Homilía para la Vigilia Pascual 2017
Ir a Galilea
Después de habernos preparado durante la Cuaresma para la Pascua de Jesús y de acompañarlo en su Pasión y Muerte, hoy estamos celebrando con gran solemnidad su Resurrección. Hemos encendido el fuego nuevo, símbolo de su presencia resucitada en medio de la oscuridad de la noche; acabamos de escuchar la Palabra de Dios, que nos ofrece los grandes momentos de la Historia de la Salvación, el principal de los cuales es la Resurrección de Jesús, testimoniada por san Mateo.
Ir a Galilea
Textos: Gn 1, 1-2, 2; Gn 22, 1-18; Ex 14, 15-15, 1; Is 54, 5-14; Is 55, 1-11; Bar 3, 9-15. 32-4, 4; Ez 36, 16-28; Rm 6, 3-11; Mt 28, 1-10
Después de habernos preparado durante la Cuaresma para la Pascua de Jesús y de acompañarlo en su Pasión y Muerte, hoy estamos celebrando con gran solemnidad su Resurrección. Hemos encendido el fuego nuevo, símbolo de su presencia resucitada en medio de la oscuridad de la noche; acabamos de escuchar la Palabra de Dios, que nos ofrece los grandes momentos de la Historia de la Salvación, el principal de los cuales es la Resurrección de Jesús, testimoniada por san Mateo.
En el texto del evangelio escuchamos la noticia que el ángel comunicó a María Magdalena y a la otra María: Jesús, el crucificado, no estaba en el sepulcro sino que había resucitado. Esta es la gran noticia de la humanidad. El pecado y la muerte estaban derrotados, el testimonio de Jesús estaba respaldado por su Padre, comenzaba una vida nueva. Esta vida nueva no era sólo para Jesús sino también para sus discípulos. Ellos, comenzando por las mujeres, deberían convertirse en misioneros.
El ángel les pidió ir de prisa a comunicar la noticia de la Resurrección del crucificado y a recordarles que Jesús les dijo que iría delante de ellos a Galilea para encontrarse nuevamente con ellos. Cuando iban a llevar esta noticia, Jesús les salió al paso y después de vivir con muchísima alegría el encuentro, les pidió que les dijeran a los demás que se fueran a Galilea para verse nuevamente. Galilea era considerada tierra de paganos. Allí comenzó Jesús su misión, allí realizó gran parte de ella y allí la terminó enviando a sus discípulos a realizar la suya: ir por todo el mundo a hacer que todos los pueblos se convirtieran en discípulos. Para eso era el encuentro a que los convocaba.
Hoy que nos encontramos con el Resucitado, también nos pide ir a Galilea a realizar la misión. Para nosotros, sobre todo si tenemos en cuenta lo que reflexionamos a lo largo de la Cuaresma, Galilea son las familias de nuestra comunidad parroquial golpeadas por la pobreza, la violencia, las fracturas, la droga, las separaciones; son las familias alejadas de la vida de la Iglesia y necesitadas de la vida de Dios. Hacia allá nos envía Jesús a llevar la Buena Nueva, a anunciarles la vida nueva que nos garantiza su Resurrección, a hacer de ellas familias de discípulos misioneros. Asumamos de nuevo esta tarea, primero con la renovación de las promesas bautismales y enseguida con la Comunión sacramental.
15 de abril de 2017