la Costa Sur no vieron a su Gobernador en estas acciones. Y aún al cierre de edición, el Gobierno Federal no ha anunciado que la Costa Sur tendrá recursos para su reconstrucción en la infraestructura. Los habitantes de la Costa Sur en cambio sí han visto a Emilio González tomarle fotos a Mario Vázquez Raña, lo han escuchado explicar porqué los estadios panamericanos están vacíos, pero no lo han escuchado condenar el alza de precios.

Las únicas horas que González Márquez estuvo en la Costa Sur, se inició una confrontación con los Diputados sobre solicitar un crédito por más de mil millones de pesos, que luego se dijo sería un crédito puente. También, se dieron las instrucciones para que maquinaria pesada trabajara hasta reabrir la carretera federal 80. La población de la Costa Sur ha cultivado la sensación de que si el Gobernador quisiera, pudiera acelerar muchas cosas. Pero está ocupado en temas que para Él son prioritarios.

El espacio de expresión política más utilizado en la Costa Sur son las redes sociales de Internet. Ahí comenzó a circular una imagen que reclamaba atención y denunciaba abandono. Una calcomanía de los Juegos Panamericanos que fue modificada para reconocerse y anunciarse: Yo soy damnificado. Cihuatlán 2011.

Entre los trece municipios más afectados es Cuautitlán, que tiene los índices más bajos de desarrollo social y 40 poblaciones fueron aisladas. Está El Rebalsito, una comunidad económicamente destrozada cuando se privatizó la playa Tenacatita y se les cortó de tajo su principal fuente de ingresos. Un helicóptero de la Comisión Federal de Electricidad fue el único puente aéreo que llevó a cuenta gotas apoyo a los damnificados de este lugar. Los Gobiernos Municipales también se endeudaron para atender la emergencia.

Los últimos dos años, los alcaldes con simpatías políticas con Emilio González se limitaban a anunciar la cancelación o suspensión de arranque de proyectos por falta de recursos. Otros sin relaciones partidistas con el gobierno del Estado, reconocían que la prioridad del Gobernador era invertir recursos en la Zona Metropolitana de cara a los Juegos Panamericanos, y que eso les reducía los presupuestos a los demás.

Jova terminó por exhibir de forma dramática que las regiones del estado, entre más lejanas estén geográficamente de Casa Jalisco, menos peso tienen en la agenda de quien las gobierna.

Dos semanas y media después del paso de Jova aún no se regulariza la vida en la Costa Sur. Para once familias, el 12 de octubre quedará marcado como una fecha de luto. El paso de la carretera federal 80 es aún intermitente e inexistente en caminos de comunidades rurales pobres. Los municipios ahora se preparan para enfrentar eventuales brotes de dengue e infecciones en la piel y en los ojos, provocadas por las nubes de polvo, que la semana anterior eran montañas de lodo.

El lento flujo de apoyo hacia los más necesitados. Los abusos de los comerciantes para los consumidores y de los empresarios hacia sus trabajadores. El acaparamiento de la riqueza en manos privadas. La debilidad de los Gobiernos Municipales. La exclusión de las regiones de Jalisco de los procesos de desarrollo y atención que sí se prestan en municipios ricos. La ambición de desarrolladores inmobiliarios que construyen casas en zonas de riesgo… son las debilidades históricas de la región que Jova evidenció con mayor fuerza.

El desastre es el pacto social que mantiene en la vulnerabilidad social, económica y hasta ambiental a la mayoría de la población. Las catástrofes naturales pueden ser un buen punto de partida para reconstruir el pacto social. En el que la sociedad civil tenga más poder y para eso requiere más participación. En la medida en que existan estructuras sociales fortalecidas, es como se podrán enfrentar de manera más exitosa las amenazas eventuales de la naturaleza y las sistemáticas amenazas sociales de la pobreza y la corrupción.

Numeralia

46 mil 280 damnificados.
2 mil 200 viviendas afectadas.
13 municipios declarados zona de emergencia.
11 personas fallecidas.
40 Comunidades incomunicadas en Cuautitlán.
13 mil hectáreas de terreno devastadas.
450 por ciento incrementaron los productos básicos.

Publicación en Impreso

Número de Edición: 113
Autores: Carlos Efrén Rangel
Sección de Impreso: Dichos y Hechos

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