Homilía para el domingo de Ramos 2021
Estamos acompañando a Jesús en su experiencia de pasión, muerte y Resurrección. Con otras palabras, lo vamos siguiendo como discípulos y discípulas en su camino que pasa por la cruz y va hacia la Resurrección. Hoy lo hacemos guiados por la narración de san Marcos: primero, aclamado como un gran personaje a su entrada en Jerusalén; después, torturado, sacado de la ciudad y ejecutado como un delincuente.
Obediencia, silencio, confianza
Textos: BENDICIÓN DE PALMAS: Mc 11,1-10; MISA: Is 50,4-7; Flp 2,6-11; Mc 14,1-15,47
Estamos acompañando a Jesús en su experiencia de pasión, muerte y Resurrección. Con otras palabras, lo vamos siguiendo como discípulos y discípulas en su camino que pasa por la cruz y va hacia la Resurrección. Hoy lo hacemos guiados por la narración de san Marcos: primero, aclamado como un gran personaje a su entrada en Jerusalén; después, torturado, sacado de la ciudad y ejecutado como un delincuente.
Jesús vivió su pasión en silencio y confiado en su Padre. Prácticamente nada respondió a las preguntas, acusaciones y burlas que le hicieron; ni al sumo sacerdote, ni a los que lo torturaron, ni a Pilato. No había necesidad, porque Dios estaba con Él y quería obedecerlo.
En el Huerto de Getsemaní le dijo que se cumpliera su voluntad, aunque tenía la tentación de no pasar por el cáliz amargo del sufrimiento: “que no se haga lo que yo quiero, sino lo que tú quieres”. En la cruz, lo llamó Dios mío, a pesar de lo injusto de su muerte y del sentimiento de abandono. Obediente y totalmente confiado a su Padre.
Así están muchas personas y familias y nuestra Casa común. Personas enfermas —muchas de Covid-19—, desaparecidas, migrantes, internas en la cárcel, trabajadoras en invernaderos… sufren su situación en silencio, con la confianza puesta en Dios, a pesar del abandono, el desprecio, las burlas de parte de los demás, incluso de nosotros. Ellas siguen adelante en su vida y sus búsquedas por ganar el pan de cada día, recuperar la salud, volver a casa. La naturaleza también está padeciendo el maltrato, el abandono, la destrucción, la contaminación, los incendios, la violencia. Es Jesús que continúa su pasión en todas esas personas y en la Hermana-Madre Tierra; tanto los pobres como la Casa común se comportan con obediencia filial y se mantienen con la esperanza puesta en el Dios de la vida y en silencio esperan su redención.
Al participar de esta celebración y recibir a Jesús en la Comunión, renovamos nuestro compromiso de seguirlo día a día en su camino de entrega total, silenciosa, obediente y confiada a la voluntad de su Padre. Dispongámonos a vivir este encuentro sacramental con que iniciamos la Semana Santa.
28 de marzo de 2021