Homilía para la Vigilia Pascual 2018
La Pascua es llegada y partida
Después de la experiencia de preparación que hicimos durante la Cuaresma y las celebraciones de la Semana Santa, en esta noche hemos llegado al momento central de nuestra fe y de nuestra vida comunitaria: la Pascua de Jesús. Pascua significa paso. Dios pasó por la tumba para devolverle la vida a su Hijo, para reconocer su obediencia hasta la muerte de cruz. Jesús pasó de la muerte a la vida; el Crucificado resucitó, como escuchamos en el texto del Evangelio.
La Pascua es llegada y partida
Textos: Gn 1, 1-2, 2; Gn 22, 1-18; Ex 14, 15-15,1; Is 54, 5-14; Is 55, 1-11; Bar 3, 9-15. 32-4, 4; Ez 36, 16-28; Rm 6, 3-11; Mc 16, 1-7
Después de la experiencia de preparación que hicimos durante la Cuaresma y las celebraciones de la Semana Santa, en esta noche hemos llegado al momento central de nuestra fe y de nuestra vida comunitaria: la Pascua de Jesús. Pascua significa paso. Dios pasó por la tumba para devolverle la vida a su Hijo, para reconocer su obediencia hasta la muerte de cruz. Jesús pasó de la muerte a la vida; el Crucificado resucitó, como escuchamos en el texto del Evangelio.
El fuego nuevo que se bendijo y los cirios que se han encendido de él, simbolizan esa vida nueva de Jesús que, en medio de la noche, resucitó e iluminó al mundo. Como acabamos de escuchar en el pregón: “¡Qué noche tan dichosa! Sólo ella conoció el momento en que Cristo resucitó del abismo”. Hoy damos gracias a Dios por ese regalo suyo de devolvernos con vida a su Hijo y de restituir a sus discípulos, derrotados por su muerte, la alegría y la esperanza.
Las mujeres fueron al sepulcro muy de madrugada para ir a embalsamar el cuerpo de Jesús y se encontraron con que estaba abierto y, sobre todo, con la noticia de que había resucitado. Pero también recibieron un encargo, que hoy nosotros renovaremos al ser rociados con el agua bendita. El encargo fue comunicar la noticia a los demás y a anunciarles que se iban a encontrar nuevamente con Él en Galilea.
La Resurrección no es sólo punto de llegada para nosotros. Es también momento de partir a la misión. Las palabras del ángel a las mujeres son para nosotros. Tenemos que salir de aquí –y de cada Misa– a anunciar su Resurrección, a animar a la comunidad al encuentro con Jesús, a salir a las periferias a llevar la Buena Noticia, a llegar a los alejados con el mensaje de salvación. A todo esto nos comprometeremos al renovar las promesas bautismales y ser rociados con el agua que se bendecirá enseguida. Finalmente nos encontraremos sacramentalmente con Jesús en la Comunión. Dispongámonos a vivir este encuentro y a salir con alegría a dar testimonio del Resucitado.
31 de marzo de 2018