Homilía para el domingo de Pascua 2021
Estamos reunidos como Iglesia el domingo más grande del año, que actualiza el domingo más grande de la historia, el primer día de la semana, como lo mencionan los evangelistas. Es el domingo de Pascua. Dios pasó por la tumba para resucitar a su Hijo, Jesús de Nazaret, muerto en la cruz. El motivo de tristeza, luto, llanto, desesperanza, de los discípulos y discípulas, Dios lo transformó en alegría, gusto, vida nueva, esperanza y misión.
Proclamar la Resurrección de Jesús
Textos: Hch 10,34.37-43; Col 3,1-4; 1Cor 5,6-8; Jn 20,1-9; Lc 24,13-35
Estamos reunidos como Iglesia el domingo más grande del año, que actualiza el domingo más grande de la historia, el primer día de la semana, como lo mencionan los evangelistas. Es el domingo de Pascua. Dios pasó por la tumba para resucitar a su Hijo, Jesús de Nazaret, muerto en la cruz. El motivo de tristeza, luto, llanto, desesperanza, de los discípulos y discípulas, Dios lo transformó en alegría, gusto, vida nueva, esperanza y misión.
Los textos bíblicos de hoy nos dan testimonio de la Resurrección, pero también nos recuerdan que tenemos la misión de proclamarla, como las mujeres y demás discípulos.
María Magdalena fue al sepulcro y lo encontró abierto. Pensando que se habían robado el cuerpo de Jesús, el Señor, fue a comunicar la noticia a los demás, lo que provocó que Simón Pedro y Juan, el discípulo amado de Jesús, fueran también a buscarlo. Se encontraron con lo que les había dicho Magdalena: el sepulcro abierto y los lienzos con que fue envuelto para la sepultura. A Él no lo miraron, pero al ver la escena, a Juan se le vino a la mente que Jesús mismo ya les había anunciado su Resurrección, y creyó. Esto es fundamental para ser testigos de Jesús, es decir, descubrirlo en donde no se ve físicamente: en las reuniones de la comunidad, en la persona de los pobres, en los evangelios, en los sacramentos.
Pedro dio un buen testimonio del Resucitado en casa de Cornelio. Dijo de Jesús de Nazaret que fue ungido con el poder del Espíritu Santo, que con ese poder pasó haciendo el bien, curando enfermos, liberando a muchos de la opresión del diablo. Luego señaló que lo mataron colgándolo de la cruz y que Dios lo resucitó al tercer día y que, después de convivir con ellos después de su Resurrección, los envió a predicar y dar testimonio de Él. No sólo recordó lo que sucedió con Jesús, sino que estaba comunicando la Buena Noticia de su muerte y Resurrección, con la conciencia de haber sido enviado. Todavía más, señaló que quienes creen en Él, reciben el perdón de sus pecados.
El testimonio no se reduce a decir lo que pasó, sino a vivir como vivió Jesús, a entregar la vida como Él la entregó, a morir por la causa del Reino como Él murió. Para esto recibimos el mismo Espíritu que ungió a Jesús y fuimos enviados como Pedro y los demás a ser testigos del Resucitado. Esto sucedió en el Bautismo. Por eso renovamos anoche las promesas bautismales, reconociendo que llevamos en nuestra persona al Espíritu Santo y que debemos vivir como testigos de Jesús de Nazaret, el crucificado y resucitado.
Al igual que Pedro y los demás, nosotros continuamente comemos y bebemos con Jesús. Nos comemos su Cuerpo y nos bebemos su Sangre al comulgar; nos lo llevamos dentro, pero es para dar testimonio de Él, como los discípulos de Emaús. Tenemos todo este tiempo litúrgico de Pascua, cincuenta días, para profundizar en el misterio de la Resurrección de Jesús de Nazaret y para retomar nuestro compromiso de ser sus testigos en y como comunidad, en medio de la sociedad y en la Casa común. Este año nos seguirá tocando vivir la misión en medio del ambiente de prevención de los contagios y de la vacunación contra el Covid-19. Con nuestra celebración dominical agradezcamos y renovemos esta tarea.
4 de abril de 2021