Homilía para el domingo del Bautismo del Señor 2014
Bautizados para la misión
Textos: Is 42, 1-4. 6-7; Hch 10, 34-38; Mt 3, 13-17.
En el texto del Evangelio que acabamos de escuchar, san Mateo nos narra el Bautismo de Jesús. Es importante que tengamos en cuenta lo que sucedió en el Jordán, porque eso mismo pasa con cada una de las personas que reciben el Bautismo. Para nosotros este domingo, en que celebramos el Bautismo del Señor, se nos presenta una oportunidad para renovar nuestra condición bautismal, sobre todo teniendo en cuenta que fuimos bautizados para ir a la misión.
Bautizados para la misión
Textos: Is 42, 1-4. 6-7; Hch 10, 34-38; Mt 3, 13-17.
En el texto del Evangelio que acabamos de escuchar, san Mateo nos narra el Bautismo de Jesús. Es importante que tengamos en cuenta lo que sucedió en el Jordán, porque eso mismo pasa con cada una de las personas que reciben el Bautismo. Para nosotros este domingo, en que celebramos el Bautismo del Señor, se nos presenta una oportunidad para renovar nuestra condición bautismal, sobre todo teniendo en cuenta que fuimos bautizados para ir a la misión.
Jesús se metió entre los que pedían a Juan el Bautista que los bautizara. Juan no quería bautizarlo porque reconoció que más bien debería ser al revés. Jesús le pidió que lo bautizara para cumplir la voluntad de Dios. Con esto, nos indica que el camino para ir a la misión es el de la humildad y la obediencia. Humildad para recibir el don del Bautismo y todo lo que éste trae, pues ningún mérito hacemos para ser bautizados; y obediencia a los mandamientos de Dios.
Al recibir el bautismo, el Espíritu Santo descendió sobre Jesús y lo llenó interiormente con su fuerza. Jesús fue ungido para ir luego a la misión. Pero también el Padre lo reconoció y presentó como su Hijo muy amado en el que se complace, porque cumple sus mandatos. Al ser bautizados, también el Espíritu Santo descendió sobre nosotros y nos fortaleció para convertirnos en misioneros. Dios también nos reconoció como sus hijos amados en los que quería complacerse.
Una vez que quedó ungido por el Espíritu Santo, Jesús salió a la misión. De eso dio testimonio san Pedro en casa de Cornelio, como escuchamos en la segunda lectura. Dice que después del bautismo predicado por Juan, Dios ungió a Jesús con el poder del Espíritu Santo y pasó por el mundo haciendo el bien. Pasó por el mundo haciendo el bien. En estas poquitas palabras está sintetizada la misión de Jesús. Por eso Dios se complació en su Hijo, porque lo obedeció.
Lo mismo se espera de nosotros que estamos bautizados. Que nos dediquemos a hacer el bien, que vivamos como hermanos, que promovamos la justicia, que atendamos a los enfermos. El Espíritu Santo no es un adorno, es una fuerza que llena a quienes lo reciben e impulsa desde dentro para salir a la misión, para ir a dar testimonio de Jesús dondequiera que nos encontremos: en la casa, en el barrio, en el trabajo, en la escuela, en la sociedad.
Al hacer el bien y predicar a Jesús, aparecemos como hijos predilectos de Dios, como hijos e hijas en los que Él se complace porque cumplimos sus mandamientos. Pero, nos falta mucho. Hoy se nos invita a reconocer con humildad el llamado de Dios a la vida de hijos suyos, a reconocer que dependemos de su Espíritu para ser misioneros; pero también se nos invita a renovar el compromiso de salir con gusto a la misión para dar testimonio de Jesús.
Tomemos conciencia de lo que significa ser bautizados, de lo que implica llevar a los niños al bautismo, de lo que trae asumir el compromiso de educarlos en la fe como papás o como padrinos. Demos gracias a Dios porque nos ha elegido para hacernos sus hijos. Pidámosle que seamos responsables con el compromiso misionero que llevamos sobre nuestras espaldas. Dejemos que el Espíritu Santo actúe a través de nosotros para que el mensaje de Jesús llegue a todos.
No basta con tener y agradecer el Bautismo; no es suficiente con haber sido ungidos por el Espíritu Santo. Es necesario que renovemos el compromiso de dar a conocer el Evangelio. Se necesita fuerza para animarnos a salir y sostenernos en la misión, unidos a Jesús. La fuerza la recibimos del Cuerpo y la Sangre de Jesús en la Comunión. Que el encuentro sacramental que viviremos hoy, nos dé fuerza para que como Él, salgamos con gusto y entusiasmo a la misión.
12 de enero de 2014
bien diablo.buenos dias