Homilía para el domingo de Pascua 2018
Dar testimonio de la Resurrección
Estamos en el domingo de Pascua, el domingo más importante del año. Hoy celebramos con solemnidad la Resurrección de Jesús, acontecimiento para el cual nos preparamos durante la Cuaresma. Los textos de la Palabra nos ofrecen varios testimonios de la Resurrección, que nos dan luz sobre lo que tiene que ser nuestra vida personal como bautizados y sobre lo que tiene que ser nuestra vida de comunidad como Iglesia, pueblo de Dios.
Dar testimonio de la Resurrección
Textos: Hch 10, 34. 37-43; Col 3, 1-4; Jn 20, 1-9; Lc 24, 13-35
Estamos en el domingo de Pascua, el domingo más importante del año. Hoy celebramos con solemnidad la Resurrección de Jesús, acontecimiento para el cual nos preparamos durante la Cuaresma. Los textos de la Palabra nos ofrecen varios testimonios de la Resurrección, que nos dan luz sobre lo que tiene que ser nuestra vida personal como bautizados y sobre lo que tiene que ser nuestra vida de comunidad como Iglesia, pueblo de Dios.
Pedro, Juan, Pablo, María Magdalena, María la madre de Santiago, Salomé, Cleofás y su compañero de camino hacia Emaús, nos dan testimonio del acontecimiento central de nuestra fe, del que da sentido a nuestra vida comunitaria.
La Magdalena fue al sepulcro y lo encontró abierto y vacío. El cuerpo de Jesús no estaba ahí donde lo habían sepultado. Ella pensó que se lo habían robado y fue a dar parte a Simón Pedro y a Juan. Con la noticia los interesó por ir a buscarlo y se encontraron todo tal como ella les dijo. La noticia corrió entre los demás discípulos, como le comentaron al mismo Jesús los discípulos de Emaús. Todos iban a buscarlo al sepulcro, pero no lo encontraban. Fue necesario irse encontrando personalmente con el Resucitado, escucharlo, tocarlo, reconocerlo, alegrarse y regresar a la comunidad a compartir su experiencia de encuentro con Él y a testimoniar que sí estaba vivo.
Tiempo después, Pedro dio el testimonio que escuchamos en la primera lectura. Él y los demás se encontraron con Jesús después de su Resurrección de entre los muertos. Les quedó claro en la conciencia que tenían que ir a predicar y dar testimonio de Jesús. Ese es el sentido del encuentro con el Señor. No es para quedarnos a gusto, contentos, de brazos cruzados, sino para salir a la misión. Esto es algo que debemos repensar en nuestra vida personal y de comunidad.
Anoche renovamos nuestro compromiso bautismal de ser misioneros, de ser testigos de Jesús, de llevar la Buena Nueva de su Resurrección a los alejados. Para eso fuimos rociados con el agua bendita. A la luz de los testimonios que hemos escuchado en los textos bíblicos, retomemos nuestra condición de misioneros. Durante la Cuaresma estuvimos reflexionando sobre la tarea que tenemos para ser misioneros entre los jóvenes y junto con ellos. Este es un desafío grande y lo tenemos que afrontar para ayudarles a vivir el encuentro con Jesús. O sea que tenemos que hacernos como Magdalena y las demás mujeres, aunque no nos crean como a ellas, que llevaron la noticia de Jesús a los demás y provocaron que quienes las escucharon fueran a buscar a Jesús.
La Resurrección de Jesús nos vuelve a la esperanza ante tantos signos de muerte que hay en nuestra comunidad por la pobreza, la violencia, la corrupción, las enfermedades, la destrucción de la naturaleza, la venta y el consumo de droga, los embarazos en adolescentes, el sinsentido de la vida para muchos jóvenes. Son tantos que nos estamos acostumbrando a ellos y los estamos tomando como lo más natural, como si así tuviera que ser. Y no. La Resurrección nos dice otra cosa: que la muerte no es la que vence, que hay una vida nueva, que la situación debe cambiar.
Ante las dudas, el miedo, la pérdida de sentido, el desánimo, todo aquello que experimentaron los discípulos y discípulas de Jesús por el hecho de su muerte y sepultura, celebrar su Resurrección y encontrarnos con Él en esta Eucaristía, nos devuelve la esperanza, la alegría, el sentido. Escuchar que está vivo, que resucitó, nos impulsa a ser sus testigos, a transmitir la Buena Nueva, a animar a los demás a buscarlo y encontrarse con Él, a buscar alternativas para una vida nueva.
1º de abril de 2018